jueves, 29 de octubre de 2009

Viaje a Jordania

Marhaba (hola). Ya he vuelto de vacaciones con muchas cosas que contar, pero, como otras veces, se me plantea la pregunta: ¿cómo resumir tantas sensaciones y experiencias en unas pocas líneas?. ¿Acaso será posibe?. Me temo que no, pero haré lo que pueda. Lo prometo.

Como ya comenté, me quedaban un montón de días de vacaciones que he ido guardando este año, pensando en el otoño e invierno y en la forma de aprovecharlos de forma productiva con lo que fue una buena compañía. Compañía que ya no está. Ahora esos proyectos de viajes y excursiones son viejos sueños de un pasado enterrado aceleradamente. Muchos planes, como siempre. Quizá demasiados y sobre los que puse demasiadas ilusiones.
Como ya sabéis, las cosas han cambiado radicalmente, sin aviso previo, y eso me ha obligado a replantearme muchas de aquellas cosas que tenía previstas y que ahora debo reorganizar para ir haciéndolas, pero poco a poco. Sigo poniendo orden en mi vida y voy haciendo lo que puedo. Ya sólo debo contar conmigo mismo y eso abre un mundo nuevo de oportunidades sorprendentes que no voy a dejar pasar. Y cada día son más y mejores.
Lástima haber estado tan ciego, aunque ya lo dice el dicho : "... puente de plata". Pues eso.

Como las cosas no ocurren sino por "causalidad", un amiguete (Javi) me comentó que se iba solo a Jordania una semanita de vacaciones. Le pedí que me contara un poco lo que iba a ver y, aplicando el principio del "pensat i fet", me apunté, hice la maleta y nos hemos ido juntos. Todo en menos de una semana. Realmente, no sé si llegué a pasar por la fase del "pensat" (jejeje).
Pero puedo afirmaros que ha sido uno de mis mayores aciertos en mucho tiempo.

18 octubre. Madrid - Amman
A las 8:00 salida en autobús a "Madriz", con el Autores. Tras combinación de metro, llegada a la T4 para sufrir las consabidas colas y embarcar en el avión a las 16:00. Vuelo charter a Amman.
Llegada al hotel, tras unas 5 horitas de vuelo. Allí tienen una hora más que en España (GMT+2, o sea, hora de Canarias+2).

19 octubre. Amman - Ajloud - Jerash - Amman
Salida a las 8:00 en dirección a la fortaleza de Ajloud (o Ajlud), de la época de las Cruzadas. La subida se realiza en camionetas Toyota (cómo no), con un pick-up preparado para sentar unas 8-10 personas, ya que el autobús no puede subir. El castillo está bastante bien conservado. Las vistas son muy buenas y el paisaje me recuerda mucho a Andalucía, muy mediterráneo, mucha luz, con campos de olivos, bancales y pinos por todos lados.
Hacia las 11:20 visitamos Jerash (Jarak o la antigua Gerasa). Es una de las ciudades romanas mejor conservadas del mundo, aunque está poco excavada. A destacar la plaza oval, el templo de Zeus, el templo de Artemisa, el arco de Adriano, el cardus maximus, los dos decumanus, el hipódromo (donde hacen representaciones de lucha de gladiadores y carreras de cuádrigas) y los teatros norte y sur. Muchas edificaciones bien conservadas y mosaicos al aire libre. Es un sitio para perderse un rato entre piedras e imaginar la ajetreada y bulliciosa vida de aquellas gentes. Hace calor (unos 35 ºC y muy secos).
Por la tarde, vista general de Amman con rápida visita a la ciudadela (en la que no entramos) y un rato libre por la zona comercial (el downtown), junto al teatro romano, que es lo más parecido al clásico zoco o bazar (como tal, no hay en Amman), con tiendas agrupadas por temáticas y en las que el precio de algunas cosas es de risa. El regateo es un vicio (jejeje).

20 octubre. Amman - Castillos del desierto - Mar Muerto - Amman
Salida a las 7:30 con el autobús. Somos unas 23 personas. El grupo parece que es bueno y hemos empezado a juntarnos por edades y afinidades. Coincidimos con tres maños, dos chicas de Sabiñánigo y un chaval de Zaragoza. Jorge, Yolanda y María. Muy majos. A partir de aquí, mantendremos un buen feeling con ellos el resto del viaje. También una pareja de Madrid (Enrique y Herlinda) y una chica de Valencia (María).
El desierto hacia el este del país es inmenso. No es el típico de arena, ya que se encuentra cubierto de cantos de basalto y lava, de pequeño tamaño, muy erosionados por el viento. Las vistas son inabarcables. Junto a la carretera se ven muchos puestos de policía y bases militares. Esta carretera lleva hacia el este, hacia la profundidad de la nada, directa a Iraq.
Visitamos Qasr Amra, que son unas termas omeyas, patrimonio de la humanidad, con interesantes frescos humanos, a pesar que la religión musulmana las prohibe expresamente. Son impresionantes.
La siguiente parada es en la fortaleza de Qasr Al Azraq o fortaleza azul, de bonito basalto azulado por la presencia de cobalto y edificada por los romanos junto a un oasis. Me resulta muy fría y no me dice nada.
El último de los edificios a visitar es el Qasr Al Kharaneh. No es estrictamente un castillo, sino un caravasar, donde las antiguas caravanas que cruzaban el desierto encontraban alojamiento y protección. Está bastante bien conservado y resulta impresionante. Oscuro y fresco, a pesar de estar en medio del desierto.
Por la tarde visitamos el Mar Muerto. Aquí puedo presumir de haber estado en el punto más bajo de la Tierra (-416 m por debajo del nivel del mar). En el más alto no creo que llegue nunca a estar, pero el más bajo ya lo he visitado (jejeje). Necesariamente nos hemos bañado. Cómo no. La sensación del contacto del agua con la piel es jabonosa. Tiene tanta sal el agua que forma una película sobre la piel, sobre la que resbalan suavemente las manos. Se flota sin ningún problema ni esfuerzo, con más de la mitad del cuerpo fuera del agua. De hecho, hay que tener cuidado con no girarse por descuido y acabar con la cabeza dentro del agua.
Se me ocurrió mojarme la cabeza, resbalando el agua hasta los ojos y tuve que volver rabiando, con los ojos escocidos y medio ciego, hasta la toalla para aliviarme un poco. Menos mal que tenía a mano algo de agua potable y pude lavármelos. A pesar de todo, estuve más de 15 minutos escocido y dolorido. El sabor del agua, más que salado, resulta amargo.
Dicen que por 30 minutos de baño se rejuvenecen 5 años. Debo haber quedado irreconocible, porque estuve más de 45 (jajaja).
El acceso al Mar Muerto lo hicimos en un sitio llamado "Amman Beach", que tiene una bonita piscina de agua dulce en dos pisos. La puesta de sol ha resultado espectacular. Desde aquí, al otro lado del mar, se ven las montañas de Jerusalem.
Se podía ver que las mujeres autóctonas se bañaban completamente vestidas, junto a sus maridos en bermudas. No importa si es en el mar o en la piscina. Me impactó ver cómo entraban con su pañuelo en la cabeza y pantalones vaqueros dentro del agua, saliendo completamente mojadas y se volvían a casa sin cambiarse. Algunas chicas, claramente de la zona, de grandes ojos negros y hermoso pelo negro ondulado, estaban en bikini, pero son una minoría.
Durante las excursiones tenemos un policía turístico que nos acompaña en el bus. Se le ve aburrido y se nos apalanca cerca. Intenta hablar con nosotros, sobre todo con las chicas. Tiene 25 añitos. Como no sabe demasiado inglés, se explica mucho por gestos. Es gracioso, pero algo pegajoso. Nos tememos que le he gustado un poco más de lo que yo quisiera. A la mínima, me coloca el pañuelo en la cabeza, me coge el brazo o intenta comunicarse conmigo. Me enseña fotos suyas en el móvil. Caramba ... qué suerte tengo (glups). Lástima que no ve gusten los machorros (jajaja). Aunque la conclusión general es que a este le tira a la carne y al pescado. (jajaja).

21 octubre. Amman - Madaba - Monte Nebo - Al-Kerak - Wadi Musa
Salida a las 7:45 con el autobús. La primera parada es en Madaba, la ciudad de los mosaicos, en la que todavía se puede ver el trabajo artesanal con trocitos de mármol de colores en diversos talleres. Visitamos la iglesia ortodoxa de San Jorge, para admirar su famoso retablo (siglo VI), representando un mapa de la zona de Oriente Próximo. Es una ciudad con mucho movimiento de turistas y comercio y tiene una importante población cristiana.
La siguiente parada es el Monte Nebo, donde se supone que murió Moisés tras ver la Tierra Prometida (el valle del Jordán). Espero que aquel día viera más que nosotros, ya que la calina era bastante intensa y la visibilidad muy pobre. Es un sitio que no me dice nada. Muchas ruinas, mal conservadas y demasiada gente.
La última visita es a la fortaleza de Al-Kerak (o Al-Karak). Es una impresionante construcción de la época de las cruzadas algo deteriorada, que todavía está en proceso de excavación. Tiene más de 6 pisos de altura en algunas zonas.
Como perdimos al guía durante un rato (nos pasó por ir charrando con los maños a toda hora), salí al trote, adelantándome a ver si lo localizaba por el castillo. Caminando entre los túneles y pasadizos me encontré un grupo de japoneses pidiendo ayuda en inglés. Siguiendo sus indicaciones, entré en una sala, donde había un hombre mayor que sangraba abundantemente por la cara, ante la aprensiva mirada de todos los presentes, que estaban paralizados por el espectáculo. Me lancé sin pensarlo sobre él, a lo bombero torero, y pedí agua para limpiar la zona de la nuca, de donde se veía salir la sangre. Conseguí, en mi pobre francés, hacerme entender para que se girara y se pusiera de costado, en vez de a cuatro patas. Estaba aturdido, dolorido y desorientado. Pedí agua y empecé a limpiar la zona de la nuca y la cabeza. Indiqué a un presente que le hiciera algo de aire. Se había caído por un hueco desde la parte superior a una de las salas inferiores, a unos 3 metros de profundidad, golpeándose y erosionándose la base de la cabeza y la nuca en la caída. Hice lo poco que podía con los medios que tenía hasta que llegaron dos turistas que decían ser médicos, que empezaron a explorarlo. En ese momento, expliqué lo hecho en inglés y me retiré discretamente. Es curioso cómo se reacciona cuando estamos en una situación así y yo siempre me tiro al ruedo, sin pensarlo. De bombero torero auténtico. Estoy orgulloso de mi reacción.
Ahora había que volver a localizar a mis compañeros, que habían oído lo del accidente y estaban preocupados por si el afectado fuera yo (jejeje). Aclaradas las cosas, visitamos la fortaleza, que resulta admirable.
A partir de este día y de la anécdota del señor accidentado, Mario se hizo, cómo no, famoso entre todos sus compañeros de viaje. No sé cómo me las apaño, pero siempre me pasa y eso que buscarlo, no lo busco, pero me lo encuentro (jajaja). Tuvimos un "Mario" en boca de todos para el resto del viaje. Qué solicitado.
Por la tarde, nos dirigimos a Wadi Musa, junto a Al-Batra (Petra). Mañana será la esperada visita.

22 octubre. Petra
Salida a las 8:00. Tenemos la suerte de estar alojados en un hotel a menos de 5 minutos andando del centro de recepción de visitantes. Menudo lujo.
Petra es un sitio magnífico. No tengo palabras para describirlo. Un día de visita me supo a poco. Me hubiera quedado varios días, ya que según la hora del día y la posición desde la que se mire, los colores de las piedras y sus formas van variando.
La entrada se hace a través de "Al-Siq", que es un pronunciado cañón de areniscas rojas, salpicadas de innumerables colores distribuidos en franjas o manchas irregulares, de algo más de 1 kilómetro y que desemboca en el edificio conocido como "El Tesoro".
Frente al Tesoro había un mar de gente, de beduinos en chiringuitos, vendiendo artesanía, de camellos y burros para el transporte de personas. Un poco agobiante. Pero si somos capaces de abstraernos de este tumulto, resulta espectacular.
Fuera de la necrópolis, quedan los restos de la ciudad, totalmente en ruinas, con muchos elementos romanos. El teatro ya no se puede visitar, está cerrado para evitar la erosión de la arenisca de los peldaños que forman la cávea.
Tras la hora de la comida, nos sugieren visitar el "Monasterio", que es otra portada espectacular, pero algo alejada del conjunto. Hay que subir unos 820 escalones hasta su emplazamiento y el guía asegura que son unos 45 minutos. Como estoy harto de autobuses y esta semana no he hecho nada de deporte, me lanzo a subir al trote, cada vez más rápido. He salido de los últimos y por el camino voy adelantando a mis compañeros de viaje, de mi grupo y de los otros grupos que íbamos desde España en el mismo vuelo. Algunos me miran sorprendidos cuando los paso. Abundan los comentarios jocosos sobre el ritmo endiablado que llevo cuesta arriba (jejeje). Voy subiendo de dos en dos escalones y a la carrera. ¿Qué necesidad tendré de sudar?, pero lo necesito. Al final, la subida la completo en menos de 20 minutos y todavía me da tiempo a subir trotando a dos puntales más, mucho más elevados, para admirar la vista del desierto de Wadi Araba, en el horizonte. Hay un profundo cañón a los pies del puntal. No hay árboles y sólo se ven algunas pobres matas. Una vista magnífica.
Bajo al edificio del Monasterio para esperar a mis compis, que aparecen al cabo de un rato. Voy completamente sudado. Llegan al cabo de un rato. Bajada tranquilita. Ya he gastado algo de adrenalina.
Descansamos en un chiringuito frente a las Tumbas Reales, tomando un té verde. Se me acerca el camarero y se ofrece a arreglarme el pañuelo de la cabeza. Me hace el tocado beduino típico. Jajajaja ... ¡¡pero qué sobona que es esta gente!!. Aunque yo creo que lo hacen simplemente como muestra de hospitalidad.
Aunque todos los beduinos no son iguales. Lo de algunos no tiene nombre. Muchos utilizan a sus niños y niñas pequeños para vender cosas a los turistas, cuando deberían estar en el colegio aprendiendo. Son graciosos, pero estarían mejor en clase que regateando por cuatro baratijas.
Ha sido un día muy entretenido. De los mejores del viaje.
Mañana volvería otra vez a ver la ciudad, pero nos tenemos que ir (snif).

23 octubre. Petra - Aqaba - Wadi Rum
Salida a las 7:30. El guía, que ya he dicho que es bien majo, ha decidido que vayamos a Aqaba, que no estaba en el programa. La carretera atraviesa el desierto del Negev.
La ciudad, como tal, no me dice nada. Visitamos un poco la zona del zoco y la parte más antigua. Nos acercamos a la zona del puerto, desde puedo decir que he visto (aunque no he estado) Israel (ciudad de Elat), Egipto y Arabia Saudí, así como parte del Golfo de Aqaba y la península del Sinaí. Qué cosas.
El mar es muy transparente y tiene buena pinta. Debe ser una gozada bucear en sus aguas.
Nos dirigimos hacia el desierto de Wadi Rum, donde nos espera una excursión en todoterreno. Este desierto es de arenisca roja y tiene un grano grueso. El color de las piedras y de la arena cambia según van pasando las horas del día y resulta un paisaje sobrecogedor. Mejor ver las fotografías, aunque no hacen justicia.
Pasamos la noche en una haima beduina, acondicionada tipo "hotel rústico". Alguna gente protesta por el "olor a camello". Yo no noto nada, pero no sé qué querrán encontrar en un sitio como este. Bastante es saber que hay una cama con somier y todo. Por mí hubiera dormido en el suelo, enrollado en una manta y mirando al cielo estrellado. Hubiera sido igualmente feliz.
La puesta de sol merece una mención especial e hicimos una pequeña excursión hasta una colina para poder apreciar mejor el paisaje. Muy bonita.
Por la noche cenamos en el campamento. Tenemos fuego de campamento, té con menta y música tradicional beduina. Bailamos y nos reímos alrededor de los músicos. Alguno se lanza a bailar el "Paquito el Chocolatero". Menuda juerga. Los jordanos son muy divertidos y entran al juego rápidamente.
Nos preparan un café al estilo arábigo, con cardamomo, tostando las bayas verdes sobre las brasas y machacándolas en un mortero especial. Toda una curiosidad.
Hacemos otra excursión a pie hasta un punto donde no hay luz indirecta y la vista del cielo es completa. Tenemos oscuridad casi absoluta. Menos mal que me he traído el frontal. Tumbados en la arena las sensaciones se multiplican. Silencio absoluto. El cielo está muy nuboso y se ven pocas estrellas entre los jirones de cielo raso. Lástima.
Nos retiramos tras 20 minutos de arenoso relax. En el horizonte empiezan a dibujarse relámpagos y una tormenta parece venir del mar.
A la hora empieza a llover en el desierto. Es noche cerrada. Arrecia a ratos y hay que refugiarse dentro de las haimas. Enrollados en mantas, con un vaso de té con menta y pegados a una burbujeante narguila con tabaco aromático observamos el desarrollo de la tormenta. Un espectáculo digno de dioses.
La gente comenta que qué mala suerte que llueva. Pero ¿cómo mala suerte?. Si seguramente lloverá 10 días al año y hemos pillado justo el día que lo hace. ¿Quién puede decir que ha visto llover así en el desierto?. Esto es todo un lujo asiático.
En algunas de las habitaciones ha entrado agua y la cama se ha mojado. En la nuestra no. Hay quien decide dormir en la zona de "estar", enrollados en mantas que huelen a humanidad, algunos dicen que a camello (jejeje).
El olor en el campamento mojado es intenso y curioso. Noche tranquila y fresca.
Tengo una sensación de completa paz en el silencio de la noche. Me quedaría una eternidad aquí, subiéndome a los distintos picachos y admirando la profundidad e inmensidad del desierto.
Nos retiramos a dormir a eso de las 2:30.

24 octubre. Wadi Rum - Amman
Nos levantamos a eso de las 5:30 para ver amanecer en el desierto. Las primeras luces nos las tapan los restos de nubes de la tormenta nocturna. Es curioso cómo cambia el color de las montañas con la salida del sol.
Después, desayuno y té alrededor del fuego. Risas y miradas perdidas en el fuego.
A media mañana salimos hacia Amman. Tenemos 365 km por delante. Detrás queda un lugar mágico que me ha fascinado.
El resto de la tarde presta para poco. Por la noche quedamos un rato con los maños, que están alojados en otro hotel.

25 octubre. Amman - Madrid
Hoy es el último día y la gente parece tener interés en volver al downtown para ultimar compras. Quedamos con los maños en el teatro romano y visitamos el Odeón y el Nymphae. Es curioso ver una ciudad típicamente árabe, cuajada de ruinas de la antigua ciudad romana de Filadelfia.
Subimos a la ciudadela para ver con detalle el templo de Hércules y el palacio omeya.
Comida por el zoco y tomamos un café en un bar que pone en su puerta "desde 1927" y yo creo que con la fecha indican el último año que lo limpiaron por última vez. Y poco. Puf. El té magnífico y el precio irrisorio (unos 0,5 €). Es un lugar en el que normalmente no entran turistas y tiene un curioso sabor colonial.
Hacemos tiempo y compras hasta las 19:30, hora en la que nos llevan del hotel al aeropuerto para volver a España. Saldremos a las 23:00.
Despedidas eternas y muy emotivas en la sala de espera. Nos pasamos datos de contacto. Ha sido una experiencia magnífica y la compañía y el grupo excelente. Hacemos planes de futuro: intercambio de fotos, bicicleta, Pirineos ... ya veremos.
Llegamos a España el día 26 de octubre a eso de las 3:30 de la madrugada. El vuelo ha sido bueno, aunque agotador. No me cabían las piernas en el asiento y acabo con las rodillas machacadas. Nos queda una espera que parece no tener fin hasta las 6:00, hora a la que cogemos un taxi para ir a la estación sur de autobuses para volver a Valencia en el bus de las 7:00. Llegada a las 12:00. Estamos muertos pero satisfechos.

Curiosidades
La moneda es el dinar jordano (1 DJ = 100 piastras), que resulta casi en paridad con el euro (1 DJ = 1 €, aproximadamente) y que tiene cambio fijo con el dólar (100 DJ = 70 $, aproximadamente). Es posible pagar con divisas directamente, sobretodo euros, que los cogen como dinares, ya que así ganan un poco más, ya que son más caros.
Se puede regatear bastante si se va en grupo de compras y se muestra uno algo indignado con los precios. El "uf ... it's very expensive", provoca no pocas caras de indignación en el vendedor, que rápidamente exige una contraoferta. Incluso en Amman. Fácil conseguir un 20% de descuento.
Presumen que la segunda lengua del país es el inglés, pero costaba entenderse con los autóctonos en esta lengua. Especialmente con los taxistas. Al final pedíamos en el hotel que nos escribieran en un papelito las señas de los sitios en arábigo y así resultaba todo más sencillo.
En Amman los taxis amarillos son muy baratos y hay muchos por la calle. No hay casi otro transporte público. Cruzar Amman de punta a punta (son algo más de 1,5 millones de habitantes) puede costar menos de 2,5 DJ. Lo normal es 1,5 DJ. En Madrid, un viaje parecido me ha costado esta mañana 29,60 €. Menudo robo.
El tráfico es caótico. El intermitente no existe y los coches se incorporan a las avenidas sin ceder el paso a los vehículos de la vía principal. Los peatones cruzan por donde quieren o pueden, casi siempre a la carrera. No hay pasos de cebra o ya no se ve la pintura y se juega uno la vida cada vez que cruza la calle. A pesar del caos, parece que no tienen demasiados percances.
No es sencillo circular por las aceras, salvo en la zona comercial (semejante a un zoco, el downtown). Éstas no tienen continuidad y están llenas de obstáculos.
Hay policías por todos lados, turísticos, de tráfico o militares. Si la zona es turística, seguro que encontramos un "turistic policeman" armado, que amablemente nos atenderá en un inglés bastante decente. Nos movimos por la noche por calles sin demasiada luz y no tuvimos nunca sensación de inseguridad. Es un país muy tranquilo en ese sentido.
El textil que se vende es casi todo de origen indio o chino. A veces, sirio. No es fácil encontrar cosas del terreno. La artesanía, el textil, especias y alimentos son especialmente baratos.
La comida es muy parecida a la nuestra y me ha resultado muy grata: mucha verdura, mucha ensalada variada, algunos guisados de carne en salsa, sobre todo pollo y cordero. Todo muy especiado. A veces muy picante, pero siempre sorprendente. Sabores curiosos que tengo ganas de experimentar próximamente en casa. Pero lo mejor ha sido siempre las "mousse" conocidas como hummus (de garbanzos) y babaghanush (de berenjena), muy semejantes. Con pan de pita ambas resultan exquisitas. Y el yogurt. Nada que ver con el de aquí. La fruta escasea en los hoteles y buffets.
El alcohol, como era de prever, escaso y caro. Aún así, pudimos comprar ginebra nacional. Era raro encontrar un bote de cerveza por menos de 3 DJ. Recomiendo la cerveza "Petra", muy parecida a la Voll-Damm (ñam), aunque más dulzona, con 8º.
Soberbio el té con menta y curioso el sabor del café al estilo beduino o arábigo, con cardamomo. Aunque como café, sigo prefiriendo el express.
Por primera vez en tiempo, he podido ver que un grupo de españoles (los 23 que íbamos), nos pusimos de acuerdo en algo, al afirmar que el guía que nos tocó era especialmente bueno, gracioso, atento y celoso de su trabajo. Un cachondo mental. Se llamar Nizer (la "e" como una "a" larga). Su castellano era muy bueno, después de más de 15 años viviendo en España. Algunos en el barrio valenciano de Benimaclet ... ¡¡xe!!.

Si tuviera que volver mañana, que me encantaría, ampliaría el número de días en Wadi Rum, aprovechando para subir a alguna de sus montañas y disfrutar del silencio del desierto y sus constantes cambios de color. También es posible que me quedara un par de días en Petra. Uno no se cansa de pasear por allí y me supo a poco. Seguramente cambiaría los primeros días por una visita a Damasco y/o a Jerusalem, aunque esta última sea todavía peligrosa. El remate habría sido un par de días de buceo en Aqaba. Pero a todo no daba tiempo. Lo reservaré para cuando vuelva (jejeje).

La anécdota más curiosa del viaje, casi sin lugar a dudas, fue al llegar de vuelta a Valencia y coger un taxi en la puerta de la estación de autobuses. El taxista nos ayudó a cargar las maletas y, necesariamente, se fijó en algunas bolsas de mano. Ya en marcha, nos preguntó que qué tal las vacaciones y le dijimos discretamente que "hacían falta" "muy bien, gracias". Cosas insustanciales. De pronto nos suelta "¿qué? ¿os ha gustado Jordania?". Rápidamente me dí cuenta que había leído en árabe los caracteres de una de las bolsas y me explicó que "la bolsa que lleváis es de una de las zapaterías del centro de Amman ... y yo soy jordano".
Ha sido el colmo. Nos ha sacado el DNI, para que viéramos que no mentía, aunque no hacía falta. Se llama Jalil. Qué alegría me ha entrado. Parecía que estaba de vuelta por allí. Despedida con un fuerte abrazo y un "Shukran. Ma'assalama, habibi" (literalmente: Gracias. Ve en paz, amigo). Esta gente es amigable, cordial y hospitalaria hasta fuera de su país.
Yo me he apeado del taxi a mitad de carrera, pero el compañero luego me ha dicho que le ha cobrado menos de lo que marcaba el taxímetro. Parece que se ha alegrado más que nosotros del encuentro (jejeje).

Lo mejor: sin duda el Wadi Rum, Petra y el Mar Muerto, aunque tengo dudas en el orden entre el primero y el segundo. No sé cuál me gustó más. Y la radio de mi cabeza apenas ha sonado. ¿Se habrá quedado definitivamente sin pilas?. Eso espero.
Lo peor: El viaje de vuelta, que se me hizo eterno. 12 horas metido en el avión, autobús y varios taxis. De la excursión me sobraron las visitas a los castillos, ya que son interesantes, pero en España tenemos mejores y mejor conservados. Los habría cambiado de buena gana por una visita a Damasco o a Jerusalem, a pesar de cómo están las cosas por esta última. Pero era lo que venía en programa y eso hicimos. Además, el precio se disparaba. Otra vez será.

Tengo muchas fotografías, pero voy a poner sólo unas pocas y en calidad mediocre. Intentaré ir comentándolas.
Espero que os haya gustado la crónica.

1 comentario:

  1. jooooooooooo, despues de lo leido y de lo visto yo tambien me quiero a puntar a eso del "pensat i fet".
    Te paso mi correo para dejar de ser anonim@:lola_tortosa@hotmail.com.

    ResponderEliminar