Las otras zapatillas las voy a tener que jubilar. Después de destrozarlas en la ya tristemente famosa marcha de Carros de Foc, en agosto del año pasado (todavía se me llenan los ojos de lágrimas cada vez que la recuerdo) y perder varias uñas por ser de un tamaño inadecuado, así como destrozarlas una y mil veces en varias carreras de orientación, he decidido cambiarlas definitivamente. Ya no aguantaban mucho más.
Como no podía ser de otra manera en mí, me he puesto a investigar y me he decidido por dos modelos, que he encontrado a un buen precio en las rebajas de una gran superficie comercial, cuyo nombre omitiré.
Me he ahorrado algo más del 30%, gracias a mi amigo Juan J, que trabaja allí. Nuevamente, gracias, Juan. Estos dos modelos me servirán uno para entrenar y hacer las marchas de asfalto y el otro para las marchas y carreras de orientación por montaña.
Nuevos neumáticos, para distintos tipos de superficie.


El problema para elegir no ha sido el precio (más quisiera yo), sino la talla, para variar. Ser grande tiene esas ventajas: no tienes mucho donde elegir. Y con una 47 de pie, tenía que elegir una 48 (una 13 USA), y no he sido capaz de encontrar mucho más. Y eso que me he pasado media semana mirando.
Así que ahora ya tengo para cambiar de herraduras a conveniencia. Sólo queda encontrar el tiempo para volver a las 3 saliditas semanales. Pronto podré correr una media maratón, objetivo antes de final del año. Objetivo que tengo ya casi al alcance de la mano. Y eso con un año escaso que llevo trotando, sin tomármelo en serio.
Poquet a poquet, todo lo consigo. Sólo es cuestión de tiempo y paciencia.
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