viernes, 24 de junio de 2011

Coincidentes laborales que resultan desagradables

Hoy tocaba trabajar por el monte.
Buena compañía, una actividad entretenida y gratificante y un día nublado que no terminaba de maltratarnos con los calores pegajosos a los que nos tiene acostumbrados últimamente. Para variar.

Mientras almorzábamos sentamos en el suelo y me aseaba quitándome restos de acículas, hojitas, ramitas y pinchas de brazos y manos, he notado algo que me molestaba en el hombro.
Al acercar la mano he notado un bultito. Una hoja de coscoja o algo similar, he pensado, pero no. Nada más lejos de la realidad.
Al retirarlo entre mis dedos y ponerlo delante de mis ojos, he comprobado con desagrado que se trataba de una garrapata.

Mi reacción ha sido instintiva e inmediata: he sacudido la mano con violencia y he dado un salto que casi me ha puesto en pie.
No las tolero. Me resultan asquerosas y sólo con pensar en las muchas enfermedades que pueden transmitir me pongo de los nervios.
Encima, conozco a quien tiene un problema cardíaco por una garrapata centroeuropea y otra persona que padece una afección neuronal por una ibérica. Esto hace que me sugestione pensando que hay más de las que realmente hay ... ¡¡puajs!!

Como cada vez hay más monte y más animales, cada día es más fácil pillarlas. Siempre que vuelvo del monte me paso un rato buscando entre la ropa y por todo el cuerpo algún rastro de su presencia, encontrando a menudo algún "viajero" en mis pantalones o en las botas. Y en primavera es peor.
Debería estar ya acostumbrado a su presencia, como nos hemos acostumbrado a las moscas o a las muchas arañas pequeñitas que hay entre los matorrales, pero no hay manera.

He estado maldiciendo un rato y acordándome de toda la familia del dichoso animalejo. No sé dónde la habré lanzado en mi arrebato, desesperado por quitármela de encima. Mi compañera se ha reído un rato de mi reacción. Ya te vale (jajaja).
El resto del día inquieto y con un gesto agrio y disgustado. Me pica todo el cuerpo y no hago más que palparme entre los pliegues del cuerpo, en el ombligo y entre el pelo de la cabeza. Nada más malo que la sugestión.
Luego dicen que trabajar es sano ... grrrr (jajaja).

Ahora, en frío, me viene una reflexión tonta, para variar ... estábamos en un parque natural ... es primavera ... ¿las propondrán algún día como protegidas? ... ¿habré interrumpido su período de cría? ... ¿o tal vez molestado? ... (grrrr ... jajaja).

2 comentarios:

  1. Que cada día hay más monte no lo pillo, que cada día hay más animales, lo pillo .

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  2. Cada día el monte ocupa más superficie. Es un hecho.

    Basta salir por cualquier zona del interior o montañosa para comprobar que la ausencia de agricultura y pastoreo han hecho que árboles y arbustos invadan poco a poco lo que antes eran terrenos marginales, pero cultivables o pastables.

    Esto se traduce en un abandono progresivo del medio y su asilvestramiento. De esta forma, se ha producido la reintroducción natural y espontánea del ciervo y el corzo por todo la Comunitat Valenciana. Sin olvidar cómo están nuestros montes de jabalíes o cabras monteses, claro, con poblaciones cada vez mayores y en aumento progresivo. Cada día hay más grandes herbívoros, menos gestión y más furtivismo cinegético.

    En el fondo, estos animalitos no dejan de recuperar un espacio que hace siglos les arrebató el ser humano y que les devuelve el "abandono rural" y todavía existente "emigración rural".

    Eso justifica que ponga que "cada día haya más monte". Como decía una amiga hace poco: dentro de poco volverán las manadas de lobos a nuestras sierras.
    Quizá, aunque yo no estoy tan seguro (jejeje).

    ¿Ventajas y/o inconvenientes de que haya más monte cada día?
    Eso es otro tema y daría para una tesis doctoral (jejeje)

    Gracias por el comentario, Manoli

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