martes, 28 de mayo de 2013

Hay que buscarse un amante

Hay que buscarlo y saber mantenerlo con ilusión, cada día.
Y tú ¿ya tienes el tuyo?

HAY QUE BUSCARSE UN AMANTE

Muchas personas tienen un amante y otras quisieran tenerlo. Y también están las que no lo tienen, o las que lo tenían y lo perdieron. Y son generalmente estas dos últimas, las que vienen a mi consultorio para decirme que están tristes o que tienen distintos síntomas como insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis de llanto o los más diversos dolores.

Me cuentan que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan nada más que para subsistir y que no saben en qué ocupar su tiempo libre. En fin, palabras más, palabras menos, están verdaderamente desesperanzadas.

Antes de contarme esto ya habían visitado otros consultorios en los que recibieron la condolencia de un diagnóstico seguro:
"Depresión" y la infaltable receta del antidepresivo de turno.

Entonces, después de que las escucho atentamente, les digo que no necesitan un antidepresivo; que lo que realmente necesitan, ES UN AMANTE.
Es increíble ver la expresión de sus ojos cuando reciben mi veredicto. Están las que piensan: ¡Cómo es posible que un profesional se despache alegremente con una sugerencia tan poco científica!. Y también están las que escandalizadas se despiden y no vuelven nunca más.

A las que deciden quedarse y no salen espantadas por el consejo, les doy la siguiente definición:
Amante es: "Lo que nos apasiona". Lo que ocupa nuestro pensamiento antes de quedarnos dormidos y es también quien a veces, no nos deja dormir.
Nuestro amante es lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. Lo que nos deja saber que la vida tiene motivación y sentido.

A veces a nuestro amante lo encontramos en nuestra pareja, en otros casos en alguien que no es nuestra pareja. También solemos hallarlo en la investigación científica, en la literatura, en la música, en la política, en el deporte, en el trabajo cuando es vocacional, en la necesidad de trascender espiritualmente, en la amistad, en la buena mesa, en el estudio, o en el obsesivo placer de un hobby...
En fin, es "alguien" o "algo" que nos pone de "novio con la vida" y nos aparta del triste destino de durar.

Y que es durar? - Durar es tener miedo a vivir. Es dedicarse a espiar como viven los demás, es tomarse la presión, deambular por consultorios médicos, tomar remedios multicolores, alejarse de las gratificaciones, observar con decepción cada nueva arruga que nos devuelve el espejo, cuidarnos del frío, del calor, de la humedad, del sol y de la lluvia.
Durar es postergar la posibilidad de disfrutar hoy, esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que quizás podamos hacerlo mañana.

Por favor no te empeñes en durar, búscate un amante, se vos también un amante y un protagonista... de la vida
Pensá que lo trágico no es morir, al fin y al cabo la muerte tiene buena memoria y nunca se olvidó de nadie.
Lo trágico, es no animarse a vivir; mientras tanto y sin dudar, búscate un amante...
La psicología después de estudiar mucho sobre el tema descubrió algo trascendental:

"Para estar contento, activo y sentirse feliz, hay que estar de novio con la vida".
JORGE BUCAY

miércoles, 8 de mayo de 2013

De tardes extrañas, encuentros y rogaines

8 de mayo de 2013 - 18:30.
Ya no podía más. Tenía la necesidad de salir a trotar un poco, a quemar nervios, a consumir ansiedad. Hay vida más allá del estudio (snif).
Si no, acabaría por subirme por las paredes.

He vuelto a casa a las 16:45 sin comer, aunque bien almorzado, así que, tras ligera somnolencia, he decidido ponerme las zapatillas y dirigir mis pasos a cumplir con mis derechos democráticos, allá, en la universidad.
Pero hoy tenía que ser diferente. Presentía que era un día especial.
Frente al Mestalla, al parar en un semáforo, reconozco la cara de un chiquillo. Me quedo mirando de frente y también reconozco al hermano.
- "¿Alejandro? ¿Carlos? Cuánto tiempo. Qué alegría. ¿Os acordáis de mí?" (jajaja).
Sorpresa inicial, desconfianza, pero Alejandro sí me ha reconocido. Están grandísimos.
Me despido y sigo mi trote sin fin.
Llego a mi destino resollando, sudado y dando la nota. Todos los presentes me dedican una mirada inquisitiva.
Ante la mirada atónita de la mesa, de edad indefinida, pero claramente avanzada, saco mi identificación del minibolsillo del pantaloncillo de correr, ligeramente humedecida por el sudor. Comentarios jocosos para aliviar la tensión del momento, de mis pintas y de la identificación húmeda. Ejerzo mi derecho al pataleo.
- "¡Vota!".
Vuelta a buscar el río, en el que me sumerjo a la altura del Gulliver. La tarde se ha animado y el paisaje está más concurrido de lo habitual. No suelo trotar a estas horas (19:45). Muchas caras bonitas, cosas interesantes que ver, distracciones, curiosidades y conversaciones pilladas a medias.
Imposible aburrirse: gente con perro, sin perro, con zapatillas de tenis, con pinta de atletas, de ruta del colesterol, amigos picados a ver quién aprieta más, trail-runners con camisetas de montaña o mochilas de hidratación (fffuuu), un equipo de rugby ... Mucha fauna exótica y colorida. Ritmo de carrera marcado por grupo de batucada o bachata y botellón ecuatoriano.
Cerca de casa, me encuentro con mi primo. Hacía meses que no le veía. Alegría y sorna.
- "Entonces ... ¿es cierto que bajas?"
- "Cachondo. Sabes que tengo más fondo que tú ..." - y otras puñaladitas cariñosas (jajaja).
Nuevamente me confirma que no vendrá al rogaine del 18 de mayo en Tuéjar. Lástima. Tampoco esperaba otra cosa, la verdad. Es el sino del orientador, ser un incomprendido y que le rechacen las invitaciones a gente que "sólo corre" una y otra vez. Ellos se lo pierden.
Llegada agónica. He perdido la costumbre de los 15 km por entrene. Qué rápido se pierde el fondo. Tengo que volver a ponerme las pilas en cuanto vuelvan los buenos tiempos.