viernes, 30 de abril de 2010

IX Marcha de resistencia Ademuz-Albarracín. 63 km y +2.000 m

Como el año pasado, este sábado 24 de abril he vuelto a participar en la marcha que organiza Paco Zen con el club CxM entre Ademuz y Albarracín. En su novena edición. Toda una clásica.
La marcha supone aproximadamente 63 km y unos +2.000 m de desnivel acumulado, con la comodidad de contar con un coche de apoyo que nos asiste cada 10 km más o menos, en el que se puede dejar la comida, la bebida y las mudas necesarias para no cargar con todo a la vez.

Del año pasado guardaba buen recuerdo, salvo del paso por la Hoz del Ebrón, y este año tenía ganas de repetirla. Contaba con la limitación de los dichosos puntos de la espalda, que me impedirían entrar dentro del río, ya que debía evitar remojarlos, así como hacer esfuerzos con los brazos.
Además, el miércoles pasado salí a trotar un rato y el jueves tuve entrenamiento con el equipo de orientación de la UPV y, tras 14 días de poca actividad, notaba el gemelo izquierdo bastante cargado.
Por lo demás, suponía un interesante reto ver cuál ha sido mi evolución desde la última marcha de este tipo, después del tute físico que llevo últimamente y pesando mucho menos de lo que pesaba (ahora apenas llego a los 86 Kg).

Nos hemos reunido 10 personas. Paco y Pere la van a intentar correrla entera, mientras que Enrique C, Kike, Candi y yo la haremos andando. El grupo de Sax, formado por "Cala", Juancar, Champi y David, se quedarán en Jabaloyas, en el Km 36, donde se darán un homenaje en el restaurante habitual. Para gustos, colores.

Nos levantamos a las 4:25 y salimos de Ademuz a las 5:15. Llevamos 15 minutos de retraso. Es noche cerrada y salimos del pueblo como los bandidos, abrigados por la noche. Contamos sólo con un par de frontales, pero pronto nos acostumbramos a la oscuridad.
Apenas hace fresco, el río Turia está cubierto por una niebla ligera y el cielo está cuajado de estrellas. Se distingue perfectamente la Vía Láctea y puedo identificar muchas constelaciones. Un lujazo. El camino está cubierto de hierba y pronto las zapatillas están mojadas del rocío.
Como Paco Zen va a correr, ha dejado la organización de la expedición a Enrique C, que lleva el GPS con el track y cartografía de apoyo. Me encanta ir de apoyo, así sólo tengo que caminar y disfrutar, colaborando en alguna cuestión puntual.
Enrique ha empezado marcando paso de legionario, por lo que pronto iremos recuperando parte del tiempo perdido en la salida. Me gusta.

Este año ha llovido y nevado mucho y los ríos van muy crecidos. El Ebrón lleva mucha más agua de la habitual y donde antes vadeando me llegaba a cubrir los pies, ahora me pasa por encima de la rodilla. Y lleva mucha fuerza.
A eso de las 7:10 llegamos a la entrada a la Hoz del Ebrón, junto a Castielfabib. Yo tengo claro que me iré por arriba, por el convento, porque no debo hacer esfuerzos ni remojarme, como ya he explicado, y porque no tengo ganas de pasar por donde el año pasado. Al menos esta vez.
Al cabo del rato, mientras descanso en una piedra al pie del pueblo y saludo al sol que sale tras la sierra de Javalambre, agradeciendo su tibia caricia que deshace la bruma matinal, oigo a mis compañeros de aventura. Han tenido que abandonar la Hoz del río, porque el caudal es muy elevado y la mayoría de las piedras que sirven de paso están ahora bajo el agua (glups).

Iniciamos nuevamente la marcha e intentamos cruzar el río por el puente del Barrioso, que se encuentra derruido desde hace años. Tan sólo queda uno de sus laterales, que se tiende unos 15 metros por encima del lecho del río, mientras el resto del puente ha desaparecido. Enrique lo cruza, a horcajadas sobre el muro de bloques. A continuación lo intenta Kike, pero duda. Es normal tener vértigo, dadas las condiciones. Finalmente, decidimos continuar por la carretera hasta El Cuervo. Cambiamos una bonita senda por una carretera, pero no vale la pena jugársela y caer al río desde arriba.
En la aldea de Cuesta del Rato, todavía en Valencia, por fin pasamos a la margen izquierda del río por el puente de la carretera.
Llegamos a El Cuervo, ya en la provincia de Teruel, a eso de las 8:45. Aprovechamos para hacer una pequeña parada de 10 minutos para almorzar.

Continuamos caminando sin novedad hasta las proximidades del paraje conocido como Los Estrechos, entre El Cuervo y Tormón.
Ya antes de llegar, los habituales badenes están completamente cubiertos de agua y tenemos que luchar con la corriente del río para poder cruzarlos. Está muy turbia y fría, pero se agradece, ya que permite descansar las piernas. El agua nos llega en algunos sitios por encima del muslo y nos empuja con fuerza. En algún tramo, nos tenemos que ir cogiendo unos a otros para asegurar el paso. Yo me divierto sacando fotos.
El monte rezuma agua por todos lados. Los caminos son cursos de agua y el río reclama las huertas de la ribera, dejando charcas y lodazales. Caminamos todo el rato con los pies mojados.
Los más veteranos de la marcha, como el hermano de Paco Zen, comentan con cierta sorpresa, que en las 9 ediciones que tiene la marcha, nunca habían visto el río tan crecido. En los laterales del cañón por donde deberíamos avanzar, salen grandes chorros de agua a presión y podemos ver incluso impresionantes cascadas que surgen de las paredes de roca, aquí y allá. Espectacular.
Así que mis compañeros también tienen que descartar entrar en Los Estrechos, ya que el río lleva demasiada agua, y deciden acompañarme por la senda de arriba hasta el molino y cascada de Calicanto. La cascada está preciosa.
Subida a Tormón y ligero almuerzo a las 11:45.
Aquí coincidimos con Paco Zen y Pere, que vienen corriendo desde Ademuz. Paco parece ir reteniendo el ritmo y el compañero no hace más que apremiarlo para que no se entretenga. Menuda pareja.

Nos ponemos en marcha hacia Jabaloyas, por el tradicional "Camino de las Pisadas". Llevamos 7 horas y media y nos queda más de la mitad del camino. Hemos recuperado algo de tiempo, pero los pasos del río nos han entretenido bastante y la gente tiene prisa por llegar a comer.
Llegamos a Jabaloyas a las 14:00, con 30 minutos de adelanto. Alegría y saludos a toda la gente: conductores, compañeros, amigos, corredores. El ambiente es fantástico. Foto de grupo y a comer.
Estoy muy entero físicamente y con más moral que en toda mi vida. Vaya forma de disfrutar.
Como otros años, la mayoría de la gente se queda a comer en el discreto restaurante del pueblo. El dueño está enfadado porque esperaba a 5 personas y le han aparecido 8. A pesar de todo, dudo que puedan acabarse la comida entre todos. Así de bien se come aquí ... y yo que desde hace casi un año que vengo diciendo que tengo que darme aquí un homenaje ... Volveré (jejeje).

Tras comer, descansar y despedirnos hasta el año que viene de los comilones, salimos hacia Valdecuenca a las 14:50. Vamos Enrique C, Kike, Candi y Mario. Llevamos buen ritmo, aunque tanto a Enrique como a mí nos gustaría trotar un poco, pero los compis no están por la labor. Dicen que ya será bastante si la acaban enteros. Pero qué exagerados.
El barranco de Valdecuenca es un río. La pista que recorre su fondo, por donde está marcado el PR, es un cauce surcado por un riachuelo de unos 2 metros de ancho y más de 40 cm de agua cristalina. Da gusto escucharla. Mis compañeros intentan una y otra vez cruzar el regato, que serpentea en el fondo del barranco, quitándose las zapatillas de forma repetitiva. Yo me voy riendo, mientras sorteo los pasos por un lateral del barranco. Voy haciendo la puñeta y riéndome de las muchas veces que lo cruzan y del fastidio que les supone vestir y desvestir los pies una y otra vez.
Yo he pasado una vez el riachuelo, mojándome los pies, pero ellos pasan más de 12, hasta que deciden seguirme por donde yo me muevo, campo a través. En más de un momento, mientras les hago algún comentario jocoso, me acusan de jugar con la ventaja del "orientador" y me amenazan con un "estàs guanyant-te una pedrà". No hago más que reirme. Sóc un punxa!! (jajaja).
Llegamos a Valdecuenca justo cuando acaba de empezar a llover. Apenas paramos en el pueblo y seguimos a buen ritmo.
Caminando por la carretera que une Valdecuenca y Saldón, nos cae un buen chaparrón. Se pasa casi 20 minutos diluviando. Me toca ponerme mi cortaviento amarillo canario y disfrutar del agua.
Llevo un rato intentando picar a Enrique C para que se ponga al trote, con todo tipo de artimañas, pero no hay forma. En este tramo de carretera parece que por fin se animan todos. A él le apetecía desde hace rato, pero somos 4 y los otros dos compañeros no están por la labor. Están reservando fuerzas, dicen.
Quizá sea por el asfalto o porque está bastante llano, pero nos ponemos los cuatro a trotar un par de kilómetros, hasta poco antes de Saldón. Candi y yo vamos juntos, mientras que Enrique espera a Kike, que está más tocado.
En Saldón esperamos a Gerardo para que venga con el coche a hacernos el avituallamiento. No viene y, tras 15 minutos de espera, decidimos ponernos en marcha. Nos sentimos algo abandonados. A mí me queda una barrita de reserva y no llegará a un litro de agua. Hoy estoy bebiendo poco. Menos mal que ha dejado de llover y no hace calor.
Subimos hacia la sierra que se encuentra al norte, por las Eras del Pozo, por el Puntal del Quemado y el Cerro de la Nava. Son lomas muy suaves, con abundancia de pastos, algunos árboles dispersos y que se encuentran en plena floración de gamones y labiadas. Allí donde se pose la vista, todo está verde y salpicado de florecillas. Parece un campo de golf de uniforme y homogénea que está la hierba. Es increíble. Nunca había visto el monte así. El sabinar de Valdecuenca estaba igual.
Cuando la loma empieza a redondearse y empezamos a llanear, mis compañeros, sabiendo que quedan unos 7 km, empiezan a picarse a trotar. ¡Bien ... por fin!. ¡Ya podréis, cuesta abajo! (jajaja).
Bajamos hacia la carretera de Bezas a Albarracín, hasta las Casetas de la Losilla Baja. Allí nos esperan los corredores (Paco Zen y Pere) y los conductores. Llegamos alrededor de las 19:25. Unos 20 minutos por encima del horario previsto. Paramos 5 minutos para beber y quitarnos mochilas y resto de impedimenta. Parece que el último trozo lo quieren hacer todos corriendo. ¡Bien!

Así que a las 19:30 salimos corriendo hacia Albarracín por el Barranco de la Fuente del Cabrerizo, entre peñas y pinos. Pronto empieza a diluviar. El sendero es un río y hay obstáculos por todos lados. De broma, comentan que parece una gymkana. Parece una carrera de orientación: charcos, camino inundado, troncos, piedras y el sendero apenas existe. Cada vez que entramos en el agua, acabamos todos salpicados. No dejamos de correr y encima me han puesto en cabeza, para que marque ritmo. Tengo complejo de liebre (jejeje).

La llegada a Albarracín es apoteósica. Son las 20:02, ha dejado de llover y ahora solamente chispea. Fotos y abrazos finales.
Las sensaciones me inundan por completo. La alegría me desborda. Estoy perfecto física y mentalmente. No me duele nada y todavía me queda cuerda para un rato. Estoy gratamente sorprendido de mí mismo. Ni siquiera tengo cargadas las piernas.

Es que ... ¡NO ME LO PUEDO CREER!.

El recorrido total nos ha costado 14 horas 56 minutos, de los que andando han sido 12 horas y 22 minutos. El resto de tiempo en paradas.
El año que viene volveremos si el tiempo, el físico y demás nos lo permite.
Gracias, Paco, por todo. Y gracias al resto de participantes por brindarme tan buena compañía y tan buenos momentos.






1 comentario:

  1. Sols de veure tanta lletra i tant d'esforç físic estic esgotada.

    Què bé t'ho passes, xè!

    Salut, Myrtus

    ResponderEliminar