domingo, 31 de enero de 2010

III Trofeo de Orientación Villa de Ibi.

Hoy he disputado la primera prueba de la Liga Autonómica de Orientación CV 2010 en Ibi (Alacant), organizada por el Centre Excursionista Amics de les Muntanyes, de Ibi.
Mi primera prueba en categoría federada (H-35) y mi primera experiencia frustrante con este deporte (snif).

Como ya sabéis, el fin de semana pasado, me accidenté en La Murta y hoy todavía llevo las grapas en la palma de la mano derecha. Para evitar daños mayores por alguna caída o resbalón y que me pudiera hacer más daño en los puntos, he participado con una gasa pintada de betadine protegiendo la herida y unos guantes de seda. Menudas pintas.
El día ha salido magnífico, algo fresquito, soleado y sin nubes.
Hemos quedado a las 7:30 para salir de Valencia la gente del UPV-O y a eso de las 9:20 llegábamos a la entrega de dorsales.
La zona donde se celebraba la carrera se llama "Biscoi", y está entre Ibi y Banyeres de Mariola. Es un conjunto de cerros, con bastante pinar, mucho matorral bajo cubierta y alguna que otra pendiente. En las solanas, mucho esparto y matorral. Y piedras. Piedras por todos lados.
Como aquí no se corre por senditas o caminos, sino campo a través, temo a las piedras, que asoman aquí y allá, algunas ocultas entre las matas, por lo que apenas se puede correr con comodidad, con bastante riesgo a pisar en falso o doblarse un tobillo. Qué mal rollo.

Recorrido prometedor: 5,4 km y 20 controles. Distancia teórica, claro.
La salida a las 10:20 y me lanzo a buscar la primera baliza. Al cabo del rato, me resulta extraño no ver coincidencias en el plano. Debo estar muy despistado. ¿Algún error?. ¿Dónde estoy?. Vago dudoso entre los pinos. Llego a un punto en el que me encuentro una baliza y me lanzo a por ella. Y, ¡oh sorpresa!, resulta ser la tercera de mi lista. Entonces me doy cuenta que estoy a casi 600 metros de donde debería estar la primera. Tengo que volver atrás. Ida y vuelta. Puf.
Así que la primera ha sido en la frente. No sólo he confundido una referencia principal (la carretera), sino que además he perdido más de 20 minutos en encontrarla. Maldición. Creo que es el peor tiempo parcial de todos los participantes. Puf. Menudo comienzo más descorazonador. Y con esto, la carrera a hacer puñetas (grrr).

El resto de tiempos parciales están bastante bien y podría haber terminado incluso entre los 10 primeros, pero esta primera baliza me ha fastidiado hasta el punto de acabar el 17 de 20.
El tiempo total ha sido de 1:53:03. Fracaso total (snif).
Los tiempos entre balizas no han estado mal, aunque son mejorables. Para eso tengo que correr más rápido, que en asfalto he mejorado mucho mi tiempo, y sólo es cuestión de trasladarlo aquí. De fondo, me noto bien, que he llegado sobrado de fuerzas, con el cuerpo pidiendo más, mucho más. Sólo necesito mejorar la velocidad. Así que seguiremos entrenando.

He vuelto a encontrar a la gente de otras veces. Parece que siempre somos los mismos (jejeje). Buen ambiente y el personal muy majo. Poco a poco iré conociéndoos.
Espero que la próxima carrera vaya mejor.
Esta vez no he encontrado fotos. Si las veo, las añadiré.

jueves, 28 de enero de 2010

Decálogo para saber vivir

Hoy me han pasado una presentación de esas en cadena, que te maldicen si no las rebotas, pero que me ha hecho gracia. Como creo que puede ser útil y me gusta lo que dice, os pongo el texto a continuación.
Creo que es una buena forma de repartir cariño directamente a todos los que me leéis y a todos aquellos que os puedo llamar amig@s. Siempre estáis en mis mejores pensamientos.
Que la vida os devuelva aquello que repartáis.

Cómo mantenerse joven
  1. Elimina los números que no son esenciales. Esto incluye, la edad, el peso y la altura. (Deja que los médicos se preocupen de eso).
  2. Disfruta con los amigos divertidos. A los depresivos, intenta ayudarlos con tu humor.
  3. Aprende siempre: Aprende más sobre ordenadores, arte, jardinería, o lo que sea. No dejes que tu cerebro se vuelva perezoso. "Una mente perezosa es la oficina del alemán." Y el nombre del alemán es: ¡Alzheimer!
  4. Aprecia más las pequeñas cosas.
  5. Ríe muchas veces, durante mucho tiempo y muy alto. Ríe hasta que te falte el aire. (Y si tienes un amigo que te hace reír, … ¡pasa mucho, mucho, mucho tiempo con él!)
  6. Cuando las lágrimas aparezcan, aguanta, sufre y supéralo. La única persona que se queda con nosotros toda nuestra vida, somos nosotros mismos. VIVE mientras estés vivo.
  7. Rodéate de las cosas que amas: La familia, los animales, las plantas, tus hobbies, … o lo que sea. Tu hogar es tu refugio.
  8. Cuida tu salud: Si es buena, … manténla. Si es inestable, … intenta mejorarla. Si no consigues mejorarla, … busca ayuda.
  9. Viaja, toma el sol, pasea por el monte, visita un país diferente, en definitiva, … intenta, cuando puedas, salir de la rutina diaria.
  10. Dile a las personas que amas, que las quieres en cada oportunidad que tengas.
Sueña con lo que quieras soñar;
Ve adonde quieras ir;
Sé siempre lo que quieras ser;
Ama intensamente;
Y por favor … sonríe.
La aventura del mañana … apenas acaba de empezar.

Postdata (P.D.): Sobre el accidente del otro día, me he encontrado hoy en la reunión del GMP a alguna de la gente que me acompañó aquel día y me ha hecho gracia, porque de lo que más se acordaban era de la gran sonrisa que mostraba de oreja a oreja, como si nada hubiera pasado, mientras me aguantaba la mano ensangrentada. Yo casi no me acordaba y he tenido que mirar las fotos.
Y sí ... es cierto. No me había dado cuenta, pero creo que a pesar del dolor, en ningún momento dejé de sonreír. Todo el día sonriendo. Antes y después de la caída. Me sentía vivo y supongo que nada ganaba poniendo mala cara. Aquello era parte de lo que estaba viviendo y lo hacía con intensidad. A pesar del dolor y de la situación.
Estar vivo me produce una gran alegría. Hoy toca cabalgar en una nube hacia el cielo, hacia lo más alto. Mañana ... ya veremos.

domingo, 24 de enero de 2010

Caminando por La Murta (Alzira). Día accidentado.

Ayer sábado 23 de enero, me fui de nuevo con el Grupo de Montaña del Politécnico (GMP) a una ruta que tenían prevista por La Murta, siguiendo la divisoria de aguas del valle.
Todavía recuerdo que, hace ya casi un año, un 31 de enero, hice precisamente un recorrido parecido, bajo una lluvia muy abundante.
Esta vez la predicción resultaba igual de desalentadora, aunque la lluvia aguantó sin caer hasta mediodía y la ruta se hizo tolerable y muy bonita, entre las nubes bajas que pasaban desde el mar a toda velocidad. La visibilidad pobre, pero espectacular.
Este valle es un lugar que me encanta y es la tercera visita en menos de un año. En 2009 volví una vez más, con José Luís, aquel día de septiembre, de triste recuerdo, en el que vinimos a que me despejara cazando insectos con la cámara fotográfica junto al monasterio. Suspiraré.

El grupo lo hemos formado 21 personas. Algunos sin el nivel adecuado y otros sin la paciencia necesaria para esperarlos. Me ha tocado al final hacer de "niñera". Es lo malo de ir en grupo. Pero todos buena gente.
El itinerario de 12 km y +675 m de desnivel acumulado.
Mi idea era hacer la ruta y luego acercarme a l'Alcúdia para ayudar a José Luís con unos pinos que le tumbó el temporal de viento de la semana pasada.

En la subida desde la caseta de entrada a La Murta hasta el Pas del Pobre (338 m) el grupo ha empezado a separarse. He subido a un ritmo lento y casi no he podido ni sudar. Cada día estoy mejor de fondo. Eso es bueno.
Almuerzo breve con vistas a la Casella y nos ponemos en marcha hacia un puntal que se conoce como "les Orelles de l'Ase" (586 m), al que nunca había subido y que tiene una buena vista de la Serra de les Agulles hasta Tavernes de la Valldigna, aunque las condiciones del día, con tantas nubes bajas, le dan un aire todavía más distante y romántico al escarpado relieve de la sierra.

En este punto, una compañera de marcha se retrasaba en exceso y me vi en la obligación de esperarla junto con otra compañera, ya que el grupo siguió a su marcha sin esperar a nadie. A mí me parece bien no contar con quien no sepa, pero para eso, mejor decir que no vengan, ya que, si vienen, el responsable debe hacerse cargo de ellos. No un servidor.
Desde este puntal, nos dirigimos a la Creu del Cardenal (545 m) por la misma divisoria y desde allí mismo, envío a esta chica hacia el monasterio, por la pista que baja.

Ha empezado a chispear, pero unos 11 componentes del grupo se van a subir al Cavall Bernat y tengo unas ganas locas de subir, que estoy fresco, apenas he sudado y siempre que he venido, he tenido que abandonar la ascensión por la lluvia. Así que, siguiendo a distancia al grupo principal, enfilamos la otra compañera y yo la canal que sube al pico ... y arriba!!.
La subida por la canal es muy entretenida. Como ya la tenía prevista, me he traído las botas rígidas y se agarran a las piedras como lapas. Subo con velocidad y facilidad. Cuando miro hacia abajo, no tengo sensación de pendiente y espero a que la compañera me alcance. Es muy divertida esta subida.
Al llegar al Cavall Bernat (587 m) el grupo nos estaba esperando. Parecían preocupados. Les explico el motivo del retraso, debido a la chica que se había bajado en la Creu del Cardenal al monasterio, y nos ponemos en marcha hacia el Pla del Pouet. Las nubes cubren la cumbre con una densa niebla y ha empezado a llover un poco. Lo justo para mojar las piedras.
Le pido ayuda a otra compañera, para que me saque una foto en el vértice, como prueba de haber estado aquí.
Cuando nos ponemos en marcha, intentamos acelerar un poco, para coger al resto de personal.

El accidente
Sobre una losa de piedra, en algo de pendiente y mojada, noto que una pierna me resbala. Intento controlar el equilibrio y adelanto la otra pierna. En eso resbalo.
Caigo sobre el costado derecho, dándome un fuerte golpe en la cadera y el glúteo y parando parcialmente la caída con la mano.
Me quedo sin respiración y me duele todo. Me miro la mano y veo una mancha rosada, como una erosión, pero no le doy importancia. Me centro en el dolor de la pierna.
Al cabo de unos segundos empiezo a darme cuenta que me duele algo más que el costado, pero no lo identifico. Empiezo a reírme a lágrima viva, por culpa del dolor. La compañera se ha acercado y me mira, intentando ayudarme. Me pregunta y le digo, entre carcajadas, que me duele algo, pero no sé qué. Me vuelvo a mirar la mano y ahora sí que lo veo: tengo sangre en la palma de la mano derecha. Un gran hilo de sangre que me gotea hacia el lateral.
Con miedo a que me haya hecho un esguince en la muñeca o me la haya roto, me incorporo y me cojo la mano, que casi no puedo mover y me la miro. En la palma, en la base del pulgar, tengo un agujero donde me cabe un dedo de punta y asoma, entre la sangre, trozos del tejido interno. Maldición.
La sangre no para de salir y tengo que poner un par de kleenex sobre la herida, a falta de gasas, y presionar con fuerza. Últimamente, siempre llevo el mini-botiquín encima, pero casualmente hoy no me lo he traído. Precisamente hoy, que me hace falta a mí.
Me preocupa el dolor agudo, que creo que viene de la muñeca, por si me la he roto.
Conseguimos contactar por teléfono con el resto de la gente y vienen a buscarme. Se vuelcan en mí. Intentan ayudarme con mil y un detalles. Me siento arropado. Gracias por todo, sois geniales.
Pero con mi tenacidad innecesaria, me niego sistemáticamente a recibir ninguna ayuda. Todavía tengo las piernas y sólo es cuestión de no caer para no estropear más la mano. Demasiado autosuficiente y cabezón, supongo.
La bajada desde el Cavall Bernat al parking de entrada a la Murta, se me antoja eterna. Voy mareado, como si estuviera borracho, con un dolor intermitente en la mano que me resulta a veces insoportable. Tengo que detenerme cada vez que me duele y sentarme en cuclillas para vencer el mareo y las náuseas. Parece que ha dejado de sangrar, aunque llevo la mano hecha cisco, con sangre seca por todos lados.

En el Hospital
Fotos y despedida en el parking. El grupo que quería comer en un bar, decide por unanimidad, comer en el Hospital de La Ribera, hacia donde nos dirigimos. Gracias por acompañarme.
Entro con Mara en urgencias, donde me atienden con rapidez.
La cura es casi lo peor. Me limpian con suero la sangre. Se ve un corte limpio y profundo, de un centímetro y pico de largo. La enfermera me invita a tumbarme y me dice "açò et courà un poquet". Un porquet, diu. Me tira betadine dentro de la herida y siento un escozor tremendo en la mano. Me la tiene que sujetar, para que no la mueva. Nuevamente me entra la risa tonta, con un par de lágrimas rodándome por la cara. A carcajada limpia, le digo que sí, "que coïa una mica". Nos reímos.
Mara, armada con la cámara, quiere hacer fotos de todo. Y yo le facilito la faena. Somos algo morbosos, creo.
Viene el médico y comprueba que no hay daños en la muñeca, ni huesos rotos, aunque no me encarga una placa. ¿Y eso?. Me quedo un poco mosqueado, pero no quiero darle importancia. Me dice que 10 días de descanso. ¿Qué? ¿Por una minucia como esta? ¡¡Mecagontó!!.
Dudan entre darme 4 puntos o ponerme grapas.
Al final, me atizan 2 grapas metálicas. Sin anestesia, claro. En la segunda, entre carcajadas y alguna lagrimilla, le digo a la enfermera que se espere, que me deje descansar, que duele "un poquet", pero ya había acabado. Menos mal.
Me vendan todo el antebrazo y la mano. Supongo que para que no se infecte y no se abran los puntos. Puf.
Antitetánica en el brazo, aunque estaba vacunado ... y a casa.
La visita a urgencias más rápida que he tenido nunca. 18 minutos escasos.

Vuelta a casa después de comer con los compañeros en la cafetería del hospital. Son las 17:00.
Nos reímos un poco de la situación. Estoy muy mareado y todo me da vueltas. Como si estuviera bebido. Supongo que de la emoción, los nervios y el dolor. Un poco de todo.
Los pinos de José Luís tendrán que esperar a otra ocasión, si no se apaña al final con ellos. Con la ilusión que me hacía cortar un poco de leña ...

Ahora se me plantean algunas dudas que me van a afectar los planes de estos próximos días.
El domingo que viene supongo (y espero) que podré hacer la carrera que tenía prevista. Total, es un brazo y habré pasado la semana de reposo.
Por otro lado, supongo que me espera una semanita de baja, que así no puedo conducir (grrrr) ni escribir en el ordenador con una mano y un dedo de la derecha (jajaja).
Afortunadamente, como me han remarcado, voy a tener tiempo para documentar y planificar el viaje de marzo (eso espero) y al final voy a poder ir a la excursión del 6 y 7 de febrero, que no es poco.

Cosas que pasan. Siempre he dicho que soy "el Pupas", por lo que tengo que hacerme la idea. Creo que era Vicent Montagud quien decía que como soy tan grande, tengo el punto de gravedad más alto, me desequilibro con rapidez y caigo con más facilidad. Eso será (jajaja).
Al menos, está claro que es casi imposible aburrirse conmigo cuando vamos a la montaña. Siempre me pasa alguna cosa (jajaja).
Hacía tiempo que no tenía una lesión. Desde Carros de Foc, creo. Con aquellas uñas que se caían enteras del dedo del pie. Pobretes.
Así que paciencia, mucha paciencia, que dentro de lo que cabe es lo menos malo que me podía haber pasado, con la caída que he tenido.


miércoles, 20 de enero de 2010

Un poco de libros. Amin Maalouf.

Ayer acabé una novelita en francés de un autor libanés que me presentó hace tiempo José Luís y cuyas obras me gustan cada día más: Amin Maalouf. La he disfrutado con ganas. Será porque estaba en francés, por la forma de contar las cosas, tan diferente a la occidental, o por la calidez que ponen los árabes en sus narraciones, tan próximas al clásico cuento oriental: el de las mil y una noches.
Otro descubrimiento de este otoño fue otro escritor libanés: Rabih Alameddine, con su "The Hakawati" o "El Contador de Historias", una novela exquisita, pero de la que hablaré otro día. Hay buenos escritores en aquel país.
Últimamente devoro libros con fruición, como hacía tiempo que no lo hacía. Y con este van 5 desde el verano. Estoy en racha.

Pongo un pasaje en francés que me ha hecho gracia, por su simplicidad para explicar ciertas cosas. Es del libro de Maalouf que acabo de terminar.

DE: Maalouf, Amin (1996). Les Échelles du Levant. Éditions Grasset & Frasquelle. Livre de poche. pag. 210.

"Tu dois considérer la mort comme une ultime issue de secours. Sache que personne ne peut t'empêcher d'y recourir, mais justement, parce qu'elle t'est accessible, garde-la en réserve, indéfiniment.
Supposons que tu fasses un cauchemar, la nuit. Si tu sais que c'este bien un cauchemar, et qu'il suffirait de secouer un peu la tête pour en sortir, tout devient plus simple, plus supportable, et tu finis même par trouver du plaisir dans ce qui te paraissait le plus effrayant.
Que la vie te fasse peur, qu'elle te fasse mal, que les êtres les plus proches se couvrent de masques hideux ... Dis-toi que c'est la vie, dis-toi que c'est un jeu auquel tu ne seras pas convié une dexième fois, un jeu de plaisirs et de souffrances, un jeu de croyances et de tromperies, un jeu de masques, joue-le jusqu'au bout, en acteur ou en observateur, en observateur de préférence, il sera toujours temps d'en sortir.
Moi, "l'issue de secours" m'aide à vivre. Parce qu'elle est à ma disposition, je sais que je ne l'utiliserai pas. Mais si je n'avais pas la main sur la manette de l'au-delà, je me sentirais piégé, et j'aurais envie de m'enfuir au plus vite!"

Interesante, ¿eh?. Pues ... eso.
Hasta pronto.

martes, 19 de enero de 2010

¡El blog ya tiene 5000 visitas!

Hoy el contador que instalé en la página en mayo de 2009, me indica que se han superado las 5.000 visitas al blog. Lo miro y por más que lo veo, todavía no me lo puedo creer.

Me resulta sorprendente que haya tanta gente que tenga ganas de leer tantas cosas prescindibles como las que yo escribo. Con lo insignificante que es mi blog. Tan poquita cosa. Y seguramente menos interesantes aún las chorradas que aquí cuento. No lo comprendo, sinceramente.

En cualquier caso, gracias por pasaros de cuando en cuando y entretenemos con mis muchas tonterías. No me dejéis dejar de soñar, ni que me ahogue en mi propio vaso de agua, ¡¡que la vida es bella!!.

Muchos besitos y abrazos para tod@s.

domingo, 17 de enero de 2010

San Antón 2010

Anoche estuve por Chelva, para enseñar a un grupo de amigos las hogueras de San Antón y el Cuentantón.
Tras una mañana completita en Segart y el Garbí, me subí en coche a Chelva, a eso de las 17:30, y nos juntamos allí Ángela, Laura, Raquel, Bea, Cris, Alejandro, Carlos, Miguel, Massi y Mario, junto a la gente de siempre, que son del terreno: Mikel, Mari, Vicent, Mª Jesús, Santos, Loli, Jose, Eduard, Juan, etc.
Los amigos y amigas de Valencia no conocían estas fiestas y creo que les encantaron.
Disfrutamos de la rondalla de cuenta cuentos, esta vez acompañada de dolçaina i tabalet, que discurrió por el barrio de Benacacira, hasta las Ollerias. En cada hoguera nos contaban algún cuento o historia, algunas francamente entrañables, o nos enseñaban algún truco de magia u ocurrencia. Más de 150 personas acompañaban al grupo en un ambiente festivo y de silencio absoluto cuando empezaban a narrarnos sus historias.
Como siempre, me encantó. Sigo disfrutando con los cuentos y sobre todo, con la gente que los cuenta.
Después, cena alrededor de la hoguera de Mikel, con la gente habitual y los amigos. Velada entretenida y amable, con olor a humo, de buen vino y muchas risas.
El empujón lo dejamos tranquilo, que ya no hay ganas de meterse en fregados, como hace años.

A veces echo mucho de menos Chelva y en momentos así siempre me entra la tentación de volver. Son muchos recuerdos buenos los que guardo de este pueblo y sus gentes. Porque de los malos, el tiempo se ha ido encargando de borrarlos.
A veces me gusta imaginar que vuelvo y que las cosas no han cambiado, sino para mejor. Que siguen estando por aquí muchos de los que antes estaban y que ahora sé que no volverán. Se echa de menos los viejos tiempos y sus vivencias.
Se me va la imaginación soñando que ahora todo sería diferente. Que el trabajo sería diferente. Porque realmente ¿qué necesidad tengo de vivir donde vivo ahora?. Hace tiempo que ninguna. Creo que desde hace años.
Todo sea que un día se me cruce el cable ... y ya está. El tiempo dirá. Mientras, prefiero soñar.

sábado, 16 de enero de 2010

GR-10 Xtrem y la Canal del Garbí

Después de un tiempo colaborando con Paco Zen y el club CxM en la organización de la prueba del GR-10 Xtrem, en la elaboración de los planos y remarcado del itinerario, hoy ha sido el gran día. Aproveché varios de mis días de vacaciones de diciembre para entrenenerme en algo así, que me llamaba la atención, aunque este año sabía que no la podría hacer.

Paco me preguntó que qué queríamos hacer el día de la carrera y si podíamos colaborar en alguna cuestión más, además de lo ya realizado. Le dije que me encantaría estar en algún avituallamiento y que dispusiera de mí a voluntad. Así que nos puso a Vicent Montagud, Julio y a mí en el primer avituallamiento, en el de Segart.
A las 6:00 quedamos con Vicent en Puçol, pero aparecimos poco después de las 6:10, con la salida ya dada. Tampoco teníamos prisa. Cargar las cosas en el coche y a Segart a montar la "paraeta".
Con más intención que ganas me puse en función de controlador, mientras Vicent atendía unas obligaciones en el campo, que le hicieron llegar más tarde de las 7:45, y Julio se encargaba de las vituallas.
Sin incidencias destacables en el avituallamiento, como era de esperar.

Alrededor de las 9:30 desmontamos el tinglado, después de recoger un corredor que se equivocó y que, después de subir la Canal del Garbí, siguiendo el itinerario de la prueba, se desvió y volvió a bajar por la Pedrera, que es la otra variante del GR-10, aunque fuera de la carrera. De tal forma que, para su desilusión, apareció de nuevo en el avituallamiento de Segart. La cara que puso cuando nos vió lo decía todo: se había equivocado de camino, había vuelto al mismo punto y le volvería a tocar subir la Canal. Sólo de pensarlo, se puso a sollozar y se vino moralmente abajo. Qué pena me dió, cuando antes del error iba el 28º.
Nos conmovió hasta el punto de subirlo al coche, después de apuntar dorsal y tiempo, y llevarlo hasta Barraix, donde lo dejamos junto a la senda. No queríamos que abandonara y, al menos, que intentara acabar la prueba. Nos lo agradeció, aunque entre lágrimas y diciendo que lo iba a dejar. No sé cómo acabó, aunque me gustaría. Un saludo cariñoso desde aquí y espero que alcanzara la meta sin más problemas.

Tras colaborar con el avituallamiento, queríamos aprovechar nuestra presencia por allí para hacer la Canal del Garbí, y así de paso la conocía, que la tenía pendiente, como tantas otras cosas. Pero tener que subir al chaval este nos cambió un poco los planes. Dejamos el coche arriba, junto a la casa del Garbí y bajamos por la Pedrera, para almorzar después en Segart y subir nuevamente por la Canal.
La bajada de la Pedrera no tiene ninguna dificultad y encontramos alguna gente subiendo, incluso con niños. A mitad de bajada, me pegó el puntazo y me puse al trote, casi en sprint, hasta el pueblo. Y eso que llevaba mucha ropa y las botas de montaña, las rígidas. Pero la sensación valía la pena. Conseguí sudar un poco. ¡¡Bien!!.
Llegué a Segart casi 20 minutos antes que Julio y Vicent y nos fuimos a almorzar.
Pero lo mejor sin duda, además de la compañía, fue la subida de nuevo hasta los coches. Esta vez por la Canal del Garbí.
Esta subida, al principio por una senda pedregosa, se va poco a poco cerrando, hasta el punto de convertirse en una canal rocosa, que sube hacia el llano del Garbí. Esta canal rocosa, formada por grandes bloques de rodeno, tiene muchos puntos de apoyo y en ningún momento da sensación de altura o vértigo. Y eso que sube bastante altura en poco trozo. Además, en los sitios más "delicados", hay instaladas unas cadenas para sujetarse mientras se trepa. No hace falta ninguna habilidad especial para subir y la ruta vale la pena. Además de corta y cerca de casa, las sensaciones y el sitio son impresionantes.
Lo disfrutamos mucho y en poco más de 2 horitas y media estábamos de vuelta a casa, almuerzo incluido.
Salieron cosa de 8 km y unos +570 m de desnivel. Hay muchos enlaces donde viene descrito el itinerario, así que no lo voy a poner. Como este o este.
Para repetir.
Gracias, chicos, por todo. Sois un encanto.

viernes, 15 de enero de 2010

Si por un momento ...

Si un momento fuera lo que no soy, me atrevería a reirme de mí mismo. Quizá incluso conmigo mismo.
Me arrebujaría confortablemente en mi capa de colores de falsa realidad, con sus fingidas sonrisas y sus vanas actitudes. Con mi sombrero que todo lo cubre. Ocultaría mis lágrimas a la luz del día y le robaría la virtud a la primavera.
Si esto no fuera suficiente, me invitaría al dulce trago del olvido, dejándome llevar por su pálida embriaguez, buscando la eterna somnolencia, el letargo perpetuo. Un dulce trago que me aliviaría esta extraña quina que me resta en la boca, en mis labios, en todo mi ser, en suma.
Así, ocultando todo y con la mente adormecida, entraría en un estado de completo abandono, puede que incluso de felicidad. Sería lo más parecido a un eterno descanso.

Pero entonces no sería yo. Soy lo que soy. Y siento las cosas como las siento. No hay más de lo que se ve. Ni capas, ni pretendidos sentimientos, ni embustes, ni aviesas intenciones, ni fingidos afectos, ni dobleces, ni falsas apariencias. Sólo lo que se ve. Así de simple. Tal cual.
He intentado ponerme una máscara que no es mía. Y se ha caído una y otra vez. No sé mostrar lo que no siento. Soy así. Me importan los que me importan y así se lo hago ver. Con absoluta plenitud. Como todo lo que hago y siento. Sin mesura. Sin cordura alguna.

A veces las cosas más simples parecen complicarse hasta un punto en el que consiguen escaparse a nuestro control. Entonces todo se tambalea bajo nuestros pies. Bajo nuestra estructura de falsa seguridad. La vida se encarga de golpear ese armazón una y otra vez. Y por muy consistente que lo hayamos construido, siempre recibe un golpe que lo hace desmoronarse.
Entonces surge el momento de dejarse caer, esperando que la distancia hasta el suelo no sea tanta como parece. Es la ocasión para demostrarnos que se sabe caer, que nos sabemos aplicar la teoría, que la caída no será para tanto, aunque el golpe nos quite el aliento. Una vez en el duro suelo, nada es lo que parecía y todo es realidad. No más quimeras. No más ilusiones.

Tras el golpe viene el momento de levantarse. El momento de abrir los ojos y mirar alrededor, con la mirada pausada, escrutando todo aquello que nos rodea. Sobre las ruinas de nuestro edificio vital debemos desenterrar los cimientos, estudiarlos, desentrañar sus secretos y mejorarlos, haciéndolos más fuertes y resistentes a futuros embates.
La reedificación llegará, como todo llega. Y un nuevo armazón de ilusiones se alzará, aunque sobre una base más sólida.
Es mi sueño, es mi fin, que no mi realidad.

Cuando no hay ganas de sonreír y la tristeza lo invade todo, cuando no hay más que lágrimas allá donde se mire, es el momento de levantarse y huir. Escapar sin rumbo hacia ningún lugar.
Para vivir hay que tener ganas. Sin ganas, se está muerto en vida.
Pero no es eso lo que quiero todavía. Hay que buscar algún motivo por lo que valga la pena luchar.
El dolor es inseparable de nuestra propia existencia. Hay que aprender a convivir con él. Así que lucharé, como tantas otras veces he luchado. Torres más grandes han caído, haciendo mucho menos ruido.

A veces me siento perseguido. Paranoias de un demente sin límite, de un ensoñado irredento, de un enamorado de la vida, que un día cayó de su engañosamente resistente estructura contra la realidad más dura y cruel.
Y sigo excavando mis cimientos, buscando la raíz del problema. Y veo que son firmes, que son fuertes, y que son capaces de sostener lo que sostenían y más. La base era y es la correcta. Es la estructura la que estaba mal construida. No por diáfana, sino por no ser la adecuada, aunque lo pareciese.
Es hora de ponerse manos a la obra. Es hora de construir un nuevo edificio. Evitemos que sea blindado y que no impida el acceso a quien lo merezca, empezando por el propio constructor.

Y no se debe olvidar que nada es eterno, por mucho que se pretenda y por mucho empeño que se ponga. Sobre todo cuando no depende únicamente de uno.
Las cosas dichas, por más que se repitan, no se convierten en realidad. Sólo se las lleva el viento. Como a las hojas el otoño.

Mañana será un día más. Seguro.

Listening to (again) ... Marc Cohn - One Safe Place (lyrics)

domingo, 10 de enero de 2010

Caminando entre Chulilla y Sot de Chera. Las Toscas.

Paso a elaborar la crónica de la excursión del día 10 de enero unos cuantos días más tarde. En concreto, 5 días, aunque en la fecha ponga otra cosa.
La voy a hacer atendiendo al clamor popular, ya que tanto me han insistido algunos asiduos lectores (¿sería correcto "lectoras"?), pero no por gusto. Por ese motivo, esta vez será breve, que no está el horno para muchos bollos. No hay ánimo. Lo siento con toda el alma.

Después de la salida del sábado 9 por la Siberia valenciana, como ha quedado bautizada ya la población de Barracas en invierno para la posteridad, este domingo día 10 tocaba salida por Los Serranos con el Centro Excursionista de Chelva.

El grupo estaba formado por 11 personas (en orden alfabético): Amparo, Ana, Carmelo, José Mozos, Juan Antonio, Laura, Lola, Marisol, Vicente C, Vicente Reyes y Mario. Había gente que hacía tiempo que no veía y ya tenía ganas.
La mañana salió fría y los charcos tenían más de un dedo de hielo, que nos entreteníamos en romper con los bastones. A ver quién la hacía más gorda.
Aunque caminamos toda la mañana por debajo de los 300 metros de altitud, toda la sierra frente nosotros todavía conservaba una buena capa de nieve caída en los días anteriores. Un marco de fondo excepcional.

El gran Vicent Reyes, conocido desde la excursión de mayo del 2009 a Albarracín como "Vincent, el autóctono", siguiendo las imitaciones y comentarios improvisados al más puro estilo de Jesús Calleja, nos preparó esta vez una excursión entre Sot de Chera y Chulilla.
Antes de empezar a caminar, nos quiso enseñar la antigua presa del canal sobre el Turia, arrancada de cuajo en unas de sus compuertas por la riada de 1957, la que llegó hasta Valencia, y la antigua piscifactoría que hay allí. Ahora no recuerdo el nombre (sorry).
La excursión propuesta consistía en seguir una senda que discurre entre el Balneario de Chulilla y la población de Sot de Chera, junto al río Sot o Reatillo.
Tras unos centenares de metros de senda señalizada con sus marcas blancas y amarillas desde el Balneario como PR-CV 290, y a la altura de la desembocadura del río Sot en el río Turia, hay que girar a la derecha, abandonando el sendero y siguiendo río arriba por un antiguo canal de alimentación de un salto hidroeléctrico, ahora sin agua, hasta el paraje de Las Toscas, donde ya se pasa a pista forestal. Este camino ya no dispone de señalización y hay algún tramo no apto para gente con mucho vértigo.
Las Toscas es un paraje con una bonita cascada natural, que se precipita al río Sot desde unos 15 metros de altura. El agua nace en una peña de toba calcárea, bajo un hundimiento, y forma una cueva bajo la misma cascada, a la que se puede acceder desde dentro del río. Es una buena zona de baño.
Tras pasar la Hoya de Cherales, seguimos una pista forestal, que atraviesa varias veces el río Sot, ya que nuestro guía no estaba seguro que el sendero junto al río estuviera limpio de vegetación.
La marcha fue sencilla y no presentó ninguna dificultad. En total nos salieron unos 9,5 km y +215 m de desnivel acumulado. Un paseo.

Por el camino atendemos con interés las anécdotas y ocurrencias del amigo "Vincent", que rememora su juventud, cuando empezó a trabajar por la zona, y cómo se entretuvo durante más de dos años en transportar los mojones de hormigón para el monte a lomos de mula, siguiendo sendas y trochas por la sierra. Nos enseña orgulloso sus puentes construidos con ingenio y con los medios que entonces tenía y se le ve añorar aquel tiempo ya pasado. A mí al menos me enternece verle tan emotivo y tan feliz. Sigue siendo una persona excepcional y estas historias que cuenta no tienen precio. Tendré que empezar a apuntarlas, que algunas con el tiempo pasan a ser auténticas leyendas. Como la de la paella (jejeje).
Junto al pueblo nos entretenemos en ver el "anticlinal", un hito geológico muy interesante y singular, conocido por la perfección de sus plegamientos .
Para rematar, y como no podía ser menos con este magnífico anfitrión "autóctono", comida en un restaurante de postín, que estuvo bastante bien, aunque hay que reconocer que la chimenea calentaba poco y que la mayoría pasamos algo de frío.

Pues eso es todo. Una mañana fría, buena compañía y ganas de caminar. Otra excursión sencillita para recordar.
Más fotos aquí.


sábado, 9 de enero de 2010

Caminando por Siberia ... digooo ... Barracas.

Hoy, 9 de enero de 2010, tenía salida programada con el Grupo de Montaña del Politécnico (GMP) a Javalambre (2.020 m), con la intención de hacer una ruta circular por el tramo del GR-10 que sube del pueblo de Camarena de la Sierra (Teruel) hasta el pico y volver por otro sitio. Pero las malas condiciones meteorológicas no nos han dejado ni salir de la carretera a Teruel, la A-23.

Con toda la ilusión del mundo, el viernes me compré mis raquetas y mis crampones. Estoy cansado de alquilarlos y está claro que al final acabaré por amortizarlos, así que me hice un auto-regalo de cumpleaños. (Bueno ... esa era la excusa).
Además, aproveché la salida para estrenar alguna de la ropa de invierno que compré este verano para situaciones como estas y así veo qué tal funciona (Gore-tex y de las marcas Millet, Ternua, The North Face, ...). También he estrenado oficialmente las botas rígidas (Asolo), aunque ya he hecho alguna chorrada con ellas. ¡Qué pijo soy!.
Pero, por si acaso, me he llevado también la ropa de siempre, que sé que funciona.

La ruta la organizaba Juan y al final nos hemos juntado 14 personas. Un grupo diverso y muy agradable. Es mi primera salida con ellos y reconozco que da gusto hacer montaña con esta gente. Seguro que repetiré.

A las 9:00 enfilamos camino hacia Teruel. Vamos en mi coche Santi, Marisol, Mara y yo.
La Serra Calderona y Espadán están cuajadas de nieve. El paisaje es espectacular.
Pasado Segorbe empiezan a verse montoncitos de nieve en los márgenes y taludes de la autovía que, poco a poco, se van haciendo más compactos.
Al pasar Jérica sólo queda un carril limpio en la autovía. El resto está cubierto por el hielo y la nieve. Hay que ser prudente en la conducción y aminorar la marcha. Anoche este tramo de la autovía estaba cerrado.
Cerca ya de Sarrión nos llama por teléfono Juan, y nos comenta que los del grupo de escalada que subían a Javalambre a hacer una canal, se han dado la vuelta, y que no es posible entrar a Camarena, que la carretera está cortada y que debemos volver a Barracas.
Consigo dar la vuelta en uno de los puentes de la autovía, todavía cubierto de nieve compactada, sin cadenas, sin perder casi tracción, sin salirme, ni hacerme cosas raras el coche. Menudo control tengo, xe.

La entrada en Barracas me impacta especialmente. El pueblo está rodeado de nieve y en las calles se apelotonan los camiones y los coches que quedaron estos días inmovilizados por el temporal. Es difícil encontrar dónde aparcar por la nieve y el caos de vehículos.
El grupo, una vez reunido, decide equiparse y coger a pie la carretera a Pina de Montalgrao (CV-207) para subir el Pico Pina (1.404 m). Estoy encantado, que es una montaña que todavía no he hecho.
Al salir de pueblo podemos comprobar que esta carretera también está cortada por la nieve, con varios coches atascados, en los que se refugian sus dueños como pueden.

El viento sopla con fuerza, arrastrando la nieve polvo de aquí para allá. Ésta impacta con rabia contra las zonas descubiertas de la cara, cortando como cuchillas y formando una fina capa de hielo sobre la piel. A Mara incluso se le congelan las pestañas (jejeje).
La velocidad media del viento ronda los 80 km/h, con rachas máximas de 100 km/h, según los datos que he podido después leer en la página del CEAM. La temperatura no sube de -4ºC ni a mediodía. La sensación térmica es de menos de -27,5ºC. Casi como en Siberia.
Afortunadamente, llevo un par de capas de ropa que compruebo con satisfacción que funcionan bien y que cumplen su función de cortar el viento. Este material es espectacular.
Una llamada de Paco Zen para ver cómo estábamos me hizo sacar la mano durante más de 2 minutos de los guantes de esquiar y luego casi no puedo volver a meterla dentro, de lo insensible que me quedó por el frío. Al menos, creo que conseguí ponerle los dientes largos por mis comentarios, si es que es posible hacerlo, claro.

Por culpa del viento, que nos golpea la cara y que ya ha tirado a más de uno al suelo, tenemos que abandonar la carretera, que se intuye entre la ventisca y las dunas de nieve. No parece viable llegar a Pina, subir el pico y volver, sin que se haga de noche. Agradezco haberme traído las gafas de ventisca y los guantes de esquiar.
Así pues, cambiamos el objetivo, para subir un "cerro sin nombre", como le llamaron algunos. Realmente era el Limbo (1.176 m). Un promontorio que se alza sobre el llano, dominado por unos generadores eólicos, apenas 200 metros por encima de Barracas y sin interés alguno como montaña, pero sobre la que pensamos triunfar abriendo una nueva "vía de acceso invernal" hasta su cumbre. Todo un reto, dadas las condiciones. Seguro que pasamos a formar parte de la historia del montañismo (jajaja).
La marcha es toda una odisea. En algunos tramos, la nieve me cubre más arriba de la cintura y hay que abrir trinchera. La progresión es lenta y hay que tener cuidado de no quedar atrapado entre las aliagas que quedan cubiertas por la nieve.
Comemos en un corral, a sotavento de la ventisca, en el que incluso parece hacer calor, porque estaremos rondando los -2ºC. Echamos unas risas.
Alrededor de las 16:00 volvemos a Barracas y a eso de las 17:00, después del cafetito, decidimos coger el coche para volver a casa.

Y aquí empezó de verdad nuestra aventura.
La A-23 estaba cerrada al tráfico de bajada a Valencia, al parecer desde las 15:00, y una inmensa cola de camiones y coches se perdía de vista a lo largo de la autovía.
Nos comentaron que un enorme ventisquero de 2 metros de altura había cortado la carretera en el Puerto del Ragudo, provocando incluso que un camión quitanieves se saliera contra la mediana. Tuvieron que traer una pala excavadora para limpiarlo y así dejar salir a los vehículos retenidos.
Estuvimos hasta pasadas las 20:15 atrapados en la autovía. Llegamos a sospechar que la Guardia Civil nos obligaría a pasar la noche en Barracas.
Durante las más de 3 horas que estuvimos dentro del coche, además de hacerse casi eternas, pudimos ver cómo se congelaba el vaho sobre los cristales por la parte de dentro del habitáculo y cómo temblaba por el viento. Y eso que éramos cuatro personas dentro (jejeje). Una experiencia curiosa e interesante, aunque poco recomendable. Menos mal que nos lo tomamos con mucha filosofía y buen humor.
Al final, conseguimos llegar a casa pasadas las 22:00.

Es la situación más límite en cuanto a temperatura en la que me he encontrado y el resultado ha sido muy satisfactorio. Me ha encantado la experiencia y tengo ganas de más. A ver cuándo repetimos.

viernes, 8 de enero de 2010

Nieve por todos lados

Hoy es un día nevado y frío. Mire donde mire hay una sábana blanca sobre los montes y sierras próximas. Si hace un tiempo me entretuve en poner unas fotos de la Serra Calderona nevada como algo excepcional, creo que me quedé francamente corto.

Esta mañana he salido a dar una vuelta con el coche y estaban todas las sierras de alrededor de Valencia nevadas. Por lo que me han comentado los compañeros, ha nevado con ganas a nivel del mar a eso de las 2:30, aunque no ha cuajado. Me pilló durmiendo y me lo perdí (snif).
En mi mini-excursión he visto blanquear toda la Serra Perenxisa, la Sierra de Chiva, la Serra Calderona, la Serra de Les Agulles, Les Rodanes de Vilamarxant, el bosque de La Vallesa, la Fira de Mostres, Riba-roja, Burjassot, Moncada, Bétera, etc.
Un placer para la vista y para el resto de sentidos.
Lástima no haber cargado la cámara de fotos, que la tenía sin batería. Lástima no haberme levantado un poco antes (snif).
Pero la verdadera lástima es no haber trabajado. Hoy hubiera disfrutado como un enano.

Estoy contento porque creo que al final he acertado al no irme a Pirineos, que la cosa pintaba fea: acabo de consultar el termómetro en Formigal y marca -11 ºC, mientras que la A-23 está cortada en toda la provincia de Teruel por nieve y hielo. Puf ... menuda vuelta a casa con hielo me hubiera encontrado el domingo. Mejor ser prudente y dejarlo para más adelante.
Hay más días que longanizas, ¿no? Pues eso.

jueves, 7 de enero de 2010

Le Petit Bonhomme En Mousse. Muy gracioso.

Os inserto un vídeo que me ha hecho mucha gracia. Tranquilos, que aunque el título está en francés, tiene el idioma universal del teatro, de los gestos y la música.
Me recuerda un poco al teatro del Betlem de Tirisiti, pero más musical, sin los puntazos valencianots de aquél y sin hablar, claro. Bueno ... sin traducir a Tirisiti, mejor dicho (jajaja).
Que lo disfrutéis.

lunes, 4 de enero de 2010

Esquiando en Andorra. Nochevieja 2010.

Como ya comenté después de la escapada del Puente de la Inmaculada, este invierno tenía previsto volver pronto a esquiar. Y así lo he hecho este fin de semana. Otra vez en Soldeu. Otra vez en Andorra. Otra vez en Grandvalira. Hasta hemos repetido apartamentos (jejeje).
Lo comentamos al poco de volver de Andorra. Teníamos que repetir, pero esta vez menos gente. Se ha echado de menos a alguno de los anteriores acompañantes, pero no se puede tener todo.

Esta vez nos hemos ido Raquel, Laura, Ángela, Massi y Mario. Con un apartamento para 6, de forma que las cosas han resultado más fáciles que en la otra ocasión, que éramos mucha más gente para compartir un mismo espacio común.
Hoy, intentando recordar estos días pasados y con la espesura del sueño y cansancio acumulados, se me confunden a veces los momentos, pero en general ha sido una experiencia muy gratificante. Tercera visita del año a la misma estación. Eso es afición ¿o quizás vicio?. ¿Tendré que sacarme un pase de temporada el año que viene? (jajaja).

El día 31 de diciembre amaneció muy cubierto. La noche anterior, cuando llegamos al hotel, estaba nevando y hacía algo de aire. Y frío, mucho frío. Así que por la mañana las montañas estaban cubiertas de nubes bajas que pasaban a mucha velocidad. Tuvimos que pedir información sobre el estado de pistas y nos enteramos que había una fuerte ventisca, pero que la estación estaba abierta. Por las webcam vimos que las pistas más altas prácticamente no tenían visibilidad. Mal día para esquiar.
Ante las quejas de la gente, y dado que era el primer día y no estaba todavía pagado el forfait, decidimos irnos a pasar el día por ahí, en vez de esquiar. Evitando riesgos y gastos innecesarios. Así pues, nos bajamos a Andorra de tiendas Ángela, Laura y yo. No es lo que más me hubiera gustado hacer, porque más de 6 horas de tiendas acabaron por agotarme mentalmente, pero no teníamos muchas alternativas. Mientras ellas buscaban las mejores ofertas y "chollos" en ropa, que alguno encontraron, yo me paseaba por las tiendas de electrónica, fotografía, deportes y derivados, motivado por localizar alguna cosa que llamara mi atención, aunque con escaso resultado.
Por la noche, celebramos la Nochevieja en el apartamento, con un buen homenaje gastronómico, en el que se había decidido prescindir de las lentejas, a pesar de la tradición italiana. Yo me hubiera apuntado sólo por el placer de cambiar un poco. Aprovechamos el frío del exterior para llenar el balcón de bebida y así mantenerla fresca. Con -5ºC o así era difícil que se calentara. Incluso se nos llegó a congelar alguna botella de cola.
Pasadas las uvas decidimos salir un poco por Soldeu. El problema era que estaba cayendo una copiosa nevada y que el coche tenía ya más de 10 cm de nieve. Pero como no hay nada imposible si se le ponen ganas (y cadenas en las ruedas), nos pusimos en marcha hacia el pueblo.
Localizar un pub no fue demasiado complicado. Estaba lleno de buitres hambrientos, que buscaban carne fresca que acechar. A mí me pareció un poco lamentable, pero bueno. Hay gente para todo. Desde luego que la hay, aunque en este caso, les alabo el gusto (jejeje).
La retirada la dimos a las 5:00 o así, con un coche hundido bajo casi 25 cm de nieve esponjosa y ¡seguía nevando!. Pobrecico mío, ¡¡qué frío debió de pasar!!.

Día 1 de enero, Año Nuevo. Amaneció cubierto y nevando ligeramente. A ratos se veía salir el sol, así que a eso de las 9:30 me subí a las pistas. Ahora sí que pedí el forfait para el resto de días (3). La nieve estaba todavía fresca de la noche anterior y había nevado encima de lo compactado, por lo que parecía en muchos tramos que estábamos fuera de pista. Aprendí pronto que con poner el peso hacia atrás, se ganaba en control. Ayssss ... y yo que pensaba que siempre había que ponerlo hacia delante ... jajaja.
Estuvimos un rato esquiando y volví a desempeñar, con ayuda de Laura, el oficio de monitor de esquí, para enseñar un poquito a Ángela, a ver si se soltaba y ganaba confianza. El día empeoró poco a poco y a última hora de la tarde, estaba nevando con ganas, con algo de ventisca en altura.
Es mi primera experiencia esquiando bajo una ventisca y con nieve poco compactada y tengo que reconocer que no me ha resultado cómoda la situación. El horizonte brumoso, con la nieve en suspensión, se confunde con la propia nieve del suelo, de forma que es casi imposible diferenciar el relieve que tenemos delante. A eso se suma que la visibilidad se reducía a apenas 15 metros. Es bastante incómodo porque no tienes seguridad para coger la pista y no ves las irregularidades del terreno. Y si te quitas las gafas, entonces el aire frío te tira la nieve a los ojos o peor: se te forma escarcha en las pestañas. Una odisea. Pero divertido, como siempre.

El día 2 de enero, para compensar, amaneció espléndido, con un sol fantástico que lo inundaba todo. Para completar estas magníficas condiciones, la nieve estaba acabada de compactar y en un estado perfecto para esquiar. Creo que es la mejor nieve que he tenido nunca.
Me pareció una ocasión única para dar una vuelta hasta Pas de la Casa y así de paso quitarme otra espinita. Laura se apuntó enseguida para acompañarme. Ángela dudó en venir, porque todavía le falta seguridad y control, pero al insistirle que iríamos sólo por azules, y después de mucho dudar, se decidió a acompañarnos. Creo que le insistí demasiado. En mala hora.
En la primera pista azul que salía de El Tarter hacia Soldeu, "Cortalets", que es un camino estrecho con poca pendiente, Ángela se asustó. Es una pista con mucho tráfico de gente y muy estrecha. Como ella no controla el giro todavía y además tenía miedo, se bloqueó.
Como ya no podíamos dar la vuelta, tuvimos que acompañarla hasta abajo, a Soldeu, para que pudiera volver a El Tarter. Del bloqueo poco a poco pasó a un fuerte estado de ansiedad y de ahí al pánico contenido. Estaba rígida y no había forma de hacer que se relajara. Cuando me comentó que veía en túnel, que temblaba y que estaba muy mareada me temí lo peor. Ufff. Qué mal lo pasamos todos.
Nos costó cuatro horas conseguir llegar a la escuela de El Tarter. Cuatro horas que se nos hicieron eternas a Laura y a mí. Ángela se lo pasó muy mal y a mí me produjo una desazón y una frustración muy grande por no saber cómo reducir su estado de nervios. Pura impotencia de ver que alguien estaba padeciendo y sufriendo por nuestra culpa (o por la mía, de tanto insistir). Y eso que lo hicimos con toda la buena intención del mundo. Acabamos todos muy nerviosos. Una pena.
Por la tarde aprovechamos para esquiar un poco en las rojas de El Tarter. Había algo de hielo. En una de ellas, creo que "Miquel", tras varias placas de hielo, me pareció ver una zona que no estaba pisada, después de todo el día. La visibilidad ya no era buena. Cuando me dirigía hacia ella, ví que tenía otro color, y decidí girar sobre ella. Me dí cuenta tarde que era una gran placa de hielo azulado, sobre la que no pude cantear lo suficiente, por lo que empecé a inclinar el cuerpo buscando la pendiente para frenar, pero iba a tanta velocidad y había inclinado tanto el cuerpo, que acabé por tocar con el codo izquierdo sobre el suelo. Tumbando, como si llevara una moto de carreras. El golpe contra el suelo helado fue brutal. Salí rodando ladera abajo más de 25 metros, perdiendo esquíes y todo. Cuando me paré, tenía un dolor agudo en la cadera izquierda, en la parte alta del muslo. Unas chicas que me vieron caer, se acercaron rápidamente para ver si estaba bien. ¿Te duele algo?, me preguntaron. Sí ... el orgullo. (jajaja). Ha sido una de mis peores caídas y tengo un bulto tremendo de color morado del tamaño de la palma de mi mano. Un doloroso recuerdo. Estoy seguro que, de haber caído hacia atrás, me habría roto el coxis. Puffff.

El día 3 de enero subimos a las pistas relativamente pronto, después de desalojar el apartamento, recoger y limpiar. El día estaba algo nuboso, pero no había viento. A ratos nevaba, pero ligeramente.
Ángela se negó en redondo a acompañarnos a Laura y a mí a ningún sitio y decidió organizarse por su cuenta, practicando en el entorno que conocía y con un monitor. Aún así, conseguimos esquiar un poco con ella. No sé si algún día nos perdonará por la "excursión" del día anterior (snif).
Hacia mediodía nos juntamos Laura y yo con Massi y Raquel y decidimos hacer la ansiada vuelta por las pistas, que tanta ilusión me hacía. Así que nos fuimos a Pas de la Casa, recorriendo la estación. Hacía tiempo que no me divertía tanto. Las pistas rojas me parecen un paseo y las disfruto como nunca. Ya no talono tanto y controlo la velocidad con giros cortos, rápidos y muy canteados. Como un "pofesioná". Las instrucciones y consejos que Vicente C me dió la otra vez me han ayudado a mejorar mucho el nivel. Quizá voy a veces a demasiada velocidad y acabo rebozado en la nieve, como una croqueta humana (jejeje). Aunque esta vez sólo he tenido dos caídas fuertes.
No sé describir con precisión las sensaciones al llegar al bar del Llac de Pessons, donde tantas horas pasé en enero de 2009. La pista negra de acceso me pareció un paseo, cuando antes me figuraba una auténtica odisea.
Pero el culmen del éxtasis, el torrente desbordado de sensaciones y emociones me llegó al pasar a Pas de la Casa. Aquello era una sensación de plenitud y satisfacción completa al bajar las pistas hasta el pueblo. A toda velocidad, haciendo el tonto, girando a voluntad, riéndome de mí mismo ... Qué diferencia. ¡Y qué de recuerdos he dejado enterrados en la nieve!. Otra espinita menos.
Una vez abajo, tenía una sensación de plenitud y calma absoluta. Por fin he conseguido llegar hasta aquí, tras varios días intentándolo. Además, guiando al grupo, que me seguían a buen ritmo.
Satisfecho, decidí que tenía que quitarme la penúltima espinita (¿cuándo será la última?): la pista de Montmalús, en Grau Roig. Pensaba y sigo pensando que es la más bonita de Grandvalira. La bajé deprisa, disfrutando de todas las curvas. ¡Quin goig, mare!. Hasta mis compañeros de ruta se dieron cuenta del torrente de sensaciones que me inundaba por dentro. Gracias, amigos, por acompañarme. Sois un encanto.

Tras esta bajada, el retorno a casa se hizo más llevadero. Me hubiera quedado una semana por allí, pero con el nivel del último día, que fue en el que más disfruté del esquí.
Hoy lunes trabajo, estoy cansado y me duermo por los rincones, pero me siento muy satisfecho. Casi no me duele el cuerpo, sólo noto las piernas un poco y el moratón de la cadera.
Vicente C, te he echado de menos. Lo confieso. Te lo hubieras pasado muy bien con nosotros. Seguro.
Tal vez sea buen momento para pedir disculpas por tener apagado el teléfono durante estos días. Cosas del roaming y de que no quería que nadie me localizara. Vacaciones totales. De hecho, no recibí ni un sólo SMS por Año Nuevo. Lo siento si intentasteis localizarme y no pudisteis. Otra vez será.
Quizá vuelva a esquiar otra vez antes de acabar la temporada, pero ahora en otro sitio. ¿Alguien se apunta? ¿Baqueira? ¿Formigal? ¿Courmayeur? ¿Civetta? ¿Dolomitas? ¿Val d'Isere? ¿Valdelinares? (jejeje).