martes, 29 de septiembre de 2009

Comienzo de curso en la EOI

Ayer volvimos a la rutina semanal de la Escuela Oficial de Idiomas. Era el último elemento que quedaba para confirmar que el verano se ha acabado definitivamente y con él empieza un nuevo año. Ahora los días irán acortando sus horas de luz y darán paso al frío hasta la primavera que viene. Como siempre. Al final, nada cambia, todo sigue igual.
Este año con cambio de turno. Ahora iré lunes y miércoles. Los otros dos años eran martes y jueves.
Este año decidí cambiar de turno por coincidir con un compañero que tenía que cambiarse a los lunes y de paso, aprovechar para tener los jueves libres y así poder salir a probar nuevas cosas, nuevos retos. Ahora no creo que los experimente como pensaba hacerlo. Ya no. Tampoco hay ya necesidad ni motivación.
Pero pensando en positivo, como no queda de otra forma, no dejo de tener los jueves libres, lo cual supone poder entretenerme con "otras cosas" que, seguramente, acabarán por resultar igualmente o más satisfactorias. Incluso puede que más saludables.
Sobre las clases de momento no puedo opinar. Profesora nueva. Ya van tres profesores distintos, uno por curso. Primera impresión mediocre: es un poco desastre, pero tiene buen acento. Repito compañeros: Carmen y Sergio. Muy buena gente. Y al resto (somos 31) será cuestión de irlos conociendo, que seguro que también hay gente interesante.

Cambios. La vida está llena de cambios más o menos sobrevenidos y hay que saber improvisar y adaptarse. Adaptarse o dejarse morir lentamente.
Mais ... dès d'aujourd'hui, je vivrai ma vie avec un nouveau sourire tous les jours!. C'est la décision définitive que j'ai pris. Et je suis sûr que c'est tout cela que je veux et le plus intelligente.
Viva la furia chelvana!!.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Carta de despedida de Gabriel García Márquez

Me la ha enviado una amiga y me ha gustado, así que aprovecho para insertarla aquí. Está sacada de internet.
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Carta de despedida de Gabriel García Márquez "Se despide un genio"

Gabriel García Márquez se ha retirado de la vida pública por razones de salud: cáncer linfático. Ahora, parece, que es cada vez más grave. Ha enviado una carta de despedida a sus amigos, y gracias a Internet está siendo difundida.

"Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse! A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles "lo siento", "perdóname", "por favor", "gracias" y todas las palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuánto te importan."

Buenas noticias 2

Esto va cada vez mejor y mejor. Llevo 4 días durmiendo 7 horas ... ¡y sin pastillas!.
Como excepción el sábado, que por culpa del tequila que me tomé con la excusa de la cena temática mejicana, me alteré un poco más de lo que debía y tuve un sueño demasiado ligero e inquieto.
La parte más complicada creo que ya he conseguido superarla. El resto será esperar que se acaben las pilas de la radio que todavía suena en mi cabeza en casi todo momento. Pero sé que no son alcalinas, así que no durarán mucho.
¡Qué lástima me entra, cada vez que miro atrás!. ¡Qué pena más grande!. ¡Qué vacío más inmenso!.
Pero pronto volveré a ser el de siempre. Ahora más fuerte y menos ciego que antes.
¡¡Viva la furia chelvana!!

sábado, 26 de septiembre de 2009

Caballito del diablo.

No he pogut evitar-lo i volia posar aquesta preciositat al blog, perquè la vegera tothom. Per això li he demanar permís a l'autor, a José Luís. Gràcies per deixar-me la còpia. És un plaer publicar-la.

La foto, que és una meravella al seu tamany original, l'he penjada molt reduïda (soles 1024x580 píxels), per adaptar-la al blog i perquè vos poguéreu fer una lleugera idea. Com al xic li agrada presumir del seu treball, i ací crec que pot fer-lo, l'ha treta a gran tamany i s'ha preparat un xicotet "affiche" enmarcat per penjar a casa. Està com un xiquet, orgullós de la seua "criatura".

La "recerca i captura", és a dir, la localització de l'insecte se la vaig oferir jo (jejeje). I la foto la va fer amb una macro i la Nikon D60 que té. Quina finor de màquina. Clar que el mestre, també fa. És del 12 de setembre d'enguany i la va fer en una xicoteta zona de gespa, al costat de la bassa superior de les dos que es troben damunt del Monestir de Santa María de La Murta, en Alzira, on vam anar a que m'aclarira i em distraguera una mica. I el millor lloc per això sempre és la muntanya.
Vam passar una estona molt entretinguda cercant insectes que fotografiar i va ser divertit. Però de totes, la millor foto va ser aquesta amb diferència.

Gràcies per estar ahí, José Luís.

Rodando por la Calderona. Subida a Rebalsadors.

La subida a Rebalsadors, en Serra, dentro del Parque Natural de la Sierra Calderona, ya es una ruta clásica y no soy capaz de recordar cuántas veces la habré hecho. No es excesivamente larga ni dura y está cerca de casa, así que resulta perfecta para una escapada rápida. Tenía ganas de volver a hacerla. Es como un "inicio de temporada".

Hemos quedado Sergiete y yo a las 8:30 en el parking de Portacoeli, en el de siempre, con Julio. Me ha sorprendido la gran cantidad de coches y ciclistas que esta mañana se movían por la zona. Seguramente más de 300 coches y fácilmente 500 ciclistas. Demasiada gente. Supongo que será la vuelta del verano y que todavía no hace frío.
Hemos llegado un poco tarde (cómo no) y hemos perdido casi media hora intentando reparar la rueda delantera de la bicicleta de Sergiete. Como hacía más de 2 meses que no la cogía, se la ha encontrado deshinchada y allí mismo nos hemos puesto a cambiar la cámara, con tan mala suerte que la válvula no funcionaba y no entraba aire. Finalmente, hemos decidido volver a poner la primera cámara e hincharla, a ver si aguantaba el aire, y así ha sido. Simplemente se había vaciado de tenerla guardada en el garaje. Qué tío. Qué forma de dar guerra. Más de media hora peleando con una cámara que encima no estaba pinchada (jajaja).
Julio estaba nerviosete, se le notaba. No las tenía todas consigo y creía que no podría subir, que decía que hacía tiempo que no cogía la bicicleta. Pero ha cumplido como un campeón.
La subida a buen ritmo, y en poco más de una hora estábamos ya en la Font del Poll, sin parar ni una sola vez. Ha estado bien. Seguimos mejorando.
A propuesta de un servidor, que me ha sabido a poco la subida, nos hemos acercado al mirador de Rebalsadors. Esta subida tiene un tramo algo más durillo, con mucha piedra y firme en mal estado, pero tampoco hemos tenido que parar en ningún momento. Estupendo.
Desde el mirador la vista no ha acompañado, ya que lleva varios días con viento de Levante y apenas de adivinaba el mar en el horizonte por culpa de la calina. Una lástima.
Como Sergiete tenía prisa por volver, no nos hemos acercado al vértice geodésico como yo quería, y nos hemos tenido que volver al parking.
Trepidante bajada, en la que creo que me he lanzado más rápido de lo habitual. Nos íbamos picando, aunque hay que reconocer que estos son más temerarios que yo. Ha sido divertido.
Al final han salido unos 30 Km y unos +700 m de desnivel.
Estas salidas son un tónico milagroso. Estoy con la moral por las nubes.

Ya en el parking me he encontrado con Pilar de Misjueves, que venía de dar una vuelta en bicicleta por el Oronet. Me he alegrado de verla y hemos estado hablando un rato. Me ha contado su aventura en la Matahombres. Qué envidia. Es buena gente.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Buenas noticias

Para mí lo son. Parece una tontería, pero lo son.
Tras 4 semanas sin poder casi dormir ni comer. Tras perder más de 10 Kg de peso y no poder dormir más de 4 horas al día. Tras innumerables pesadillas, de temblores descontrolados y un estado de ansiedad y nervios permanente, hoy he conseguido dormir 7 horas de un tirón.
¡¡7 horas!!. Parece imposible. Todo gracias a unas fantásticas pastillitas que me dió el médico el lunes. No ha sido un sueño profundo, ni recuerdo bien los sueños que habré tenido, pero es todo un logro haberlo conseguido. Me ha encantado la sensación de levantarse descansado y con la mente "casi" en blanco. Es una novedad francamente agradable.
Que dure.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Rodando entre Valencia y El Puig. Toda una clásica.

Este fin de semana hemos quedado para repetir una ruta ya clásica y sencillita. Me trae algunos recuerdos, pero cada vez me afectan menos. Al menos eso me creo o quiero creerme.
Hemos quedado Julio, Antonio, su cuñado, y servidor. Y hemos salido demasiado tarde (11:00).

Saliendo de la ciudad de Valencia, se busca por el cauce antiguo del Turia la Avenida de Aragón para enlazar con la vía Augusta, que coincide con la vía de ferrocarril "vía churra", habitilitada ahora como vía verde.
El firme es de buena calidad en todo el recorrido, alternando el hormigón y el asfalto. Con una suave brisa de poniente, que nos entraba de costado, y que no supuso ninguna dificultad, llegamos pronto a El Puig, donde subimos la montañeta de La Patà. Hace unos años me parecía toda una odisea subirla. Ahora me parece un paseo. Más que paseo, un aliciente, ya que es la única subida de todo el recorrido. Qué cosas.
Almuerzo en la playita, al solecito y vuelta por la playa, por el camino de servicio entre la autovía y el espigón que baja hacia Port Saplaya. Como ha estado lloviendo los días de antes, la ruta por aquí ha sido un auténtico lodazal.
Cuando hemos llegado al paseo de Malvarrosa, Antonio no podía ya con su alma y no hacía más que estirar los cruadriceps. Así que hemos optado por volver por la vía del tranvía, que era el camino más corto. No sé si querrá volver con nosotros. Y eso que la ruta no era complicada.
Al final me han salido en el cuentakilómetros de la bicicleta 59,5 Km, pero en llano. Está bien para mantener el tono y buscar cosas más "fuertes".

domingo, 13 de septiembre de 2009

XXXIII Volta a Peu al Barri de Sant Marcel·lí

Hoy he participado en esta veterana Volta a Peu que se engloba dentro del V Circuit Ruralcaja de carreras populares de la ciudad de Valencia. Como al circuito ya no llego (hay que apuntarse desde la primera prueba), y ya que voy cogiendo algo de gustillo a eso de correr, pues probaremos con estas carreteritas asfaltadas hasta final de temporada (13 diciembre). Total, sólo quedan 4 carrreras más. Quizá entonces podamos enfrentarnos con una media maratón. Puede ser un buen reto (jejeje).
En principio, el día lo tenía reservado para hacer la VIII Matahombres en Camarena de la Sierra, aquella que intenté hacerla en 2 días en agosto, pero que por las tormentas no pudimos (quisimos) acabarla. Viendo que estoy bien físicamente de la experiencia de Carros de Foc, me hubiera atrevido con ella, pero cosas que pasan, al final he preferido no acercarme y creo que me he salvado de una buena, porque a partir de mediodía se ha liado una buena de tormentas por la zona, con bastante agua y rayos. Espero que nadie haya salido herido o demasiado perjudicado.

Para la Volta a Peu había quedado con Cristina, Julio y Sergiete, pero entre la tormenta de ayer, que mojó ligeramente el asfalto y el esguince de Julio del sábado, me ha tocado correr solo, otra vez.
Lo que más me ha impresionado es la enorme cantidad de corredores que se han congredado para participar. Creo que rondarían los 4.000 participantes. Realmente tanta gente por la calle al final agobia y no se disfruta, pero bueno, había que probar qué es esto y así poder opinar.
Para los 6.306 metros de recorrido he necesitado 00:39:05, lo cual da una velocidad media de 6m34s/km.
Al final he quedado el 2.458 de la general y el 893 de mi categoría.
Estoy contento y creo que no está mal, dado mi nivel y teniendo en cuenta que quería bajar de los 45 minutos. Pasado el kilómetro 3 se me ha puesto un dolor agudo en la rodilla izquierda, en la parte externa, que me ha obligado a bajar mucho el ritmo, poniéndome a trote de paseo y me han adelantado muchos corredores. Esperaba un chasquido en cualquier momento que al final no se ha producido. Creo que podía haber salido algo mejor, pero bueno. Será en otra ocasión.

Continuaremos haciendo deporte, que está claro que es una buena forma de evadirse de los problemas. Al menos temporalmente, porque siempre te persiguen y, si bien a menor ritmo, al final te alcanzan. Por mucho que corras.
Así que no todo debería ser correr o hacer bici, sino hacerse la idea y punto. Quizá no haya merecido la pena tanto esfuerzo.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Ya no hay vuelta a la UPV

Finalmente, la carga docente que les faltaba la cubren ampliando contrato a otra persona.
No era un rayo de esperanza, sino un relámpago lo que ví. Así que dejaremos que siga arreciando el temporal, que amainará cuando tenga que hacerlo.
Es hora de buscar un resguardo adecuado antes de coger una pulmonía. Paciencia.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Rodando por Chelva

Hoy más bicicleta. Parece que es un buen método para no pensar, para huir hacia delante sin rumbo, para escapar de este calvario, aunque los recuerdos son francamente tenaces.

El destino, cómo no, Chelva. Vuelta a los orígenes y a los amigos. Recuerdos muy diversos y muchas vivencias no necesariamente unipersonales. Creo que es una buena terapia.

He elegido para hoy una ruta que calificaría de "light", a pesar de sus 30,5 km y +935 m. Dado que he elegido algunos tramos que no recordaba muy bien cómo se encontraban, al final en el cuenta kilómetros de la bici me han salido algo más de 35 Km. Pero supongo que eso tampoco importa.
La ruta comienza en Chelva. Se sale del barrio árabe por la cuesta San Joaquín hacia Molino Puerto y se empieza a subir, de forma brusca, hacia San Cristóbal, buscando el llano de Villanueva. Esta parte de la ruta está completamente asfaltada, así que tampoco resulta muy complicada. Del llano de Villanueva se llanea hasta Calles. Se entra a la población al lado de una gran bodega (Vegamar), buscando el puente que cruza el río de Chelva (o río Tuéjar) y que da acceso al pueblo de Calles. No lo cruzamos, sino que seguimos por el asfalto, río abajo, hacia el campo de fútbol. A partir de este punto, seguimos una senda que nos lleva paralelos al río hasta un puentecito que sale a la izquierda (cuidado con perderlo, que el camino acaba en los bancales del fondo, que bien he podido comprobarlo).
Se busca la antigua carretera CV-35 por un camino de tierra paralelo a la misma y junto al río. A los pocos metros, hay que subir al asfalto, porque si seguimos el camino de tierra, acabamos debajo del puente y en un aforador de la confederación (que también me he perdido allí).
Por la carretera antigua buscamos el pueblo viejo de Domeño. Como soy más chulo que un ocho, he decidido subirme al castillo, que es una subidita muy suave, pero luego he tenido que buscarme la vida entre la ladera para bajar "a pie" y con la bici al hombro. Haced caso al plano que adjunto al final, que bordea el pueblo por la antigua carretera y luego por un camino a la derecha, río arriba.
Se pasa la cascada de Domeño y se sube por el cañón del Turia hacia Puente Alta. Es un tramo que siempre me ha gustado mucho y recuerdo cuando la gente acampaba en Las Riberas o debajo de la Cascada, en Pascua, apiñados como sardinas. Más de 1000 personas, entre un sitio y el otro. ¡Qué tiempos!.
El camino está de película y sólo le falta el asfalto. Atención a la maquinaria pesada que circula (me he encontrado una apisonadora, una retrocargadora y alguna cosa más).
Llegado a Puente Alta me entra una profunda decepción: están machacando la ladera para construir el nuevo canal, supongo. Qué pena de umbría, que estaba llena de pinos antes del incendio del 94 y tenía una regeneración muy maja. Se la han comido sin piedad. Prefiero no mirar demasiado, que para mí era una imagen fija en la memoria que ahora me han trastocado.
Sorteo como puedo las distintas máquinas y cojo el camino de Puente Alta a Calles, que también está asfaltado. Una vez subido el puente, doblo a la izquierda, en dirección a Jórgola, pero pasado un kilómetro cuesta arriba, me lo pienso mejor y me vuelvo a Calles. ¿Para qué padecer más subiendo a Jórgola?. No vengo a sufrir, sólo a descargar y no pensar. Eso para otro día, que todavía tengo pendiente de hace tiempo la Cuesta del Tiñoso.
El resto hasta cerca de Calles es una carretera asfaltada con bastante pendiente (14%) y muy facilita. Hace algo de calor. Se pone ritmo fijo ... i poquet a poquet.
A la altura del antiguo radiofaro, se gira a la izquierda, siguiendo más asfalto hasta llegar a una placa de coto de caza. En ese punto, sale a la derecha un camino asfaltado que entra entre campos. No tendrá más de 200 metros de asfalto y pasa a un triste camino de tierra que me hace confundirme y cojo por la izquierda el que no toca. Tras un buen rato, decido cambiar de dirección y volver hacia la derecha. Acabo cruzando una antigua escombrera y unos bancales, entre aliagas, con la bicicleta al hombro, buscando el dichoso camino del Campillo.
Cuando por fin lo encuentro, es un camino con mucha pendiente y piedra suelta, en el que es difícil pedalear. Quizá debería haber vuelto por Villanueva.
Bajada entre caminos y campos rodeado de las acequias del Campillo. Llegada a Molino Puerto y subida por la carretera que baja al río por el Matadero comarcal desde la CV-35.
En total han sido algo más de 2 horitas. No está mal, teniendo en cuenta que hacía algo de calor.
Mañana más. Todavía tengo que pensar la ruta, pero esta será sencillita, que el domingo tengo carrera.
Esto es un sin vivir.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Rodando por Enguera

Hoy salida con la bicicleta de montaña por Enguera. El grupo estaba formado por José Luís, Elia, Vicent y Mario. La ruta ha sido sencillita y me ha servido para ver que todavía estoy tocado del fin de semana pasado. En todos los sentidos.
Me han vuelto a aparecer ligeras molestias en la parte exterior de las rodillas, que han desaparecido al aflojar un poco la marcha. El resto del físico bien.
Lo primero que hemos hecho ha sido almorzar en Enguera, dentro del pueblo, en un bar en el que parece que la especialidad es un bocata de queso fresco frito con pimientos. Exquisito.
He aprovechado la coyuntura para llamar a Markus, que hacía mucho que no lo veía, para charrar un rato durante el almuerzo, y en un momento nos hemos juntado un montón de compañeros: Juan Antonio de Calles, Hipólito de Enguera ... parecía un bar cualquiera de Los Serranos, todo lleno de forestales (jejeje).
A las 11:30 hemos empezado la marcha. Un poco tarde para mi gusto, pero el día acompañaba, ya que estaba muy nublado e incluso amenazaba lluvia. Algo de calor húmedo hacia el mediodía, pero perfecto para la bicicleta.
En total, han caído 26,65 Km con +637 m. No está mal.
Lo he disfrutado, aunque reconozco que los detalles siguen machacándome moralmente. Demasiados recuerdos concentrados en chorradas cotidianas. Es difícil cambiar la rutina y las costumbres cuando uno se ha acostumbrado a lo bueno. Suspiraré.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Vuelvo a la UPV en octubre

Pues eso parece. Yo estoy más sorprendido que vosotros.
Hoy me han llamado para cubrir las clases de proyectos en la escuela de Agrónomos. Un amigo y compañero se lo deja por cuestiones que no entraré a detallar. Así que empezaremos de nuevo, pero ahora con fuerzas renovadas.
Es curioso que cuando a uno le cierran o se le cierra una puerta, siempre se le abren otras. Sólo es cuestión de actitud, supongo.
Por pura casualidad, un brillo de esperanza se dibuja en el horizonte, entre la incesante lluvia. Quizá empiece a amainar pronto la tormenta.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Rodando por Valencia con la bicicleta

Esta tarde tenía que salir un rato para ver cómo iban las cosas y cómo me funcionaba el cuerpo después de la paliza del fin de semana.
Me he propuesto hacer algo sencillito y he decidido rodar un rato con la bicicleta por el cauce antiguo del Turia hasta la playa de Port Saplaya, ya en Alboraya.
Son algo más de 36,5 Km muy llanos que he completado en poco más de una hora y media, con toda la calma del mundo. A más de 25 Km/h no se puede rodar mucho rato, porque hay gente por todos lados y agobian bastante.
Se nota que han vuelto los veraneantes y que todo el mundo está con la fiebre del deporte, pues no veía más que corredores y ciclistas por todos lados.
La prueba ha venido bien. He podido comprobar que estoy muy entero físicamente y que no me molestan ni siquiera los pies. Eso es bueno.
La próxima me subiré por el Turia hasta la Rodana de Vilamarxant. A ver si puedo llegar y volver sin problemas.

martes, 1 de septiembre de 2009

Carros de Foc 2009 en dos días

Todavía no estoy con ánimo de contar mucho la experiencia de la Carros de Foc por la que pasé los días 29 y 30 de agosto, pues estoy bastante dolido todavía y no tengo la mente muy clara. Aún así, intentaré hacer de tripas corazón y contaros un poco lo que pasó. No os asustéis, pues todo lo que cuento no sólo es cierto, sino que además es verídico (jejeje).

El viernes 28 quedamos la gente que íbamos desde Valencia hacia Espot (Lleida) para hacer la Carros de Foc y subir en un coche (510 Km).
Entre mis compañeros, 3 personas que suelen salir con el club Misjueves, que pretendían hacer la marcha en menos de 24 horas: Anna, Javi y Guillermo. Es lo que se dice unos aspirantes a Skyrunners. Este calificativo, Skyrunner, que antes me impresionaba un poco por lo que suponía, ahora me pone la piel de gallina. Conseguir ser "finisher" en la Skyrunner supone haber conseguido hacer los casi 60 kilómetros del total del recorrido y los 9.200 metros de desnivel (positivo + negativo) en menos de 24 horas. Es una locura, ya que el terreno no presta para correr y menos de noche. Pero ahora puedo decir que conozco algún y alguna Skyrunner, cosa que me llena de sincera admiración y asombro y creo que están muy por encima del resto de la gente para afrontar retos deportivos como estos, tanto física como moralmente.

El viaje a Espot no vale la pena recordarlo. Conversación animada entre skyrunners y muchos nervios. Algo de tensión en el ambiente. La carretera tranquilita y una pequeña tormenta en el prepirineo, a la altura de Sort o Rialp.
Una vez llegados a Espot, coincidimos con Pepe, también del club Misjueves, que nos lleva un rato esperando nervioso y que va a intentar hacer también la Skyrunner. Vaya 4 valientes. Pepe, en todo caso, dice reservarse el derecho de llevar una pistola en la mochila, por si tuvieran que sacrificar a alguno por el camino, para que no sufra. Son conscientes de lo que se les viene encima.

En la entrada del Parque Nacional d'Aigüestortes hay que coger un taxi, que nos cuesta 4,50 € por cabeza, para subir hasta el parking del Estany de Sant Maurici.
Pequeña caminata de 10 minutos hasta el refugio de Mallafré y a las 19:30 estamos ya cenando, quien puede tragar por culpa de los nervios.

El refugio de Mallafré (1.893 m) es pequeño y tiene literas corridas en dos niveles. Como las fechas para hacer la skyrunner se limitan a poco más de 2 días (28 y 29 de agosto), está lleno y costó mucho esfuerzo y gestiones conseguir la reserva para poder pernoctar.
Durante el tiempo que dejamos pasar hasta acostarnos, no hacen más que llegar corredores. Es noche cerrada, pero parece que eso no les afecta. Vienen cansados, comen y beben algo y se informan del recorrido hasta el próximo refugio y ... a seguir corriendo. No salgo de mi asombro. Son extraordinarios.
La emisora del refugio ruge a eso de las 21:30, más o menos. Por el tono, se deduce rápidamente una euforia desbordada. Dicen que el récord de la Skyrunner ha sido batido, tanto el femenino como el masculino. Sigo perplejo. Dicen que ha bajado de 10 horas ... que 9 y media. Parece imposible.

Hay que intentar dormir. Nos acostamos. La noche se hace interminable. La gente se remueve inquieta en su saco e incluso alguno le entra un ataque de risa por los nervios. Yo no hago más que preguntarme ¿qué hago yo aquí?. Quizá no debería haber venido.

29 de agosto de 2009.
Etapa I. Refugi Ernest Mallafré - Refugi Ventosa i Calvell
(28,0 Km, desnivel +2.065 m y -1.790 m)

Tiempo total: 12 horas y 45 minutos (5:45 a 18:30)

A las 4:15 o así se han ido mis compañeros a hacer la skyrunner. Suerte.
Yo no he conseguido dormir demasiado y estoy bastante alterado. A eso de las 5:25 me levanto y me preparo. La noche ha sido larga, porque el refugio no estaba en silencio y era un trasiego constante de gente que entraba y salía. Tampoco estaba yo muy por la labor de dormir. Desayuno frugal y a caminar.
A las 5:45 salgo solo, todavía de noche, armado con un frontal en dirección hacia el refugio de Amitges. Aunque es una pista por la que suben los taxi todoterrenos del parque, no deja de resultar algo complicado caminar de noche por aquí. El frontal ilumina a poco más de 15 metros y en caso de duda, no permite una visión de conjunto. Además, estamos todavía en cuarto creciente y en esta parte de la montaña hace rato que desapareció la luna.
Diviso un grupo de gente que me alcanza. Unos 4 chavales. Van a buen ritmo. Intento seguirlos un rato, pero voy todavía frío y son skyrunners, por lo que no puedo mantener su ritmo y poco a poco los pierdo de vista.
A eso de las 6:45 empieza a aparecer el sol y el paisaje se va dibujando magnífico. Si algo tiene de bonito esta ruta es el paisaje y los espectaculares valles por los que discurre.

A las 7:07 hago acto de presencia en el refugio de Amitges (2.367 m). Nada más entrar, me encuentro con Vicent Pla, otro corredor de Misjueves, que vino un día antes a hacer la Skyrunners, pero que ha tenido que abandonar por una indisposición intestinal. Nos conocemos poco, casi nada, pero creo que nos alegramos mútuamente de vernos. Le pido que me haga una foto en la puerta del refugio para luego subir a cuñar el forfait, dejando así constancia de mi paso.
Al poco, inicio de nuevo marcha hacia el próximo refugio. La ruta es en subida, pero no tiene mucha pendiente.
Como la noche anterior había tormenta, que nos pilló en el coche, el ambiente está muy húmedo y hay rocío por todos lados. Llevo los pies mojados. El Coll de Ratera engaña un poco, porque cuando parece que lo has coronado, todavía te quedan dos trozos para llegar arriba del todo. Pero no tiene grandes pendientes y todavía no me importa. Miro hacia abajo, a mi espalda. La vista es espectacular. El sol empieza a salir entre las montañas y en el fondo del valle se ha formado un mar de nubes. Me encanta.
Poco antes del Coll de Ratera, una espesa niebla me rodea y me impide ver a más de 30 metros. Menos mal que aquí no hay duda con la senda. Se me moja la cara y el cuerpo. Es refrescante. Las gafas las llevo totalmente empañadas, pero siento satisfacción.

En el mismo Coll de Ratera (2.543 m) se pueden ver las marcas del GR-11, pero con las que hay que tener cuidado, porque hay dos o tres sendas distintas, que llevan al refugio de Saboredo y es fácil confundirse. La señalización es confusa y muy deficiente. Me decido por la que parece más clara, a la vista de la niebla, y empiezo a bajar.
Al cabo de un rato estoy casi perdido. He aparecido en un canchal o tartera de grandes bloques de piedra y no hay senda a la vista. Afortunadamente, la dirección a seguir es obvia, y no tengo alternativa: hay que bajar. Resbalo repetidamente en el granito mojado por el rocío.
Entre tanto saltito entre piedras, riachuelos y charcos fangosos, me pega un tirón en el gemelo interno de la pierna izquierda, que me quedará dolorida hasta el final de la prueba.
Tras un rato de pulular entre piedras, empieza a despejarse la niebla y recupero uno de los senderos que llevan al refugio.
Desde luego, el mapa 1:25.000 de la guía Alpina que me han dado por participar en modalidad Open (sin límite de horas), el 1:50.000 que me prestó gentilmente Guillermo, poco preciso, pero con anotaciones valiosísimas, y sobre todo mi super GPS (Garmin eTrex de los antiguos), me han resultado de gran utilidad y en un poco más de esfuerzo, llego a Saboredo a las 9:00.

El refugio de Saboredo (2.310 m) me impacta sobremanera. Es una choza o cubículo de pastores, habilitado como refugio. En su interior dormita un chaval que habla un aranés muy cerrado y que se queja de estar toda la noche sin dormir "por los sky". De hecho, juraría que me ha mirado con cierto desprecio cuando me ha preguntado si yo también era uno de ellos. No sólo le digo que no, que soy un triste opener intentando hacerla en menos de 48 horas, sino que casi pido disculpas por molestar mientras me interroga con la mirada. El ambiente es bastante extraño y "alternativo". Cuño y me las piro casi a la carrera.
Físicamente estoy que me salgo, salvo por las molestias en el gemelo. El siguiente paso es una subida al denominado Coll del Tuc Gran de Sendrosa (2.451 m). Vuelven otra vez los bloques de piedras en algunos tramos, pero la subida no se me hace complicada. La niebla está estancada en el fondo de los valles y se observa perfectamente el mar de nubes. Paso por el collado a eso de las 10:07.

Bajo Sendrosa para dirigirme al refugio de Colomèrs. En la bajada estoy atento a una senda que sale a la izquierda, que ya me la advirtió Guillermo, por la que puedo avanzar más llano y no tener que descender tanto como por el otro tramo, aunque finalmente se junten, aunque en el otro se ha de subir lo que primero se baja.
Me doblo el tobillo varias veces. Una de ellas de forma dolorosa, cayendo de costado sobre unas piedras, recibiendo un fuerte golpe en el costado y erosionándome la mano derecha. En otro resbalón me golpeo lateralmente la rodilla derecha por el lado externo. El terreno es complicado.
Por el camino me encuentro un sky que sube. Intercambiamos unas palabras. Ambos vamos solos. Me hace algunas indicaciones sobre lo que me encontraré. Nos damos ánimos mutuamente y continuamos. Creo que he encontrado 4 personas en todo el trayecto que llevo andado. ¿Con este son 5?. Cuánta soledad. Tengo que hacerme la idea.

Al llegar al Lac Clòto de Baish, me confundo de senda y me desvío a la izquierda. Me he despistado un poco. Cuando me quiero dar cuenta, he caminado casi 1 Km por el morro. Miro planos, el gps y decido una ruta de empalme hacia el itinerario original. Al menos, la zona es bonita.
A las 11:15 veo por fin la presa y el antiguo refugio de Colomèrs. Para llegar al nuevo, hay que desviarse un tramo de senda que luego habrá que recuperar. Llego a cuñar al refugio de Colomèrs (2.138 m) a las 11:30. Aprovecho un pequeño descanso de 5 minutos para picar alguna cosa, aunque no tengo hambre, ni me cabe nada, beber un poco y cambiarme de calcetines, que debo mantener los pies secos. Un poquito de vaselina en la planta del pie y entre los deditos y a la marcha.

Afronto a partir de este punto la subida al Port de Caldes (2.568 m).
Empiezo muy animado y la senda es bastante buena, pero el puerto es muy largo y el desnivel acumulado, sin ser mucho, se me hace insoportable. El problema es que no parece acabarse nunca y cuando llegas a lo que crees que es el collado, todavía queda otro ... y otro ... así hasta tres.
Por el camino coincido con bastante gente. Skys que vienen de frente (no me adelantó ninguno en toda la marcha), franceses con mochilas inmensas, un par de belgas con los que coincidiré varias veces, dos alemanes despistados, etc.

Superado el Port de Caldes hay que tener cuidado para no irse hacia Ventosa, saltándonos Restanca. Hay que asegurarse al descender el puerto, que cogemos el sendero hacia la derecha. Estamos en la cabecera de la Vall de Boí y hay que sortear algunas subidas un poco bruscas. Empiezo a notar cansancio en las piernas.
Casi al final de estas cabeceras de valle, aparece otro sendero que baja a Ventosa, a la izquierda. Pero debo continuar al frente, hacia una ladera de fuerte pendiente que sube el Coll de Crestada (2.475 m). Es un tramo corto, pero de subida bastante fuerte.

Superado este collado, nos encontramos en otro valle distinto, que baja al refugio de Restanca, que realmente está fuera del parque nacional. La bajada del collado es muy fuerte y entre piedras, pero el resto se me hace insoportable. El refugio parece no llegar nunca. No hago más que bajar y bajar un tramo que sé que tendré que volver a subir, porque aquí se baja y se sube por el mismo sitio. La cabeza bulle y me desmoralizo un poco.

El refugio de Restanca (2.010 m) se encuentra al lado de un lago y tiene buena pinta. El lugar es muy bonito. De los guardas no puedo decir lo mismo, pues me llevé una sensación bastante desgradable. No sólo no fueron capaces de ofrecerme un plátano "que tenía que pagar", cuando les sobraban cientos de los skyrunners, sino que de malos modos me sellaron y vendieron una Coca-Cola ¡¡... a 2,80 €!!. La más cara de todo el recorrido.
Me sellan con hora de paso de 15:00. Intento comer alguna cosa, que no puedo, y pregunto por mis compañeros que esta madrugada (4:15) salieron del refugio para correr. Me quedo bastante preocupado, puesto que me dicen que no han pasado por el refugio todavía. ¿Qué? ¡¡Pero si llevan 1 hora y pico de ventaja y van corriendo!!. Rápidamente pienso en lo peor: han tenido que abandonar, alguno se ha roto algo, una indisposición, una lipotimia, a Pepe se le ha disparado la pistola ... ¡¡qué se yo!!.

Salgo del refugio cabizbajo y pensativo. Miro hacia arriba, haciéndome la idea de lo que me queda para subir otra vez para seguir camino. Suspiro. ¿Y estos? ... ¿qué les habrá pasado?.
Empiezo a subir poco a poco. Tras un rato de hora y pico, oigo una voz que me llama, yo creo que hasta con alegría "Mira ... si es Mario!!". Levanto la cabeza del suelo y me veo la sonrisa sincera de Guillermo. Son mis compañeros, que al final han cambiado el sentido del recorrido, por lo que todavía no habían pasado por Restanca. Al final de todos va Anna, sin perder el ritmo. No podía esperar otra cosa.
Intercambiamos impresiones. Parece que les va bien. Me animan y me dicen que voy a buen ritmo. ¡Qué sabrán cómo voy!, pero se agradece la intención. La procesión va por dentro. Despedida triste porque vuelvo a caminar solo y continuo subiendo mientras corren como el viento ladera abajo. Qué máquinas.
La distancia que me queda hasta el refugio de Ventosa no es muy grande y parece que la devoro a cada paso. Es una zona bonita, en la que es relativamente fácil seguir el camino. Llego al refugio de Ventosa i Calvell (2.215 m) a las 18:30.

Nada más entrar, me encuentro con una guapa alberguera, medio rubia y de pelo cortito que me mira de arriba a abajo y me suelta de forma algo brusca "botas, palos y mochila, fuera". Son las normas, pero sólo quería preguntar por mi reserva y cuñar. No estoy para discutir. A pesar de la brusquedad y marcialidad en sus instrucciones, siempre acompaña el final de la frase con una sonrisa seductora, capaz de impedir que la otra persona se moleste por el tono.
Al menos da instrucciones concretas, aunque de forma acelerada: "tu plaza, la 57, la mesa, la 7, la cena a 19:00, aquí tienes unos recipientes, la mochila, fuera ...". Qué sargento. Pero tiene gracia, la chica. Me quedé prendado de su sonrisa. Hay quien tiene alguna cualidad y la explota en beneficio propio.
En la siguientes horas ceno, ordeno mis cosas y hago revisión física y mental de mi estado. Me encuentro bien físicamente, salvo algunos resbalones, el tirón del gemelo, un par de ampollas en los pies, ligero dolor en los dedos de los pies, pero nada grave.
Mentalmente estoy cansado, mareado y me da vueltas todo. Me invade un vacío absoluto. No hay sensación de satisfacción, a pesar del esfuerzo realizado. Esa procesión que sigue por dentro ...
Me acuesto pronto. Puede que fueran las 21:00. No tengo ni idea. Quiero dormir un poco, después de 3 días sin pegar ojo, que mañana será un día complicado.


30 de agosto de 2009. Etapa II. Refugi Ventosa i Calvell - Refugi Ernest Mallafré
(34,0 Km, desnivel +2.350 m y -2.620 m)
Tiempo total: 16 horas y 35 minutos (7:40 a 0:15)

Me levanto a las 6:50, ya que la alberguera me dijo ayer que el desayuno no se servía antes de las 7:00. Me parece tardísimo, pero además no son puntuales y antes de las 7:15 no podemos empezar a almorzar. No hay forma de poder ingerir alimento. Estoy muy nervioso.
La alternativa hubiera sido salir sin desayunar, pero dadas las condiciones en las que me podía encontrar a lo largo del día, no parecía lo más adecuado saltarse una comida. Además, veo crêpes, nocilla y cosas saladas para acompañar. Valía la pena esperar.

Salgo del refugio a las 7:40 en dirección al conocido Collet de Contraix. Tanto me han hablado de él, que sólo de pensarlo, me causa un profundo respeto. Nada más salir del refugio se ve su figura de fondo. Desde la distancia, ya impone. La subida final es tan pronunciada, que desde aquí abajo parece imposible que exista una zona de asceso por allí si no es escalando.

Su figura es inconfundible. Según me aproximo, se asemeja cada vez más a la mandíbula mellada de un gigante de piedra y su tartera de bloques de granito parece la saliva que rueda ladera abajo, preparándose para saborear a otro infeliz que pretende subirlo.

La subida es horrible. Al principio encuentro a los belgas que ya comenté del Port de Caldes, pero ellos se irán hacia el Port de Colomers, así que me tocará continuar solo. Nos despedimos con un alegre "bon courage, mes amis!!"
Y así como voy, me toca subír yo solito todo el Contraix, peleando contra las piedras, buscando entre bloques por dónde avanzar. Se me hace eterno. Caigo varias veces, me doblo el tobillo otro par de veces. Pego varias patadas y resbalones que me dejan los dedos de los pies doloridos. En un enganchón en una roca, rompo una de las zapatillas.
Pero, como bien había sospechado, lo peor era el final. Se trata de una canchera de gravilla fina y bloques de piedra de no más de 100 kg, ligeros, incapaces de soportar mi peso ni ofrecerme apoyo para subir. Dudo entre cuál de los dos pasos hay que tomar. Recuerdo que Julio y Cristina me dijeron que el de la derecha del todo, pero al final paso por el medio. Provoco un importante desprendimiento de piedras y en el segundo, una de ellas me aplasta la mano y me golpea la pierna. Ruedo varios metros hacia abajo, sin consecuencias. Siento una completa impotencia y frustración. Por cada dos pasos que avanzo, retrocedo uno.
Reconozco que aquí me acuerdo en repetidas ocasiones de Cristina, cuando la oía protestar en el canchal del Aneto. Pero esto es bastante peor, creo yo.

Finalmente llego al collado de Contraix (2.748 m). Son las 10:10. Me dedico a hacer fotos. No me creo que lo haya subido. Qué forma de padecer. Miro hacia abajo, hacia el Estany de Contraix y veo que la bajada será complicadilla, ya que tiene bastante tierra y piedras sueltas. Al final, para rematar, otra inmensa tartera de bloques de granito.
Intentando sortear un grupo de bloques, apoyo el pie derecho en el canto de uno de ellos, de más de 500 kg, y me vence, aplastándome el pie derecho durante un instante que se me hace eterno. De recuerdo tengo un bonito derrame en el tobillo.
El resto del valle del Contraix, hasta el refugio de Estany Llong es una dilatada bajada por un complicado sendero pedregoso que machaca durante sus casi 1.000 metros de bajada las rodillas más enteras. Y las mías precisamente ya no lo estaban.

A las 12:29 aparezco en el refugio de Estany Llong (1.987 m). No está mal. Me ha costado menos de 5 horas. Pido un vaso de agua y me tomo, junto a una Coca-Cola, un chute de ibuprofeno y paracetamol. Bien mezclado. Sigo sin hambre, pero comeré alguna cosa.
El entorno del refugio es muy bonito. Es un imponente bosque de abetos y pino negro que lo cubre todo. En el fondo, un torrente de montaña pone el fondo sonoro al paisaje. Me quedaría aquí para siempre. Hasta me ha gustado la gente del albergue, famosos precisamente por no ser demasiado agradables.

Pronto emprendo nuevamente la marcha. Me queda otro puerto complicado, el de Dellui, es tarde y no quiero llegar a las tantas a Mallafré. Salgo por una pista hacia arriba, según me ha parecido entenderle al alberguero. Cuando llevo andados más de 500 metros me aparece delante el lago del Estany Llong y me paro en seco: algo no va bien. Miro plano y ... ¡¡bingo!! ... me he vuelto a confundir de camino. ¿Van ya 4 veces con esta?.
Me toca desandar lo andado y coger una pequeña senda que sube monte arriba (cómo no). Aquí no debo quejarme, porque el puerto es durillo, pero la senda está en buenas condiciones y sube con una pendiente muy constante, sin subidas o bajadas bruscas. Debo parar a coger aire cada 15-20 minutos. En algún tramo, a pesar de cómo estoy, me apetece trotar un poco. Resulta agradable, para variar.

El Coll de Dellui (2.577 m) lo supero no sin algo de esfuerzo. Este no me ha resultado muy complicado, pero es que llevo demasiado trecho hecho. Son las 12:59. Es tardísimo, aunque sigo por debajo del tiempo que marcan las señales indicadoras del parque. Hace mucho calor y casi no me queda agua.
Al empezar a bajar hacia el Estany d'Eixerola, me toca bajar por una tartera (otra) y dirigirme a un barranquete. Veo que circula algo de agua y en el plano veo que no viene de un lago, así que me decido por beber hasta hartarme y rellenar la cantimplora. No llevo pastillas potabilizadoras, que no las cogí al final.
El resto del "paseo" entre estanys de gran tamaño hasta Colomina, no hago más que darle vueltas a la cabeza. Llevo mucho tiempo andando y voy a llegar tardísimo. Anna se empeñó en esperarme en Mallafré para bajarnos juntos a Valencia, pero me sabe fatal, porque estará esperando y no sé a qué hora llegaré. Y así durante minutos y minutos. Qué comida de cabeza.

Llego al fin al refugio de Colomina (2.415 m) a las 17:15. Se trata de un refugio de madera asomado al valle y al pie de un lago, con un telón de fondo de montañas pedregosas y desafiantes. Un sitio impresionante. Me encanta. Llego renqueando. Hace horas que me duele todo, especialmente las rodillas, que no puedo doblarlas más allá de determinado ángulo sin notar un dolor insoportable en la parte interna de la rótula. ¿También tendinitis?.
Cuando llego a la puerta, la gente me mira extrañada, como si vieran a un zombi. Creo que camino ya por pura inercia. He tardado 9:15 horas en llegar, en lugar de las 10:00 que indica en todos los carteles. Estic fet una màquina, xe.

Nada más entrar para sellar el forfait, se me queda mirando la alberguera. Debo tener una cara de agotamiento tremenda. Me pregunta si soy Mario y le digo que sí. Se alegra un montón de verme. Sin poder reaccionar o preguntar, me dice que tengo un mensaje del refugio Mallafré y que si quiero que hablemos con ellos por la emisora. Será Anna. Me lo temía. Justo estamos en la hora en la que debería estar llegando allá abajo. O casi. La chica parece que está preocupada porque no tenía noticias mías. Entonces recuerdo nuevamente que voy solo. Nueva sensación de vacío inmenso.
Cuando me terminan de dar las noticias o novedades, la alberguera me sugiere que me quede a dormir, que acabaré mañana. Mi cara debió ser bastante expresiva, porque no insistió. Le pido, casi ruego entre sollozos, algo que comer. Pero algo que realmente me pueda comer. Me ofrece todos los plátanos y naranjas que quiera. Esta chica es un sol. Me como de malas formas 2 plátanos y una naranja. No me entran. Tengo un nudo en la garganta y otro en el estómago. Me bebo una cerveza, que me sabe fatal.
Otro chute de ibuprofeno y continúo caminando.

La subida del refugio de Colomina al Collado de Saburó tiene dos puntos complicados: el Pas de l'Ós y el propio Collado. En el refugio me han dado algunas recomendaciones.
Al principio, el sendero es llano, ya que bordea un par de lagos recrecidos por presas. Son caminos incómodos, de piedras ladeadas, irregulares, donde es fácil caer o doblarse algo, pero al menos, no suben.
De pronto, al final del Estany de Mar aparece, junto a los restos de unas edificaciones, un tramo de sendero que tiene escaleras. Son escaleras de obra, que supongo utilizaban los trabajadores de las presas, cuando se construyeron. Pero tienen más pendiente que unas escaleras normales. Este tramo me cuesta un poco y tengo que parar a menudo. Ya noto el cansancio.

Al poco, aparece el desvío hacia el Collado de Peguera, hacia la izquierda y al de Saburó, a la derecha. Hay que estar atento para no confundirse. El Estany de Saburó no tiene agua y el espectáculo hasta el collado es desalentador: otra tartera inmensa de bloques de granito. No hay senda alguna, ni montoncitos de piedras y la alberguera de Colomina ya me había advertido que no perdiera de vista unas hitas de madera, con la punta pintada de amarillo.
Sin embargo, cuando soy capaz de verlas, que entre el mar de piedras no resulta sencillo, estoy unos 50 metros por encima de ellas. Podría volver, porque dirigen hacia un camino más o menos definido, pero opto por no descender, ya que he subido.
El resto del ascenso se me hace eterno. Me duele todo y tengo que parar cada 2 minutos a tomar aire. Me cuesta mucho respirar y noto una cierta acidez en el estómago. Espero que no sea una pájara.

Bordeando la tartera de piedra, buscando el collado y evitando las zonas de mayores bloques, termino por coronar el Collado de Saburó (2.667 m) unos 20 metros por encima de su cota. He llegado trastabillando y con la mirada perdida. Lo noto perfectamente. La cabeza se me va y estoy harto de tanto caminar. Son las 19:20 y me quedan poco más de 1 hora de luz. No hago más que emocionarme, de lagrimear todo el camino, y me entran ganas de sentarme y enviar todo a la mierda. Y sigo yendo completamente solo.
En el mismo collado me encuentro un simpático alemán. Me mira como quien ve a un fantasma y pregunta que dónde voy y de dónde vengo. En inglés mantenemos una breve conversación. Es curioso que todavía me queden ganas de hablar. El remate viene cuando me pregunta si tengo realmente alguna necesidad de hacer lo que estoy haciendo. Eso mismo llevo horas preguntándome.

Procuro cortar la conversación y empiezo a bajar hasta el próximo refugio. Esto es una huida hacia delante en toda regla. Tengo el extraño aliciente que al menos ya no quedan subidas. Sólo bajadas.
La marcha hasta el refugio Josep Maria Blanch es otra odisea. Noto cómo se me van las fuerzas poco a poco y voy dando tumbos de lado a lado. Troto siempre que puedo, que el terreno lo permite y me siento seguro. Parece que tengo todavía para eso algunas fuerzas y quiero recortar tiempo como sea. Me pierdo durante un rato, pero aquí, entre las hitas y marcas del GR-11 y el gps, no tengo problema. Llego sobre las 20:40.

No sé describir la sensación cuando ví el refugio Josep María Blanch (2.318 m) en el horizonte, en esa situación privilegiada que tiene, sobre una piedra, enmedio del lago. Creo que es el refugio más bonito del Pirineo.
De pronto, me puse a llorar sin consuelo. Más de 5 minutos a lágrima viva. Tuve que sentarme. Me dolía todo y la mente se llenaba de imágenes y recuerdos. A esto se unía el lamentable estado en el que me encontraba y la angustia por querer llegar y no poder.
Poco antes de entrar, la gente pregunta por mí. Parecía que ya saben quién soy y todo. "¿Mario? ¿Eres Mario?". Los albergueros se me quedan mirando atónitos. No puedo casi ni articular palabra. Con la voz entrecortada y como puedo les pido algo que pueda ingerir. Un tercer plátano había caído durante la bajada y no tenía estómago para nada, aún sabiendo que debo comer.
Me dan una Coca-Cola y entonces me derrumbo moralmente. Me salgo llorando de rabia al porche. ¡¡Sólo quedaban unos kilómetros y ya es casi de noche!!!. Y Anna esperando y yo todavía aquí.

Me intentan convencer que abandone, que es una temeridad, que la montaña siempre estará aquí esperándome, que mejor pedir un taxi. Argumentos lógicos para alguien lógico. Mi única respuesta es un NO a todo. Me esperan en Mallafré y debo bajar. Algún día reventaré, pero de verdad.
Después de dar noticias al Mallafré por la emisora y pedirles que dejen una luz fuera, para que me sirva de referencia, pido información de lo que tengo por delante y me pongo en marcha.

A pesar que este es el tramo más sencillo, ya que prentendo volver por lo que llaman l'Avetar, que es una pista forestal con mucha grava suelta y un sendero herboso, todo cuesta abajo, hay que tener en cuenta cómo me encuentro y que ya es de noche. Hay algo de luna, pero es necesario el frontal. Más allá de 20 metros no se ve nada y al entrar dentro de la senda de l'Avetar, no hay luz alguna.
La sensación es indescriptible. Sabes, o mejor supones que sabes, que tienes que ir por donde vas, porque no hay alternativa. A ambos flancos estoy rodeado por abetos y abedules. Pero al frente no se ve nada. El frontal no alumbra más allá de 15 metros, así que si me equivoco, tardaré un rato en darme cuenta.
Para colmo, esta parte del recorrido no la tenía cargada como track en el gps, ya que no tiene tanta memoria. Sólo presta para 10 tracks de 125 puntos. Y pensar que el de Restanca era doble, pues subía y bajaba ... grrrrr. Así que sólo puedo decirle al aparatito que quiero ir a tal "waypoint" y seguir un rumbo "en línea recta".
Al avanzar, se oyen todos los ruidos del bosque, sobre todo de los animales más grandes que deambulan a esas horas buscando comida. Impresiona, llega a helar la sangre escuchar un ruido súbito en mitad de la oscuridad, sin poder ver lo que es, armado con una única luz en la frente, que sólo te permite ver donde vas a poner este paso y el siguiente. Eso te hace pensar en todo.
Para colmo, no hago más que llorar y lamentarme. A mitad de bajada empiezo a asustarme al oir un ruido ronco que me sigue, en la oscuridad. Ruido que cada vez oigo más cerca. Cuando me paro, nervioso, compruebo que es un principio de asma que estoy padeciendo y que el ruido lo hago yo mismo al respirar. Es un pito ronco. Me quiero reir por mi paranoia, pero no puedo.

Voy ligero. El sendero es llano y sin demasiadas piedras. Consigo sacar puntas de velocidad de 6,5 incluso 7 Km/h sin correr, pero aquello parece no acabarse nunca.
La senda de l'Avetar tiene tres túneles. El primero es posible pasarlo a pie, pero los siguientes hay que flanquearlos por el monte.
Cuando llego cerca del segundo túnel, veo troncos, ramas y piedrecillas sospechosamente arregladas sobre el sendero. Yo no veo la boca del túnel, porque ya digo que es noche cerrada, así que al avanzar y comprobar que allí estaba el túnel, tengo que ponerme a investigar por dónde pasarlo. Tras 5 minutos dando vueltas por la zona (insisto: no hay más luz que la del frontal), decido subir por un lateral del túnel, a la derecha de la marcha, por donde parecen indicar las ramillas y piedras dispuestas sobre el sendero.
Aquella senda se precipita hacia abajo durante un rato y luego parece que quiere volver a subir. Pero por la noche todos los gatos son pardos. Me cuesta encontrar el sendero que sube ladera arriba y cuando lo hago, han pasado más de 20 minutos. ¡¡¡Si eran menos de 100 metros de camino!!!.

El problema viene con el tercer túnel. Aquí encuentro nuevamente las señales que indicaban el sendero y me dispongo a bajarlo. Pero la zona por la que hay que pasar está formada por una tartera de finas piedras cubierta de vegetación y la ruta no es evidente. Resulta confusa incluso de día, así que menos aún de noche. Pasado un rato, empiezo a ascender para volver a buscar el camino, pero en un momento dado, creo encontrar una senda y me pierdo entre los abetos.

Avanzo unos 50 metros. No más. Al principio me extraña que la senda sea tan llana y no suba. Quizá solo se trate de un trozo entre árboles. Al final pienso que igual el túnel es más largo que el anterior y hay que salvar mayor trozo. Llegado a un punto, aparece una pared de abetos. Está claro que por aquí no es. Me doy la vuelta y camino 25 metros. Veo otro sendero hacia arriba. Lo sigo un poco y otra pared de abetos. Tampoco es por aquí. Vuelvo hacia atrás otros 25 metros y veo otro hueco entre los árboles, ahora hacia abajo. Continúo por aquí y debo bajar unos 150 metros. Está en buen estado. De pronto, me encuentro unas piedras y otra pared de abetos.
No es posible ... Me he perdido. Estoy dentro de un tupido y denso abetar, pasadas las 23:00, en ladera de umbría, sin luna y con un frontal que apenas ilumina 15 metros por delante. No conozco el terreno.
Saco el gps para ver en qué dirección estaba el refugio. ¡¡Sólo me quedan 650 metros en línea recta!!. A veces el gps dice que "señal débil". Demasiados árboles. Es lo que faltaba. Yo sé hacia dónde ha de estar. No hay posibilidad de error: siguiendo la curva de nivel, subiendo ligeramente. Pero ... ¿cuánto he bajado? ¿Dónde demonios estoy?
Me toca avanzar campo a través. Me paso un rato peleándome con los abetos, la ladera, que tenía más del 100% de pendiente, las zonas de árboles muertos, la densa regeneración, las laderas de piedras, musgo y tierra suelta. Resbalo infinidad de veces. Me caigo y golpeo repetidas veces. Siempre intentando buscar una ruta lo más recta posible y hacia arriba, buscando el refugio.
Aquí es donde me derrumbo moralmente por última vez. Me siento llorando desconsoladamente en un montón de piedras. Es lo que me faltaba, perderme a dos pasos del refugio.
Pero la rabia y el coraje aparecen cuando menos nos lo esperamos y sacamos fuerzas de la flaqueza más absoluta.

Finalmente, después de mucho subir, encuentro la plataforma del camino y me dirijo hacia el refugio, siguiendo el rumbo del gps, hasta que veo una luz parpadeante en la puerta. Cruzo un torrente mojándome los pies. Siento ansiedad y agobio. Entro derrotado. Son las 0:15.
El refugio está en silencio y todos descansan, pero en la habitación común consigo localizar a Anna, que estaba ya durmiendo. Busco un abrazo que no termino de encontrar y vuelvo a llorar con desesperación. Un principio de ataque de pánico y ansiedad. Menudo momento más desagradable: tenía que estar contento y satisfecho de haber acabado y sólo encuentro un vacío terrible. Es como si me dijeran que tengo que volver a empezar.
Encuentro un plátano por encima de la mesa. Creo que nunca me he comido uno con tanta ansiedad. No podía dejar de tragar y sin masticar. Y sin hambre.
En ese momento hubiera salido fuera a chillar como un loco. No estaba en mis cabales.

A la mañana siguiente volvemos a casa. Estoy derrotado, pero he conseguido completar la ruta en 29 horas y 20 minutos. Y en solitario. Me parece una barbaridad. No pienso repetir esta experiencia de esta manera.

Ya soy un finisher y casi un finished. Me la he hecho en menos de 48 horas. OBJETIVO CUMPLIDO.


Comentarios finales
  1. El itinerario es complicado seguirlo en mucho sitios, porque no existe sendero como tal, sino tarteras de piedras y más piedras, que hacen imposible saber por dónde meterse. Se hace necesario, casi indispensable, llevar un gps. El plano, por supuesto.
  2. He tenido suerte con los collados, ya que en ninguno de ellos quedaban neveros de nieve. Tampoco he tenido necesidad de pisar los que he encontrado.
  3. El consumo de agua ha sido tremendo. Como sabéis, suelo sudar copiosamente y debo hidratarme constantemente. Así pues, cada hora y media me bebía un litro de agua o incluso más. Eso ha supuesto una ingesta de más de 12 litros de líquido al día, 90% de ellos agua, aparte de otras bebidas isotónicas, coca-colas e incluso una cerveza en Colomina. Normalmente recargaba cada vez que entraba en un refugio el bidón de litro que llevaba, pero en más de una ocasión, me tocó tirarme de morros a un arroyo para beber y reponer el bidón. Todavía sin consecuencias.
  4. La vuelta a casa no ha tenido el sabor dulce de la victoria, sino el agrio de la desazón y el disgusto. No puedo decir que haya disfrutado de esta ruta. Al menos no de momento. Quizá con la prespectiva del tiempo, cambie de opinión.
  5. Recomiendo hacerla en 4 ó 5 días y con una buena compañía, que ofrezca una conversación amena y apoyo moral mútuo. El paisaje vale la pena y se disfruta mejor de las cosas que se ven. Haciendo cosas como lo que yo he hecho, se le pasa a uno todo volando y no le da tiempo a saborear la experiencia.
  6. Me he quedado sin camiseta, porque no tenían de mi número. Parece que a los "depiladitos" les gustan bien apretadas y que la gente grande no suele hacer montaña. O es que somos menos y por eso nunca tienen de nuestra talla.
  7. Creo que he conocido a gente muy interesante de entre los miembros de Misjueves que querían hacer la skyrunner. Lástima no haber coincidido antes con ellos y que las condiciones no acompañaran demasiado esta vez. Lo siento, compañeros.
  8. Pero lo mejor ha sido la compañía, como siempre, y sin lugar a dudas. Cuando la he tenido cerca.
De esta excursión debo contar además con los siguientes recuerdos:
  • Tendinitis en la cara interna de ambas rodillas, que remite poco a poco.
  • Algunas agujetas, pero muchas menos de las esperadas.
  • Al menos 5 dedos con traumatismos bastante aparentes. Espero conservar las uñas. (actualización 12-oct-2009: al final, se me cayeron 4 uñas completas).
  • Un tirón en el gemelo, que al final quedó en molestia.
  • Un fuerte traumatismo en la cara interna del tobillo derecho, con derrame interno de líquido.
Espero no haberos aburrido con la crónica. Necesitaba hacerla.