Querido amigo,
Hoy he vuelto a comprender por qué te tengo tanto aprecio y respeto. En un día tan señalado, y a pesar de tus vanos esfuerzos, hemos conseguido que se te escaparan un par de hermosas perlas de esos ojos vivos y, aún con mil excusas, no has sabido ni contenerlas ni disimularlas. Era inevitable. Has conseguido emocionarnos a todos. Mientras intentábamos no perder detalle del momento, he notado cómo mi garganta se anudaba poco a poco. Y sé que no he sido el único. Si me hubieran pedido que dijera unas palabras, no hubiera podido. Seguramente me habría emocionado más que tú, ahogándome en sollozos.
Hoy me has vuelto a recordar por qué te tengo como uno de mis maestros. Quizá no te lo he dicho nunca, pero así es. Creo que, entre nosotros, los gestos han sido siempre más elocuentes que las palabras y siempre has sido una persona a la que he profesado mi más sincero aprecio y respeto. Y eso, a pesar de nuestras interminables discusiones, muchas por pura cabezonería. Tu sinceridad y franqueza aplastantes, tu obstinación y tu forma de ver las cosas, han hecho de tí un modelo de trabajador constante y tenaz, dispuesto siempre a aprender, a cuestionarse las cosas, a discutirlas y, sobre todo, a enseñar a quien tuviera ganas de escuchar.
Hoy tampoco he tenido el coraje o el valor suficiente para poder expresarte la grandísima suerte que he tenido al poder conocerte y compartir tantas cosas contigo.
Ahora estoy seguro que nunca encontraré a otra persona como tú. Que sólo puede haber un triste celador y que ese serás siempre tú. Siempre lo he sabido.
Creo que puedo llamarte amigo, además de compañero, y quiero desearte lo mejor. Empiezas una aventura a la que no sé si llegaré, y espero poder seguir disfrutando de tu compañía por mucho tiempo.
Por eso, te deseo suerte con todo, mucha salud y muchos años para que puedas disfrutarla. No cambies nunca.
Te echaré de menos.
Un fuerte abrazo.
MARITO.
miércoles, 26 de enero de 2011
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Gracias Mario por poner en palabras, lo que sin dudas, sentimos todos aquellos que conocemos a ese pequeño gran personaje que sin duda es Juan "El de la pesca".
ResponderEliminarGracias, de nada, y a tí por el comentario. Ya sabes que es un placer siempre.
ResponderEliminarAunque ... me resultaba más romántico no poner el nombre del beneficiario, ¡pero no me has dejado opción! (jajaja)