martes, 1 de septiembre de 2009

Carros de Foc 2009 en dos días

Todavía no estoy con ánimo de contar mucho la experiencia de la Carros de Foc por la que pasé los días 29 y 30 de agosto, pues estoy bastante dolido todavía y no tengo la mente muy clara. Aún así, intentaré hacer de tripas corazón y contaros un poco lo que pasó. No os asustéis, pues todo lo que cuento no sólo es cierto, sino que además es verídico (jejeje).

El viernes 28 quedamos la gente que íbamos desde Valencia hacia Espot (Lleida) para hacer la Carros de Foc y subir en un coche (510 Km).
Entre mis compañeros, 3 personas que suelen salir con el club Misjueves, que pretendían hacer la marcha en menos de 24 horas: Anna, Javi y Guillermo. Es lo que se dice unos aspirantes a Skyrunners. Este calificativo, Skyrunner, que antes me impresionaba un poco por lo que suponía, ahora me pone la piel de gallina. Conseguir ser "finisher" en la Skyrunner supone haber conseguido hacer los casi 60 kilómetros del total del recorrido y los 9.200 metros de desnivel (positivo + negativo) en menos de 24 horas. Es una locura, ya que el terreno no presta para correr y menos de noche. Pero ahora puedo decir que conozco algún y alguna Skyrunner, cosa que me llena de sincera admiración y asombro y creo que están muy por encima del resto de la gente para afrontar retos deportivos como estos, tanto física como moralmente.

El viaje a Espot no vale la pena recordarlo. Conversación animada entre skyrunners y muchos nervios. Algo de tensión en el ambiente. La carretera tranquilita y una pequeña tormenta en el prepirineo, a la altura de Sort o Rialp.
Una vez llegados a Espot, coincidimos con Pepe, también del club Misjueves, que nos lleva un rato esperando nervioso y que va a intentar hacer también la Skyrunner. Vaya 4 valientes. Pepe, en todo caso, dice reservarse el derecho de llevar una pistola en la mochila, por si tuvieran que sacrificar a alguno por el camino, para que no sufra. Son conscientes de lo que se les viene encima.

En la entrada del Parque Nacional d'Aigüestortes hay que coger un taxi, que nos cuesta 4,50 € por cabeza, para subir hasta el parking del Estany de Sant Maurici.
Pequeña caminata de 10 minutos hasta el refugio de Mallafré y a las 19:30 estamos ya cenando, quien puede tragar por culpa de los nervios.

El refugio de Mallafré (1.893 m) es pequeño y tiene literas corridas en dos niveles. Como las fechas para hacer la skyrunner se limitan a poco más de 2 días (28 y 29 de agosto), está lleno y costó mucho esfuerzo y gestiones conseguir la reserva para poder pernoctar.
Durante el tiempo que dejamos pasar hasta acostarnos, no hacen más que llegar corredores. Es noche cerrada, pero parece que eso no les afecta. Vienen cansados, comen y beben algo y se informan del recorrido hasta el próximo refugio y ... a seguir corriendo. No salgo de mi asombro. Son extraordinarios.
La emisora del refugio ruge a eso de las 21:30, más o menos. Por el tono, se deduce rápidamente una euforia desbordada. Dicen que el récord de la Skyrunner ha sido batido, tanto el femenino como el masculino. Sigo perplejo. Dicen que ha bajado de 10 horas ... que 9 y media. Parece imposible.

Hay que intentar dormir. Nos acostamos. La noche se hace interminable. La gente se remueve inquieta en su saco e incluso alguno le entra un ataque de risa por los nervios. Yo no hago más que preguntarme ¿qué hago yo aquí?. Quizá no debería haber venido.

29 de agosto de 2009.
Etapa I. Refugi Ernest Mallafré - Refugi Ventosa i Calvell
(28,0 Km, desnivel +2.065 m y -1.790 m)

Tiempo total: 12 horas y 45 minutos (5:45 a 18:30)

A las 4:15 o así se han ido mis compañeros a hacer la skyrunner. Suerte.
Yo no he conseguido dormir demasiado y estoy bastante alterado. A eso de las 5:25 me levanto y me preparo. La noche ha sido larga, porque el refugio no estaba en silencio y era un trasiego constante de gente que entraba y salía. Tampoco estaba yo muy por la labor de dormir. Desayuno frugal y a caminar.
A las 5:45 salgo solo, todavía de noche, armado con un frontal en dirección hacia el refugio de Amitges. Aunque es una pista por la que suben los taxi todoterrenos del parque, no deja de resultar algo complicado caminar de noche por aquí. El frontal ilumina a poco más de 15 metros y en caso de duda, no permite una visión de conjunto. Además, estamos todavía en cuarto creciente y en esta parte de la montaña hace rato que desapareció la luna.
Diviso un grupo de gente que me alcanza. Unos 4 chavales. Van a buen ritmo. Intento seguirlos un rato, pero voy todavía frío y son skyrunners, por lo que no puedo mantener su ritmo y poco a poco los pierdo de vista.
A eso de las 6:45 empieza a aparecer el sol y el paisaje se va dibujando magnífico. Si algo tiene de bonito esta ruta es el paisaje y los espectaculares valles por los que discurre.

A las 7:07 hago acto de presencia en el refugio de Amitges (2.367 m). Nada más entrar, me encuentro con Vicent Pla, otro corredor de Misjueves, que vino un día antes a hacer la Skyrunners, pero que ha tenido que abandonar por una indisposición intestinal. Nos conocemos poco, casi nada, pero creo que nos alegramos mútuamente de vernos. Le pido que me haga una foto en la puerta del refugio para luego subir a cuñar el forfait, dejando así constancia de mi paso.
Al poco, inicio de nuevo marcha hacia el próximo refugio. La ruta es en subida, pero no tiene mucha pendiente.
Como la noche anterior había tormenta, que nos pilló en el coche, el ambiente está muy húmedo y hay rocío por todos lados. Llevo los pies mojados. El Coll de Ratera engaña un poco, porque cuando parece que lo has coronado, todavía te quedan dos trozos para llegar arriba del todo. Pero no tiene grandes pendientes y todavía no me importa. Miro hacia abajo, a mi espalda. La vista es espectacular. El sol empieza a salir entre las montañas y en el fondo del valle se ha formado un mar de nubes. Me encanta.
Poco antes del Coll de Ratera, una espesa niebla me rodea y me impide ver a más de 30 metros. Menos mal que aquí no hay duda con la senda. Se me moja la cara y el cuerpo. Es refrescante. Las gafas las llevo totalmente empañadas, pero siento satisfacción.

En el mismo Coll de Ratera (2.543 m) se pueden ver las marcas del GR-11, pero con las que hay que tener cuidado, porque hay dos o tres sendas distintas, que llevan al refugio de Saboredo y es fácil confundirse. La señalización es confusa y muy deficiente. Me decido por la que parece más clara, a la vista de la niebla, y empiezo a bajar.
Al cabo de un rato estoy casi perdido. He aparecido en un canchal o tartera de grandes bloques de piedra y no hay senda a la vista. Afortunadamente, la dirección a seguir es obvia, y no tengo alternativa: hay que bajar. Resbalo repetidamente en el granito mojado por el rocío.
Entre tanto saltito entre piedras, riachuelos y charcos fangosos, me pega un tirón en el gemelo interno de la pierna izquierda, que me quedará dolorida hasta el final de la prueba.
Tras un rato de pulular entre piedras, empieza a despejarse la niebla y recupero uno de los senderos que llevan al refugio.
Desde luego, el mapa 1:25.000 de la guía Alpina que me han dado por participar en modalidad Open (sin límite de horas), el 1:50.000 que me prestó gentilmente Guillermo, poco preciso, pero con anotaciones valiosísimas, y sobre todo mi super GPS (Garmin eTrex de los antiguos), me han resultado de gran utilidad y en un poco más de esfuerzo, llego a Saboredo a las 9:00.

El refugio de Saboredo (2.310 m) me impacta sobremanera. Es una choza o cubículo de pastores, habilitado como refugio. En su interior dormita un chaval que habla un aranés muy cerrado y que se queja de estar toda la noche sin dormir "por los sky". De hecho, juraría que me ha mirado con cierto desprecio cuando me ha preguntado si yo también era uno de ellos. No sólo le digo que no, que soy un triste opener intentando hacerla en menos de 48 horas, sino que casi pido disculpas por molestar mientras me interroga con la mirada. El ambiente es bastante extraño y "alternativo". Cuño y me las piro casi a la carrera.
Físicamente estoy que me salgo, salvo por las molestias en el gemelo. El siguiente paso es una subida al denominado Coll del Tuc Gran de Sendrosa (2.451 m). Vuelven otra vez los bloques de piedras en algunos tramos, pero la subida no se me hace complicada. La niebla está estancada en el fondo de los valles y se observa perfectamente el mar de nubes. Paso por el collado a eso de las 10:07.

Bajo Sendrosa para dirigirme al refugio de Colomèrs. En la bajada estoy atento a una senda que sale a la izquierda, que ya me la advirtió Guillermo, por la que puedo avanzar más llano y no tener que descender tanto como por el otro tramo, aunque finalmente se junten, aunque en el otro se ha de subir lo que primero se baja.
Me doblo el tobillo varias veces. Una de ellas de forma dolorosa, cayendo de costado sobre unas piedras, recibiendo un fuerte golpe en el costado y erosionándome la mano derecha. En otro resbalón me golpeo lateralmente la rodilla derecha por el lado externo. El terreno es complicado.
Por el camino me encuentro un sky que sube. Intercambiamos unas palabras. Ambos vamos solos. Me hace algunas indicaciones sobre lo que me encontraré. Nos damos ánimos mutuamente y continuamos. Creo que he encontrado 4 personas en todo el trayecto que llevo andado. ¿Con este son 5?. Cuánta soledad. Tengo que hacerme la idea.

Al llegar al Lac Clòto de Baish, me confundo de senda y me desvío a la izquierda. Me he despistado un poco. Cuando me quiero dar cuenta, he caminado casi 1 Km por el morro. Miro planos, el gps y decido una ruta de empalme hacia el itinerario original. Al menos, la zona es bonita.
A las 11:15 veo por fin la presa y el antiguo refugio de Colomèrs. Para llegar al nuevo, hay que desviarse un tramo de senda que luego habrá que recuperar. Llego a cuñar al refugio de Colomèrs (2.138 m) a las 11:30. Aprovecho un pequeño descanso de 5 minutos para picar alguna cosa, aunque no tengo hambre, ni me cabe nada, beber un poco y cambiarme de calcetines, que debo mantener los pies secos. Un poquito de vaselina en la planta del pie y entre los deditos y a la marcha.

Afronto a partir de este punto la subida al Port de Caldes (2.568 m).
Empiezo muy animado y la senda es bastante buena, pero el puerto es muy largo y el desnivel acumulado, sin ser mucho, se me hace insoportable. El problema es que no parece acabarse nunca y cuando llegas a lo que crees que es el collado, todavía queda otro ... y otro ... así hasta tres.
Por el camino coincido con bastante gente. Skys que vienen de frente (no me adelantó ninguno en toda la marcha), franceses con mochilas inmensas, un par de belgas con los que coincidiré varias veces, dos alemanes despistados, etc.

Superado el Port de Caldes hay que tener cuidado para no irse hacia Ventosa, saltándonos Restanca. Hay que asegurarse al descender el puerto, que cogemos el sendero hacia la derecha. Estamos en la cabecera de la Vall de Boí y hay que sortear algunas subidas un poco bruscas. Empiezo a notar cansancio en las piernas.
Casi al final de estas cabeceras de valle, aparece otro sendero que baja a Ventosa, a la izquierda. Pero debo continuar al frente, hacia una ladera de fuerte pendiente que sube el Coll de Crestada (2.475 m). Es un tramo corto, pero de subida bastante fuerte.

Superado este collado, nos encontramos en otro valle distinto, que baja al refugio de Restanca, que realmente está fuera del parque nacional. La bajada del collado es muy fuerte y entre piedras, pero el resto se me hace insoportable. El refugio parece no llegar nunca. No hago más que bajar y bajar un tramo que sé que tendré que volver a subir, porque aquí se baja y se sube por el mismo sitio. La cabeza bulle y me desmoralizo un poco.

El refugio de Restanca (2.010 m) se encuentra al lado de un lago y tiene buena pinta. El lugar es muy bonito. De los guardas no puedo decir lo mismo, pues me llevé una sensación bastante desgradable. No sólo no fueron capaces de ofrecerme un plátano "que tenía que pagar", cuando les sobraban cientos de los skyrunners, sino que de malos modos me sellaron y vendieron una Coca-Cola ¡¡... a 2,80 €!!. La más cara de todo el recorrido.
Me sellan con hora de paso de 15:00. Intento comer alguna cosa, que no puedo, y pregunto por mis compañeros que esta madrugada (4:15) salieron del refugio para correr. Me quedo bastante preocupado, puesto que me dicen que no han pasado por el refugio todavía. ¿Qué? ¡¡Pero si llevan 1 hora y pico de ventaja y van corriendo!!. Rápidamente pienso en lo peor: han tenido que abandonar, alguno se ha roto algo, una indisposición, una lipotimia, a Pepe se le ha disparado la pistola ... ¡¡qué se yo!!.

Salgo del refugio cabizbajo y pensativo. Miro hacia arriba, haciéndome la idea de lo que me queda para subir otra vez para seguir camino. Suspiro. ¿Y estos? ... ¿qué les habrá pasado?.
Empiezo a subir poco a poco. Tras un rato de hora y pico, oigo una voz que me llama, yo creo que hasta con alegría "Mira ... si es Mario!!". Levanto la cabeza del suelo y me veo la sonrisa sincera de Guillermo. Son mis compañeros, que al final han cambiado el sentido del recorrido, por lo que todavía no habían pasado por Restanca. Al final de todos va Anna, sin perder el ritmo. No podía esperar otra cosa.
Intercambiamos impresiones. Parece que les va bien. Me animan y me dicen que voy a buen ritmo. ¡Qué sabrán cómo voy!, pero se agradece la intención. La procesión va por dentro. Despedida triste porque vuelvo a caminar solo y continuo subiendo mientras corren como el viento ladera abajo. Qué máquinas.
La distancia que me queda hasta el refugio de Ventosa no es muy grande y parece que la devoro a cada paso. Es una zona bonita, en la que es relativamente fácil seguir el camino. Llego al refugio de Ventosa i Calvell (2.215 m) a las 18:30.

Nada más entrar, me encuentro con una guapa alberguera, medio rubia y de pelo cortito que me mira de arriba a abajo y me suelta de forma algo brusca "botas, palos y mochila, fuera". Son las normas, pero sólo quería preguntar por mi reserva y cuñar. No estoy para discutir. A pesar de la brusquedad y marcialidad en sus instrucciones, siempre acompaña el final de la frase con una sonrisa seductora, capaz de impedir que la otra persona se moleste por el tono.
Al menos da instrucciones concretas, aunque de forma acelerada: "tu plaza, la 57, la mesa, la 7, la cena a 19:00, aquí tienes unos recipientes, la mochila, fuera ...". Qué sargento. Pero tiene gracia, la chica. Me quedé prendado de su sonrisa. Hay quien tiene alguna cualidad y la explota en beneficio propio.
En la siguientes horas ceno, ordeno mis cosas y hago revisión física y mental de mi estado. Me encuentro bien físicamente, salvo algunos resbalones, el tirón del gemelo, un par de ampollas en los pies, ligero dolor en los dedos de los pies, pero nada grave.
Mentalmente estoy cansado, mareado y me da vueltas todo. Me invade un vacío absoluto. No hay sensación de satisfacción, a pesar del esfuerzo realizado. Esa procesión que sigue por dentro ...
Me acuesto pronto. Puede que fueran las 21:00. No tengo ni idea. Quiero dormir un poco, después de 3 días sin pegar ojo, que mañana será un día complicado.


30 de agosto de 2009. Etapa II. Refugi Ventosa i Calvell - Refugi Ernest Mallafré
(34,0 Km, desnivel +2.350 m y -2.620 m)
Tiempo total: 16 horas y 35 minutos (7:40 a 0:15)

Me levanto a las 6:50, ya que la alberguera me dijo ayer que el desayuno no se servía antes de las 7:00. Me parece tardísimo, pero además no son puntuales y antes de las 7:15 no podemos empezar a almorzar. No hay forma de poder ingerir alimento. Estoy muy nervioso.
La alternativa hubiera sido salir sin desayunar, pero dadas las condiciones en las que me podía encontrar a lo largo del día, no parecía lo más adecuado saltarse una comida. Además, veo crêpes, nocilla y cosas saladas para acompañar. Valía la pena esperar.

Salgo del refugio a las 7:40 en dirección al conocido Collet de Contraix. Tanto me han hablado de él, que sólo de pensarlo, me causa un profundo respeto. Nada más salir del refugio se ve su figura de fondo. Desde la distancia, ya impone. La subida final es tan pronunciada, que desde aquí abajo parece imposible que exista una zona de asceso por allí si no es escalando.

Su figura es inconfundible. Según me aproximo, se asemeja cada vez más a la mandíbula mellada de un gigante de piedra y su tartera de bloques de granito parece la saliva que rueda ladera abajo, preparándose para saborear a otro infeliz que pretende subirlo.

La subida es horrible. Al principio encuentro a los belgas que ya comenté del Port de Caldes, pero ellos se irán hacia el Port de Colomers, así que me tocará continuar solo. Nos despedimos con un alegre "bon courage, mes amis!!"
Y así como voy, me toca subír yo solito todo el Contraix, peleando contra las piedras, buscando entre bloques por dónde avanzar. Se me hace eterno. Caigo varias veces, me doblo el tobillo otro par de veces. Pego varias patadas y resbalones que me dejan los dedos de los pies doloridos. En un enganchón en una roca, rompo una de las zapatillas.
Pero, como bien había sospechado, lo peor era el final. Se trata de una canchera de gravilla fina y bloques de piedra de no más de 100 kg, ligeros, incapaces de soportar mi peso ni ofrecerme apoyo para subir. Dudo entre cuál de los dos pasos hay que tomar. Recuerdo que Julio y Cristina me dijeron que el de la derecha del todo, pero al final paso por el medio. Provoco un importante desprendimiento de piedras y en el segundo, una de ellas me aplasta la mano y me golpea la pierna. Ruedo varios metros hacia abajo, sin consecuencias. Siento una completa impotencia y frustración. Por cada dos pasos que avanzo, retrocedo uno.
Reconozco que aquí me acuerdo en repetidas ocasiones de Cristina, cuando la oía protestar en el canchal del Aneto. Pero esto es bastante peor, creo yo.

Finalmente llego al collado de Contraix (2.748 m). Son las 10:10. Me dedico a hacer fotos. No me creo que lo haya subido. Qué forma de padecer. Miro hacia abajo, hacia el Estany de Contraix y veo que la bajada será complicadilla, ya que tiene bastante tierra y piedras sueltas. Al final, para rematar, otra inmensa tartera de bloques de granito.
Intentando sortear un grupo de bloques, apoyo el pie derecho en el canto de uno de ellos, de más de 500 kg, y me vence, aplastándome el pie derecho durante un instante que se me hace eterno. De recuerdo tengo un bonito derrame en el tobillo.
El resto del valle del Contraix, hasta el refugio de Estany Llong es una dilatada bajada por un complicado sendero pedregoso que machaca durante sus casi 1.000 metros de bajada las rodillas más enteras. Y las mías precisamente ya no lo estaban.

A las 12:29 aparezco en el refugio de Estany Llong (1.987 m). No está mal. Me ha costado menos de 5 horas. Pido un vaso de agua y me tomo, junto a una Coca-Cola, un chute de ibuprofeno y paracetamol. Bien mezclado. Sigo sin hambre, pero comeré alguna cosa.
El entorno del refugio es muy bonito. Es un imponente bosque de abetos y pino negro que lo cubre todo. En el fondo, un torrente de montaña pone el fondo sonoro al paisaje. Me quedaría aquí para siempre. Hasta me ha gustado la gente del albergue, famosos precisamente por no ser demasiado agradables.

Pronto emprendo nuevamente la marcha. Me queda otro puerto complicado, el de Dellui, es tarde y no quiero llegar a las tantas a Mallafré. Salgo por una pista hacia arriba, según me ha parecido entenderle al alberguero. Cuando llevo andados más de 500 metros me aparece delante el lago del Estany Llong y me paro en seco: algo no va bien. Miro plano y ... ¡¡bingo!! ... me he vuelto a confundir de camino. ¿Van ya 4 veces con esta?.
Me toca desandar lo andado y coger una pequeña senda que sube monte arriba (cómo no). Aquí no debo quejarme, porque el puerto es durillo, pero la senda está en buenas condiciones y sube con una pendiente muy constante, sin subidas o bajadas bruscas. Debo parar a coger aire cada 15-20 minutos. En algún tramo, a pesar de cómo estoy, me apetece trotar un poco. Resulta agradable, para variar.

El Coll de Dellui (2.577 m) lo supero no sin algo de esfuerzo. Este no me ha resultado muy complicado, pero es que llevo demasiado trecho hecho. Son las 12:59. Es tardísimo, aunque sigo por debajo del tiempo que marcan las señales indicadoras del parque. Hace mucho calor y casi no me queda agua.
Al empezar a bajar hacia el Estany d'Eixerola, me toca bajar por una tartera (otra) y dirigirme a un barranquete. Veo que circula algo de agua y en el plano veo que no viene de un lago, así que me decido por beber hasta hartarme y rellenar la cantimplora. No llevo pastillas potabilizadoras, que no las cogí al final.
El resto del "paseo" entre estanys de gran tamaño hasta Colomina, no hago más que darle vueltas a la cabeza. Llevo mucho tiempo andando y voy a llegar tardísimo. Anna se empeñó en esperarme en Mallafré para bajarnos juntos a Valencia, pero me sabe fatal, porque estará esperando y no sé a qué hora llegaré. Y así durante minutos y minutos. Qué comida de cabeza.

Llego al fin al refugio de Colomina (2.415 m) a las 17:15. Se trata de un refugio de madera asomado al valle y al pie de un lago, con un telón de fondo de montañas pedregosas y desafiantes. Un sitio impresionante. Me encanta. Llego renqueando. Hace horas que me duele todo, especialmente las rodillas, que no puedo doblarlas más allá de determinado ángulo sin notar un dolor insoportable en la parte interna de la rótula. ¿También tendinitis?.
Cuando llego a la puerta, la gente me mira extrañada, como si vieran a un zombi. Creo que camino ya por pura inercia. He tardado 9:15 horas en llegar, en lugar de las 10:00 que indica en todos los carteles. Estic fet una màquina, xe.

Nada más entrar para sellar el forfait, se me queda mirando la alberguera. Debo tener una cara de agotamiento tremenda. Me pregunta si soy Mario y le digo que sí. Se alegra un montón de verme. Sin poder reaccionar o preguntar, me dice que tengo un mensaje del refugio Mallafré y que si quiero que hablemos con ellos por la emisora. Será Anna. Me lo temía. Justo estamos en la hora en la que debería estar llegando allá abajo. O casi. La chica parece que está preocupada porque no tenía noticias mías. Entonces recuerdo nuevamente que voy solo. Nueva sensación de vacío inmenso.
Cuando me terminan de dar las noticias o novedades, la alberguera me sugiere que me quede a dormir, que acabaré mañana. Mi cara debió ser bastante expresiva, porque no insistió. Le pido, casi ruego entre sollozos, algo que comer. Pero algo que realmente me pueda comer. Me ofrece todos los plátanos y naranjas que quiera. Esta chica es un sol. Me como de malas formas 2 plátanos y una naranja. No me entran. Tengo un nudo en la garganta y otro en el estómago. Me bebo una cerveza, que me sabe fatal.
Otro chute de ibuprofeno y continúo caminando.

La subida del refugio de Colomina al Collado de Saburó tiene dos puntos complicados: el Pas de l'Ós y el propio Collado. En el refugio me han dado algunas recomendaciones.
Al principio, el sendero es llano, ya que bordea un par de lagos recrecidos por presas. Son caminos incómodos, de piedras ladeadas, irregulares, donde es fácil caer o doblarse algo, pero al menos, no suben.
De pronto, al final del Estany de Mar aparece, junto a los restos de unas edificaciones, un tramo de sendero que tiene escaleras. Son escaleras de obra, que supongo utilizaban los trabajadores de las presas, cuando se construyeron. Pero tienen más pendiente que unas escaleras normales. Este tramo me cuesta un poco y tengo que parar a menudo. Ya noto el cansancio.

Al poco, aparece el desvío hacia el Collado de Peguera, hacia la izquierda y al de Saburó, a la derecha. Hay que estar atento para no confundirse. El Estany de Saburó no tiene agua y el espectáculo hasta el collado es desalentador: otra tartera inmensa de bloques de granito. No hay senda alguna, ni montoncitos de piedras y la alberguera de Colomina ya me había advertido que no perdiera de vista unas hitas de madera, con la punta pintada de amarillo.
Sin embargo, cuando soy capaz de verlas, que entre el mar de piedras no resulta sencillo, estoy unos 50 metros por encima de ellas. Podría volver, porque dirigen hacia un camino más o menos definido, pero opto por no descender, ya que he subido.
El resto del ascenso se me hace eterno. Me duele todo y tengo que parar cada 2 minutos a tomar aire. Me cuesta mucho respirar y noto una cierta acidez en el estómago. Espero que no sea una pájara.

Bordeando la tartera de piedra, buscando el collado y evitando las zonas de mayores bloques, termino por coronar el Collado de Saburó (2.667 m) unos 20 metros por encima de su cota. He llegado trastabillando y con la mirada perdida. Lo noto perfectamente. La cabeza se me va y estoy harto de tanto caminar. Son las 19:20 y me quedan poco más de 1 hora de luz. No hago más que emocionarme, de lagrimear todo el camino, y me entran ganas de sentarme y enviar todo a la mierda. Y sigo yendo completamente solo.
En el mismo collado me encuentro un simpático alemán. Me mira como quien ve a un fantasma y pregunta que dónde voy y de dónde vengo. En inglés mantenemos una breve conversación. Es curioso que todavía me queden ganas de hablar. El remate viene cuando me pregunta si tengo realmente alguna necesidad de hacer lo que estoy haciendo. Eso mismo llevo horas preguntándome.

Procuro cortar la conversación y empiezo a bajar hasta el próximo refugio. Esto es una huida hacia delante en toda regla. Tengo el extraño aliciente que al menos ya no quedan subidas. Sólo bajadas.
La marcha hasta el refugio Josep Maria Blanch es otra odisea. Noto cómo se me van las fuerzas poco a poco y voy dando tumbos de lado a lado. Troto siempre que puedo, que el terreno lo permite y me siento seguro. Parece que tengo todavía para eso algunas fuerzas y quiero recortar tiempo como sea. Me pierdo durante un rato, pero aquí, entre las hitas y marcas del GR-11 y el gps, no tengo problema. Llego sobre las 20:40.

No sé describir la sensación cuando ví el refugio Josep María Blanch (2.318 m) en el horizonte, en esa situación privilegiada que tiene, sobre una piedra, enmedio del lago. Creo que es el refugio más bonito del Pirineo.
De pronto, me puse a llorar sin consuelo. Más de 5 minutos a lágrima viva. Tuve que sentarme. Me dolía todo y la mente se llenaba de imágenes y recuerdos. A esto se unía el lamentable estado en el que me encontraba y la angustia por querer llegar y no poder.
Poco antes de entrar, la gente pregunta por mí. Parecía que ya saben quién soy y todo. "¿Mario? ¿Eres Mario?". Los albergueros se me quedan mirando atónitos. No puedo casi ni articular palabra. Con la voz entrecortada y como puedo les pido algo que pueda ingerir. Un tercer plátano había caído durante la bajada y no tenía estómago para nada, aún sabiendo que debo comer.
Me dan una Coca-Cola y entonces me derrumbo moralmente. Me salgo llorando de rabia al porche. ¡¡Sólo quedaban unos kilómetros y ya es casi de noche!!!. Y Anna esperando y yo todavía aquí.

Me intentan convencer que abandone, que es una temeridad, que la montaña siempre estará aquí esperándome, que mejor pedir un taxi. Argumentos lógicos para alguien lógico. Mi única respuesta es un NO a todo. Me esperan en Mallafré y debo bajar. Algún día reventaré, pero de verdad.
Después de dar noticias al Mallafré por la emisora y pedirles que dejen una luz fuera, para que me sirva de referencia, pido información de lo que tengo por delante y me pongo en marcha.

A pesar que este es el tramo más sencillo, ya que prentendo volver por lo que llaman l'Avetar, que es una pista forestal con mucha grava suelta y un sendero herboso, todo cuesta abajo, hay que tener en cuenta cómo me encuentro y que ya es de noche. Hay algo de luna, pero es necesario el frontal. Más allá de 20 metros no se ve nada y al entrar dentro de la senda de l'Avetar, no hay luz alguna.
La sensación es indescriptible. Sabes, o mejor supones que sabes, que tienes que ir por donde vas, porque no hay alternativa. A ambos flancos estoy rodeado por abetos y abedules. Pero al frente no se ve nada. El frontal no alumbra más allá de 15 metros, así que si me equivoco, tardaré un rato en darme cuenta.
Para colmo, esta parte del recorrido no la tenía cargada como track en el gps, ya que no tiene tanta memoria. Sólo presta para 10 tracks de 125 puntos. Y pensar que el de Restanca era doble, pues subía y bajaba ... grrrrr. Así que sólo puedo decirle al aparatito que quiero ir a tal "waypoint" y seguir un rumbo "en línea recta".
Al avanzar, se oyen todos los ruidos del bosque, sobre todo de los animales más grandes que deambulan a esas horas buscando comida. Impresiona, llega a helar la sangre escuchar un ruido súbito en mitad de la oscuridad, sin poder ver lo que es, armado con una única luz en la frente, que sólo te permite ver donde vas a poner este paso y el siguiente. Eso te hace pensar en todo.
Para colmo, no hago más que llorar y lamentarme. A mitad de bajada empiezo a asustarme al oir un ruido ronco que me sigue, en la oscuridad. Ruido que cada vez oigo más cerca. Cuando me paro, nervioso, compruebo que es un principio de asma que estoy padeciendo y que el ruido lo hago yo mismo al respirar. Es un pito ronco. Me quiero reir por mi paranoia, pero no puedo.

Voy ligero. El sendero es llano y sin demasiadas piedras. Consigo sacar puntas de velocidad de 6,5 incluso 7 Km/h sin correr, pero aquello parece no acabarse nunca.
La senda de l'Avetar tiene tres túneles. El primero es posible pasarlo a pie, pero los siguientes hay que flanquearlos por el monte.
Cuando llego cerca del segundo túnel, veo troncos, ramas y piedrecillas sospechosamente arregladas sobre el sendero. Yo no veo la boca del túnel, porque ya digo que es noche cerrada, así que al avanzar y comprobar que allí estaba el túnel, tengo que ponerme a investigar por dónde pasarlo. Tras 5 minutos dando vueltas por la zona (insisto: no hay más luz que la del frontal), decido subir por un lateral del túnel, a la derecha de la marcha, por donde parecen indicar las ramillas y piedras dispuestas sobre el sendero.
Aquella senda se precipita hacia abajo durante un rato y luego parece que quiere volver a subir. Pero por la noche todos los gatos son pardos. Me cuesta encontrar el sendero que sube ladera arriba y cuando lo hago, han pasado más de 20 minutos. ¡¡¡Si eran menos de 100 metros de camino!!!.

El problema viene con el tercer túnel. Aquí encuentro nuevamente las señales que indicaban el sendero y me dispongo a bajarlo. Pero la zona por la que hay que pasar está formada por una tartera de finas piedras cubierta de vegetación y la ruta no es evidente. Resulta confusa incluso de día, así que menos aún de noche. Pasado un rato, empiezo a ascender para volver a buscar el camino, pero en un momento dado, creo encontrar una senda y me pierdo entre los abetos.

Avanzo unos 50 metros. No más. Al principio me extraña que la senda sea tan llana y no suba. Quizá solo se trate de un trozo entre árboles. Al final pienso que igual el túnel es más largo que el anterior y hay que salvar mayor trozo. Llegado a un punto, aparece una pared de abetos. Está claro que por aquí no es. Me doy la vuelta y camino 25 metros. Veo otro sendero hacia arriba. Lo sigo un poco y otra pared de abetos. Tampoco es por aquí. Vuelvo hacia atrás otros 25 metros y veo otro hueco entre los árboles, ahora hacia abajo. Continúo por aquí y debo bajar unos 150 metros. Está en buen estado. De pronto, me encuentro unas piedras y otra pared de abetos.
No es posible ... Me he perdido. Estoy dentro de un tupido y denso abetar, pasadas las 23:00, en ladera de umbría, sin luna y con un frontal que apenas ilumina 15 metros por delante. No conozco el terreno.
Saco el gps para ver en qué dirección estaba el refugio. ¡¡Sólo me quedan 650 metros en línea recta!!. A veces el gps dice que "señal débil". Demasiados árboles. Es lo que faltaba. Yo sé hacia dónde ha de estar. No hay posibilidad de error: siguiendo la curva de nivel, subiendo ligeramente. Pero ... ¿cuánto he bajado? ¿Dónde demonios estoy?
Me toca avanzar campo a través. Me paso un rato peleándome con los abetos, la ladera, que tenía más del 100% de pendiente, las zonas de árboles muertos, la densa regeneración, las laderas de piedras, musgo y tierra suelta. Resbalo infinidad de veces. Me caigo y golpeo repetidas veces. Siempre intentando buscar una ruta lo más recta posible y hacia arriba, buscando el refugio.
Aquí es donde me derrumbo moralmente por última vez. Me siento llorando desconsoladamente en un montón de piedras. Es lo que me faltaba, perderme a dos pasos del refugio.
Pero la rabia y el coraje aparecen cuando menos nos lo esperamos y sacamos fuerzas de la flaqueza más absoluta.

Finalmente, después de mucho subir, encuentro la plataforma del camino y me dirijo hacia el refugio, siguiendo el rumbo del gps, hasta que veo una luz parpadeante en la puerta. Cruzo un torrente mojándome los pies. Siento ansiedad y agobio. Entro derrotado. Son las 0:15.
El refugio está en silencio y todos descansan, pero en la habitación común consigo localizar a Anna, que estaba ya durmiendo. Busco un abrazo que no termino de encontrar y vuelvo a llorar con desesperación. Un principio de ataque de pánico y ansiedad. Menudo momento más desagradable: tenía que estar contento y satisfecho de haber acabado y sólo encuentro un vacío terrible. Es como si me dijeran que tengo que volver a empezar.
Encuentro un plátano por encima de la mesa. Creo que nunca me he comido uno con tanta ansiedad. No podía dejar de tragar y sin masticar. Y sin hambre.
En ese momento hubiera salido fuera a chillar como un loco. No estaba en mis cabales.

A la mañana siguiente volvemos a casa. Estoy derrotado, pero he conseguido completar la ruta en 29 horas y 20 minutos. Y en solitario. Me parece una barbaridad. No pienso repetir esta experiencia de esta manera.

Ya soy un finisher y casi un finished. Me la he hecho en menos de 48 horas. OBJETIVO CUMPLIDO.


Comentarios finales
  1. El itinerario es complicado seguirlo en mucho sitios, porque no existe sendero como tal, sino tarteras de piedras y más piedras, que hacen imposible saber por dónde meterse. Se hace necesario, casi indispensable, llevar un gps. El plano, por supuesto.
  2. He tenido suerte con los collados, ya que en ninguno de ellos quedaban neveros de nieve. Tampoco he tenido necesidad de pisar los que he encontrado.
  3. El consumo de agua ha sido tremendo. Como sabéis, suelo sudar copiosamente y debo hidratarme constantemente. Así pues, cada hora y media me bebía un litro de agua o incluso más. Eso ha supuesto una ingesta de más de 12 litros de líquido al día, 90% de ellos agua, aparte de otras bebidas isotónicas, coca-colas e incluso una cerveza en Colomina. Normalmente recargaba cada vez que entraba en un refugio el bidón de litro que llevaba, pero en más de una ocasión, me tocó tirarme de morros a un arroyo para beber y reponer el bidón. Todavía sin consecuencias.
  4. La vuelta a casa no ha tenido el sabor dulce de la victoria, sino el agrio de la desazón y el disgusto. No puedo decir que haya disfrutado de esta ruta. Al menos no de momento. Quizá con la prespectiva del tiempo, cambie de opinión.
  5. Recomiendo hacerla en 4 ó 5 días y con una buena compañía, que ofrezca una conversación amena y apoyo moral mútuo. El paisaje vale la pena y se disfruta mejor de las cosas que se ven. Haciendo cosas como lo que yo he hecho, se le pasa a uno todo volando y no le da tiempo a saborear la experiencia.
  6. Me he quedado sin camiseta, porque no tenían de mi número. Parece que a los "depiladitos" les gustan bien apretadas y que la gente grande no suele hacer montaña. O es que somos menos y por eso nunca tienen de nuestra talla.
  7. Creo que he conocido a gente muy interesante de entre los miembros de Misjueves que querían hacer la skyrunner. Lástima no haber coincidido antes con ellos y que las condiciones no acompañaran demasiado esta vez. Lo siento, compañeros.
  8. Pero lo mejor ha sido la compañía, como siempre, y sin lugar a dudas. Cuando la he tenido cerca.
De esta excursión debo contar además con los siguientes recuerdos:
  • Tendinitis en la cara interna de ambas rodillas, que remite poco a poco.
  • Algunas agujetas, pero muchas menos de las esperadas.
  • Al menos 5 dedos con traumatismos bastante aparentes. Espero conservar las uñas. (actualización 12-oct-2009: al final, se me cayeron 4 uñas completas).
  • Un tirón en el gemelo, que al final quedó en molestia.
  • Un fuerte traumatismo en la cara interna del tobillo derecho, con derrame interno de líquido.
Espero no haberos aburrido con la crónica. Necesitaba hacerla.

4 comentarios:

  1. Leyendolo se me han puesto los pelos como escarpias.
    Jose Luis.

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  2. Supose que ets tú, el meu José Luís.
    Gràcies pel comentari. Em deixe unes quantes coses sense contar, però resulten molt més personals.
    Ha sigut una experiència que no crec que puga oblidar mai.
    Me haguera encantat poder disfrutar-la com s'ho mereixia, però això haurà de ser altra vegada.
    Salut, amic.

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  3. Benvolgut
    Estic pensant des de fa temps i temps fer la carros en solitari, ja que habitualment faig muntanya així, però sempre d'un sol dia, planificant molt bé, i informant molt bé sempre a la meva dona de tot...però llegint la teva aventura, crec que ho pensaré molt i molt abans de pujar a fer-la.
    Pd...és cert el que comentes de l'actitud més o menys generalitzada de la gent que porta els albergs,...els que acostumem a fer muntanya perquè estem tips de la societat que tenim al voltant sorollossa, bruta i poc solidària,...acabes derrotat quan a sobre trobes gent esquerpa, seca, maleducada fins i tot al refugi, quan el que necessites és tot el contrari, sobretot els que anem sols...
    Si al final decideixo fer -la ho compartiré amb el teu blog....malgrat he vist que parles del set 2009!
    Salut
    Pep

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    1. Benvolgut Pep,
      T'anime a que faces la ruta. Val la pena. Fes-la amb calma, perquè hi ha molt per gaudir i per veure. 3 ó 4 dies és més cómode i agradable.
      La crònica és antiga, cert. Altra época de la meua vida. Potser en aquells moments no deuria haver fet aquesta ruta, però això és tot passat.
      Si aquesta ruta la fera ara, la cosa seria ben diferent, perquè crec que físicament, ara podria fer-la sense cap complicació física, inclús tot en un sol dia, però pense que no em compensaria. La muntanya és per traure-li suc poquet a poquet, no ràpidament. Per còrrer, preferisc les pistes forestals o els camins, la veritat.
      El temps deixa les coses al seu lloc i posa a tot el mon on li toca.
      Gràcies pel teu comentari.
      Et desitge molta muntanya i per molts anys.
      Salut.

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