martes, 27 de diciembre de 2011

Rodando por Los Serranos: Chera - Benagéber -Villar de Tejas - Chera

El pasado 23 de diciembre, Enrique C me invitó a una "ruta experimental" en bicicleta por la zona sur de Los Serranos, entre Chera y Benagéber. La idea la tenía sobre los planos y quería ver la viabilidad sobre el terreno, para organizar una de las rutas del club Turyciclo.
Es una zona de montaña que conozco bien, entre el Turia y la Sierra del Negrete, así que me pareció una idea estupenda volver por estos andurriales. ¡No podía perdérmela, pudiendo disfrutarla en plenas vacaciones!.
Esta mañana, 26 de diciembre, hemos quedado en mi casa para subir los dos a Chera.

Empezamos la ruta a las 10:00 al lado de la iglesia de Chera. Temperatura: 5 ºC ... casi ná. Llevaba más capas que una cebolla. Día típico de invierno, algo de niebla a primera hora y con un sol espléndido a media mañana, pero sin calentar. Ideal.
Nada más salir, subida por debajo del Pico Ropé hacia El Cubo de Domeño, siguiendo la pista principal que atraviesa el monte de sureste a noroeste, pasando las Casas de Medién. Antes de la Capitana, giramos a la izquierda, buscando la Ceja del Mas de Pinar y la vía pecuaria. Las vistas son espectaculares al norte y al sur. Se ve incluso Teruel, los rodenales de Talayuelas, etc.
En el collado, giramos a la derecha, buscando la Fuente Chelva y el Mas de Cervera, para descender hasta la pista principal, donde subimos de nuevo, ahora al Collado de Nieva, que es el último repecho hasta Benagéber. Vino dulce de Alcublas para celebrar la ruta (... y yo en ayunas ... menudo puntillo he pillado ... jajaja)
En el pueblo buscamos el bar habitual, para darnos un merecido homenaje: bocadillo quilométrico, aperitivos varios, carajillo de ron y chupito de licor café. Una hora de homenaje (jajaja).

Como podemos, nos ponemos en movimiento, volviendo hacia el Collado de Nieva y girando a la derecha en la ermita de San Cristóbal. Pasamos por el campamento de una parroquia de Vilamarxant y por el barranco Carriles empezamos ascenso hacia el Mas de Caballero. Entre las cervezas, el vino y el carajillo de ron, voy medio borrachillo y me sobra toda la ropa (jajaja).
Aquí cometemos un pequeño despiste (¿el alcohol?), que nos supone más de 30 minutos, al coger una pista que sube al pico y casas de La Atalaya. Intentando acortar, acabamos campo a través entre coscojas y otras plantas cariñosamente pinchudas. La opción hay que descartarla y tenemos que volver atrás (esta parte está eliminada del track).
Localizado el desvío correcto, nos dirigimos al Mas de Caballero para continuar hacia Villar de Tejas por pistas secundarias, para evitar el asfalto. En la plaza de Villar de Tejas hay otro bar, pero sólo abren los fines de semana (hoy lunes, no responden ni a la puerta). Grata conversación con dos desenfadados lugareños. Uno de ellos empieza contándome que tenía una bicicleta cuando trabajaba en Suiza y acaba hablándome en francés (jajaja ... qué gracia ... ¿qué me habrá visto?).
Ahora toca un tramo de subida larga, algo tendida, pero larga, hacia el Pico Ropé (1.139 m), cruzando el río Reatillo y las Lomas de Loriguilla. Apoteósica y emocionada llegada a la cumbre. Paradita para disfrutar del paisaje.
Nos ponemos en marcha 15 minutos más tarde, siguiendo una pista en mal estado de conservación, con muchas piedras sueltas y algunas carriladas. Por cierto, en una de ellas, me he caido. Raro, ¿eh? (jajaja).
Pasamos cerca del castillo de Chera y de la Cueva y Cascada de La Garita, a las que esta vez no entraremos. El año pasado era un asiduo visitante (jejeje).

Nos han salido (con el track depurado y quitados todos los errores, despistes y otros desaguisados ... porque realmente fueron sobre un 10% más) un total de 58,40 Km, con +1.450  m y un total de casi 5 horas en movimiento (4:52). En algunos tramos, hemos coincidido con el GR-7.

Ha sido un buen día. Agradable, interesante y en buena compañía. He disfrutado, la verdad.
Las zonas que siempre me ha gustado más de esta ruta son los alrededores del Pico Ropé y la Capitana, aunque toda ella vale la pena. Es uno de los entornos más despoblados del interior valenciano, cuajado de mases, corrales, antiguos bancales, sendas y trochas, que parecen congelados en el tiempo. El incendio del 1994 añadió una nota negra a aquella zona, aunque ahora la vegetación ya se encuentra bastante recuperada y da gusto ver tanto verde por todos lados. Miles de hectáreas de interminable manto verde. Que dure.

De cuando en cuando, me encanta volver a los sitios que conozco. Te ayuda a darte cuenta del pasar lánguido del tiempo y de que las cosas nunca vuelven a ser lo que eran. Para bien y para mal.

Os paso el track, para vuestro disfrute y regocijo


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