viernes, 13 de agosto de 2010

Sobre la Monte Perdido Extrem

El pasado 16 de julio de 2010 por la noche llegamos César y yo a dormir al refugio de Pineta. Veníamos de completar la subida al Macizo de Vignemale y estábamos cansados.

Poco después de la cena, pudimos observar con curiosidad un grupito de 4 chavales con pinta de corredores, que se movían inquietos en el comedor común.
Estaban "nerviosetes", no paraban de hablar en voz alta y de hacer comentarios jocosos, a pesar del semblante serio, de pura concentración y nervios.
Sus caras me sonaban bastante. Uno de ellos lucía una camiseta de una carrera de montaña o de un club de Borriol.
- "¡Je! ... estos ya sé de qué van", pensé para mis adentros.
Verificamos que eran paisanos cuando comprobamos que hablaban un valenciano con fuerte acento de Castellón.
Se movían alrededor de una mesa, sobre la que había depositado diverso material de montaña y botes de todo tipo.
Bajo la atenta mirada de uno ellos, a guisa de gurú del grupo, preparaban con delicadeza bolsitas de polvo blanco, que depositaban en hilera, como un valioso alijo. En cada uno de los saquitos, la dosis de sales y proteínas necesarias para rellenar la mochila de agua que les ayudaría a completar la Monte Perdido Extrem. Al menos, eso nos atrevimos a deducir.

Como hacía tan sólo 4 días que bajé de hacer la misma ruta, pero sin apuntarnos a la "travesía", y recordaba perfectamente la gran cantidad de nieve que encontramos Julio, Cris y yo por el recorrido, y como últimamente tengo ese extraño e innecesario instinto de preocuparme por los demás, me planteé una y otra vez si debería comentarles que la ruta exigía el uso de crampones, que no eran un capricho.
Pero el sentido del ridículo me impidió acercarme a hablar con ellos. Parecían muy seguros de lo que estaban haciendo.
Mientras volvían a hacer repaso de las cosas que tenían que llevar, comprobaban el estado de las mini mochilas, etc., me acerqué a hablar con Quique, uno de los guardas de Pineta, que estaba sentado cerca de nosotros, y le comenté mis inquietudes.
Me miró de arriba y abajo y me dijo que "no era problema mío, que él ya les había avisado". Parece ser, por lo que comentamos, que había mucha gente que no llevaba crampones o como mucho llevaban "pinchos" para las zapatillas. A él no le parecía bien, ni acababa de entender el tema, tan alejado del tradicional espíritu montañero, pero ... hay gente para todo.

Por lo que me he podido enterar después, salieron el 17 de julio de 2010 a las 6:00 y a las 8:30 ya estaban en Espuguettes. 12 horas y 20 minutos después volvían a Pineta, completando el recorrido. Así lo he podido leer en el Facebook. Flipante.
No sé si han hecho ya la crónica, pero las fotos las tienen comentadas aquí.

Por más vueltas que le doy al tema, sigo sin entender estas barbaridades y cómo hay gente que puede disfrutar con tanta distancia y en tan poco tiempo. Apenas pueden apreciar el paisaje. Y de noche ... menos todavía.
Además, las condiciones de la ruta, en este caso con mucha, pero que mucha nieve, entiendo que hacen totalmente desaconsejable salir a trotar sin crampones. Y los pinchos de las zapatillas no creo que sean para laderas con fuertes pendientes, aunque no bajaran por Tucarroya.
Pero todavía lo entiendo menos cuando algunos de ellos hacen que toda su vida gire alrededor de estas cosas, de forma obsesiva. Creo que les debe faltar un regón o algo peor. Les falta coger color en la mata o ya están de vuelta de todo. Lo peor es que siento compasión por ellos, por tanta obstinación con el tema, capaz de arrastrar a cualquiera.

Supongo que nunca lo entenderé ... o que tendré que sumarme al carro.
Cada cual que haga lo que quiera, está claro, y conste que esto no es más que una opinión, que coincide con la de la crónica de la Carros de Foc en dos días que hice el año pasado (ayyysss ... ese nudo en la garganta, que todavía aprieta cuando la recuerdo ... puf), pero repito ... no lo entiendo.

Al paso que voy con los entrenes, en un año podría hacer cosas así en menos de 24 horas. Estoy seguro de ello. Aunque primero tendría que encontrarle la gracia, la verdad (jajaja).

4 comentarios:

  1. Curiosa observación...

    Yo ese día también estaba allí presente, aunque no por los motivos que citas; quería ver el Tour, que estaba a pocos kilómetros de Pineta y realizar alguna ruta con mi BTT.

    Yo creo, desde mi punto de vista particular, que uno disfruta del monte de diferentes formas, pero no por ello hay que "meterles una denuncia psicológica" por ir a "altas velocidades".

    ¿Qué velocidad sería la adecuada o la permitida para avanzar por el monte? ¿Hay que limitar la velocidad o hay que limitar el disfrute? Sinceramente son 2 preguntas que dan que pensar...

    Expondré mis propias experiencias:

    Hace años subi al lago de Ordiceto en mi BTT sin apenas cansarme (y eso que iba por encima de 160 pulsaciones) y a una velocidad impensable a esta edad y estado de forma. El mismo día que estos chicos intentaban dar la vuelta, subí al mismo lugar, pero lo único que conseguí fue, sufrir tanto, que apenas disfrute del paisaje... y eso que iba más despacio que el paso de una persona...

    Con esto quiero decir que no hay que criticar el uso (siempre que respete el medio) que uno da a su cuerpo en plena montaña, pues lo importante es el disfrute de las cosas y si estos disfrutan yendo más veloces que otros pues...

    Si el exceso de velocidad es lo criticable deberíamos reflexionar si el paso de una persona es suficientemente rápido para disfrutar o no... Con máquina de fotografiar en mano, si quieres llevarte a casa toda la belleza que te rodea, te aseguro que desde el Refugio de Pineta al inicio de la senda que sube al Balcón, tardarías más de 24 h.

    Tú mismo dices: Supongo que nunca lo entenderé ... o que tendré que sumarme al carro...

    Si algún día tu forma física te permite subir y bajar a el Perdido desde Pineta en 8 h. Ya me dirás si disfrutaste o no.

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  2. Hola, Tomás,
    Estoy completamente de acuerdo con tu comentario y en el fondo coincido contigo en que cada cual tiene que hacer lo que pueda disfrutar.
    No es esa la cuestión.
    Mi "problema" es que no termino de entender esa forma de "disfrutar la montaña". No es una "denuncia psicológica", es que, simplemente, no lo entiendo.
    En cuanto al reto que me planteas, creo que ya tengo el físico suficiente para hacer la subida al Perdido desde Pineta en menos de 8 horas , como comentas. Ida y vuelta, claro. E incluso estoy preparando alguna ruta "destroy" para los próximos días a pie. Pero sé que voy para buscar mi límite, disfrutando más del físico que de la ruta, porque con tanta "velocidad" y ansia por "comerse" montañas no es posible disfrutarlas como tal. Al menos yo no lo veo posible.
    Gracias por el comentario y hasta pronto.

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  3. Hola, Mario,
    Te felicito por el blog y por tus ricos comentarios
    Hace unos años hice la carros de foc con mi mujer y mis hijos pequeños y me lo pase pipa, al acabar tiramos con satisfacción las gorras al aire. Hice un albún de fotos espectacular, vimos toda clase de animalitos, disfrutamos de la ducha y de la cena en casi todos los refugios, hicimos amistad con montañeros de todas las edades y nacionalidades, muchos hacían el GR Pirenaico y hablamos con los guardas, que son de la misma opinión, estas carreras de montaña son una locura, un sinsentido, una pallasada, yo las limitaría a un día y ese día yo no iré a la montaña.
    A la montaña se la ha de respetar, ya es bastante peligrosa, como para ir casi desnudo con la intención de hacer un buen tiempo y pensar que no nos perderemos, no nos mojaremos o no nos congelaremos, ya ha habido corredores muertos incluso en pruebas oficiales. El final de toda esta moda que es ¿se puede subir al Everest en zapatillas?. Yo creo que están c... fuera del tiesto.
    A mi, si que me fastidia, porque tiran las latas de Redbul por el camino, destrozan las tarteras como la del Pedraforca ( se podría hacer un estudio sobre como estará la brecha de tucarroya dentro de un par de años y denunciar a los responsables), en las bajadas pocos respetan la prioridad del que sube, no me imagino cruzarme con un corredor que tiene prisa en la cadena de los Sarrios. Entiendo el desprecio de los guardas, a una actividad que les lucra pero con la que están en desacuerdo, para fichar en estos refugios pagados por la federación de montaña, deberían tener la licencia anual pagada y unos conocimientos de respeto al medio, ya que el Perdido no es un estadio de atletismo, es un Parque Nacional. Jorge Bordas

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    Respuestas
    1. Hola, Jorge,
      Estoy de acuerdo contigo. Es la filosofía del "slow mountain", pero la gente se mueve por modas y desde hace unos años se está imponiendo la de los retos extremos, olvidando la filosofía original del montañismo.
      Fíjate el Everest: no suben corriendo, pero la subida es un circo de gente, muchos apurando su físico y su salud para conseguir ... ¿la gloria?
      Llegará un día que veremos un teleférico hasta la cima, sólo para satisfacer la "demanda del mercado del ocio". Es lo que hay.
      Cada cual que haga lo que crea conveniente. Yo prefiero la esencia primitiva y básica de la montaña, y eso que yo también corro de cuando en cuando por la montaña (jejeje).
      Tal vez sea un romántico anticuado en ese aspecto.
      Un saludo.

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