martes, 30 de junio de 2009

Viaje a Alemania. Junio 2009.

Ya parece que ha pasado una eternidad de aquel bonito viaje a Alemania. Otro del estilo "pensat i fet", aunque algo más meditado.
Yo quería irme de vacaciones, ante la expectativa de un denso verano, e insistí en hacerlo en el mes de junio. Es un mes a mi entender perfecto, porque no hace calor y los días son largos, especialmente en la parte más septentrional de Europa.
Se propusieron varios destinos posibles (Suecia, Irlanda, Escocia, etc.) y al final se decidió ir a Alemania. Sin plan prefijado, salvo cuatro cosas. Improvisando y de camping.
La morena no parecía muy convencida al principio, pero al final accedió.
Aunque el tiempo no acompañó en exceso, el resultado fue más que satisfactorio. Muchos sitios interesantes y un país lleno de historia y cosas que ver.
El tiempo se portó regular con nosotros. Algo de fresco y mucha lluvia. Fina y persistente, pero prácticamente todos los días. En casi todas las fotos de aquellos días tengo "morritos" por culpa de la lluvia. Estaba algo irritado de ver tanta agua y me molestaba un poco. Me producía mucha incomodidad. Cosa rara. Se ve que no estaba yo muy fino aquellos días.
Afortunadamente, el último día, ya de vuelta a España, con parada en Chamonix, el tiempo nos respetó y permitió completar uno de los objetivos que me había prefijado en el viaje: subir al teleférico del Mont Blanc. Esta excursión era una semi-sorpresa para la morena, que sabía que le gustaría. Fue en este segundo intento cuando nos encontramos con el que habrá sido posiblemente el mejor día en Los Alpes de todo el verano. A mí me pareció perfecto.
Creo que fue lo mejor de todo el viaje, junto con los muchos castillos que visitamos.

18-junio-2009. España - Francia - Chamonix
Todo el día en la carretera, entre autopistas, camiones y coches. Unos 1.200 km al volante, haciendo turnos. Alojamiento en el camping "Mer de Glace", en Chamonix. Los Alpes son impresionantes.

19-junio-2009. Chamonix - Suiza - Alemania - Titisee
Por la mañana, viendo que el día estaría completamente nublado a mayor altitud, subida al "Mer de Glace" con el tren cremallera y visita del glaciar. Muy bonito. Cogemos coche atravesando Suiza dirección a Alemania. Hay que pagar ticket por usar las autopistas al entrar en Suiza. Nos dirigimos a Titisee-Neustadt, ciudad de vacaciones ubicada en el corazón de la Selva Negra, a orillas del lago Titisee. Estamos en el suroeste de Alemania, en el estado de Baden-Württember. Alojamiento en camping Bankenhof.

20-junio-2009. Titisee - Friburgo - Baden-Baden - Titisee
Día tranqulo visitando la ciudad alemana de Freiburg o Friburgo. Coincidimos con el mercado local, alrededor de la catedral. Visita a la ciudad balneario de Baden-Baden. Por la tarde ruta de coche por la Selva Negra de vuelta hacia el camping. Visita al lago Glaswaldsee. Un lugar para perderse un rato.

21-junio-2009. Titisee - Castillo Hohenzollern - Tübingen - Titisee
Visita al Burg Hohenzollern, palacio cargado de historia y muy vinculado a la casa real prusiana. Por la tarde, visita a Tübingen, aunque la fortaleza está cerrada, que ya es tarde. A la puerta del castillo, nuestra frustración por el cierre choca con un guía turístico local, que se nos dirige en castellano, deduciendo nuestra clara procedencia, para decirnos lo que ya vemos: que está cerrada. ¡Qué gracioso el chico!. Encima recochineo.

22-junio-2009. Titisee - Füssen - Brunnen
Todo el día lloviendo. Salida del camping para ver la ciudad de Titisee, a orilla del lago. Por la tarde dirección a Füssen para ir al camping de Brunnen.

23-junio-2009. Brunnen - München - Brunnen
Llueve a mares. Visita a la ciudad de Múnich o München. Visita a la Residenz, con el Palacio, el Tesoro y el Teatro Cuvilliés. Esta ciudad es muy interesante. Comida en la mítica Hofbräuhaus, de la que ya hice una crónica aparte. Vuelta al camping.

24-junio-2009. Brunnen - Castillo Hohenschwangau - Castillo Neuschwanstein - Brunnen
Sigue lloviendo, pero algo menos. Se aprovecha la jornada para visitar los míticos castillos próximos a Füssen. Visita imprescindible. Es uno de los sitios que más me gustaron de todo el viaje, junto al Mont Blanc. Visita al Marienbrücke, puente de hierro sobre el desfiladero del río Pöllat. Los alrededores de estos castillos son de fábula. Lástima que el día no acompañaba demasiado y no hemos podido pasear un poco más. Visita a Füssen por la tarde.

25-junio-2009. Brunnen - Castillo Linderhof - Mittenwald - Brunnen
Sigue lloviendo a ratos. Visita al Scholoss Linderhof, que es un castillo versallesco con unos preciosos jardines en los que se puede hacer un bonito paseo. Sitio francamente agradable. Visita a la ciudad de Mittenwald, muy alpina y típicamente bávara, donde asistimos a un pequeño y peculiar concierto a cargo de la banda local.

26-junio-2009. Brunnen - Obertsdorf - Breitachklamm - Brunnen
Llueve y sigue lloviendo. Parece no parar nunca. Visita a la impresionante garganta de Breitachklamm, en Obertsdorf im Allgäu, que es un camino acondicionado para visitar un profundo cañón formado por el río que durante siglos se ha abierto paso a través de la montaña. Impresionante. El lugar no tiene desperdicio. Cena de despedida de la zona.

27-junio-2009. Brunnen - Chamonix
Sigue lloviendo a mares. No encontramos el momento de desmontar la tienda sin que se mojen las cosas. Empiezo a cansarme de tanta agua. Cruzamos por Austria a Suiza y de ahí a Francia. Pasaremos la noche en Chamonix, para ver si mañana hay suerte y puede visitarse el teleférico del Mont Blanc, que a la ida no se pudo. Repetimos camping.

28-junio-2009. Chamonix - España
Decidimos madrugar. Hemos tenido mucha suerte. El día amanece completamente despejado y hoy podremos subir con garantías con el teleférico de Mont Blanc. La visita es difícil describirla, ya que fueron más de cinco horas de sensaciones indescriptibles. Todavía hoy me emociono al pensar en aquella mañana. Ni una nube en el cielo. El glaciar y el pico de Mont Blanc nevados, majestuosos sobre nuestras cabezas. Tan sólo unos jirones de nubes al asomarnos al valle italiano de Aosta. Pisamos nieve e hicimos un rato el tonto sobre el glaciar. L'Aguille du Midi es la máxima altitud a la que he subido en montaña de momento, con sus 3.842 m. Me dió un buen mal de altura, con borrachera asociada.
Por la tarde, después de comer, vuelta a España. Llegada a las tantas de la madrugada del día 29, reventados de tanto coche y tantos kilómetros.

Han salido unos 5.000 km de coche en 10 días. Hay que reconocer que mi coche, con sus más de 10 añitos y sus más de 240.000 km, se ha portado como un campeón.

NOTA: Esta crónica se escribe en noviembre de 2009, varios meses después del viaje. No la he hecho antes porque no tenía ganas. Como suena. Después de un angustioso final de verano, se me fueron del todo las pocas que todavía podía conservar y no la iba a escribir por no mirar atrás. A pesar de todo, prefiero hacer un resumen que desmerecerá lo vivido aquellos días. Seguro.
Incluso contando con la prespectiva que ofrece el paso del tiempo, reconozco que ya no soy objetivo para contar lo ocurrido y que estoy incómodo recordando aquellas fechas y viendo las fotos, así que he hecho un resumen muy concentrado, sin demasiadas valoraciones personales ni anécdotas, que también las hubo.
Nada que ver con la crónica del viaje a Jordania, aunque disfrutase mucho en ambos viajes. Han sido muy diferentes.

Pedazo imbécil estoy hecho ... todavía se me pone un nudo en la garganta sólo de ver aquellas fotos ... per què no les esborraré totes? ... on dimonis hauré deixat els kleenex?

martes, 23 de junio de 2009

Restaurantes recomendables (2)

Reconozco que está un poco lejos el restaurante que voy a recomendar, pero es que vale la pena dejarse caer por allí, sumergirse en el ambiente y probar sus especialidades.

Se trata de la Hofbräuhaus München, que se encuentra en Múnich (estado de Baviera, Alemania), donde tuve la suerte de poder entrar y comer el pasado día 23 de junio de 2009.
Esta genuina Brauerei está ubicada en pleno casco antiguo de Múnich, junto a la Residenz, y es la cervecería que construyera uno de los duques de Baviera, Wilhelm V, a finales del siglo XVI. La fábrica de cerveza ducal pasó a ser una taberna pública a principios del siglo XIX, por iniciativa de Luis I, permitiendo que el pueblo llano compartiera esta hermosa y burbujeante bebida con las clases más altas a un precio asequible, medida que resultó bastante populista.
Actualmente es un gran edificio, presidido por una sala colosal, de gran altura y sostenida por grandes arcadas, con los techos pintados al estilo bávaro, donde se agolpan muniqueses y turistas. Las mesas están muy juntas y es normal compartir una mesa con algún desconocido. Hay algunos lugares dentro de la sala reservados para personas concretas, a título individual o de grupo. En una de las esquinas hay un pequeño espacio reservado para una banda de música, normalmente quinteto de viento, típicamente bávaro. En el interior hay otras salas, menores en tamaño, también muy concurridas, con distintas temáticas e incluso alguna exposición cultural (no todo es beber).
El local está muy relacionado con la historia alemana y es mítico su ambiente, por lo que la encontraréis recomendada en todas las guías de viajes de la capital bávara.

Entramos a eso de las 17:30, después de visitar el castillo real, la Residenz, casi por casualidad, porque algo nos habían hablado del sitio, pero no sabíamos con certeza dónde nos estábamos metiendo. Tiene pinta de sitio muy turístico y eso suele suponer sitio caro. Al final decidimos entrar: un día es un día. Había mucha gente de pie y más sentada. Risas, parloteo y un ambiente muy distendido. Hojeamos una carta. Estaba en alemán. Mal empezamos. Dos chicas norteamericanas nos miraron con simpatía y nos ofrecieron su carta, que estaba en inglés. Esto ya era otra cosa. Los precios parecían más que razonables, así que decidimos comer algo.

Tras un vistazo general, encontramos un sitio en la sala principal: una mesa de madera, con un banco corrido a ambos lados con capacidad para 6 a 8 personas como máximo. Parecía imposible tener tanta suerte, la mesa entera para nosotros. De forma casi inmediata, el camarero más próximo nos indicó que debíamos pedir enseguida si queríamos comer de caliente, pues a las 18:00 cerraban el servicio de cocina.

Nos soltaron una carta en alemán que miré con curiosidad, pero en la que no conseguí entender casi nada. Miré al camarero, que se sonrió mientras le pedía en inglés una carta en otro idioma "menos bárbaro". Me pasó la carta en inglés. Esto mejora. Volvió al momento, insistiendo en la premura de solicitar la comida pronto, antes que cerraran cocina. ¡¡Qué estrés!!. Rápidamente miré alrededor y descubrí una mesa vecina con lo que parecía un hermoso codillo al horno. Ya sabía lo que quería para comer. Le acompañaría una fuente de salchichas del terreno, que nos sugirió el camarero, y un par de cervezas HB originales (Hofbräu original), de 0,5 y 1 litro. ¡¡Qué hermoso conjunto!!.
Casualmente en la mesa de al lado encontramos un grupo de unos siete españoles, que al oirnos hablar en valenciano, nos interrumpen hablándonos en mallorquín. Conversación banal de hispánicos que se encuentran más allá de los Pirineos: ¿qué tal? ¿ de dónde? ¿vacaciones? ¿mucho tiempo? etc. Serían los únicos ibéricos que encontraríamos en el local.

Cuando acababan de servirnos las cervezas, nos aparecieron una pareja de alemanes cincuentones que nos indicaron los sitios libres de la mesa y se sentaron, para lo cual hubo que levantarse y dejarles pasar. Me resultó curiosa la situación: en la misma mesa, mientras haya sitio, se va sentando la gente. Al poco llegó la pitanza y empezamos a dar buena cuenta de ella. El codillo era algo magnífico y la mostaza excepcional: aromática, picante, potente y sabrosa.
Al momento, subieron unos músicos al pequeño recinto reservado en la sala, vestidos al estilo bávaro, y empezaron a tocar música local. Marchas marciales, tonos festivos, polkas y otras finuras (auténticas bavaridades).
Cuando empezó la sonar la música, el alemán que se había sentado a mi lado, al que acababan de servir su cerveza, me dió un golpecito en el hombro, me giré y pude ver que alzaba su jarra en la mano hacia el centro de la mesa, con claro gesto de brindar y una gran sonrisa en la cara, diciendo con voz profunda "prost". El gesto creo que fue correctamente correspondido y brindamos los cuatro alegremente. A continuación, señaló el codillo y levantando el pulgar me dijo algo que no entendí, pero que parecía indicar que "buen provecho" o "buen codillo". Como fuera, le respondí que "gut, gut!!". Nos reímos los cuatro y volvimos a brindar. Había quedado claro que la pareja no sabía hablar más que alemán y unas pocas palabras en inglés, pero dando ejemplo de la genuina cordialidad y afabilidad bávara, hacía el esfuerzo de compartir la mesa, el momento y la música. Me encantó la situación.

La música sonaba animadamente mientras comíamos y el alemán no hacía más que marcar el ritmo y canturrear. Como algunas me las conocía, las cantaba en castellano e incluso creo que una vez estuvimos un rato a coro, cada uno en su lengua. Por toda la sala se oía a la gente cantar alegremente. Mientras, una señora rubia, de pelo cardado, bien entrada en los setenta, pero pintada y arreglada, como si fuera día de fiesta mayor, se paseaba con soltura y desenfado por la sala con un traje de los años 50, rojo carmín y de falda larga, lisa y negra, invitando a la gente a bailar. Sacó a varios hombres de su edad junto al rincón de los músicos, con los que se contoneó al compás de la música. Las parejas que formaban eran un tanto peculiares. Aquel con su traje bávaro, sus pantaloncillos cortos y sus calcetines de lana y ella con su traje rojo. Pero la gente les animaba y aplaudía. Parecían habituales del local y estaba claro que eran el alma de la fiesta.
Volviendo la señora rubia a su mesa pasó por mi lado y se me quedó mirando. Me hizo un comentario en alemán, que no entendí y entonces que soltó una frase rápida, que tampoco entendí, pero que hizo desternillarse de la risa a la pareja de alemanes de mi mesa. La mujer se retiró rápidamente riendo y miré interrogativamente al matrimonio. Por señas el hombre que dijo que la mujer se me había insinuado. ¡¡Pero qué desvergonzada!!. Está claro que el ambiente de cachondeo lo permitía todo.
Para rematar la comida cayó otra cerveza de 0,5 litros, ahora una Weissbier muniquesa, que me supo a gloria. Yo ya llevaba más de un litro en el cuerpo y empezaba a notar unos ciertos síntomas de clara jovialidad y desenfado, acompañados de una clara disartria, con claros signos de afasia. Como diría Sergiete, "iba pasado pi cuartos, casi pi medios". La música, el ambiente, la gente ... todo animaba a ello.
Acabé conversando animadamente con mi compañero bávaro, que iba por un estilo que yo. Me entraron varios ataques de risa, mientras le intentaba explicar algunas cosas graciosas que nos habían pasado en inglés y por gestos. Ambos poníamos interés en entendernos y al final algo salía. Una situación muy cómica y divertida.
Creo que estos bávaros tienen por buena costumbre ser muy corteses y simpáticos con la gente con la que comparten mesa. Aunque no los conozcan, ni quizá los vayan a volver a ver. Esa impresión me dió y confieso que me encantó.



En fin, una experiencia inolvidable y que intentaré repetir. Al final la comida (codillo al horno, salchichas autóctonas, con sus guarniciones y 1,5 litros de cerveza), nos costaron 33 euros, más o menos. Creo que está muy bien, sabiendo que es un sitio "típico y turístico" y que el IVA anda por el 19% para las comidas.

Volveremos.

martes, 16 de junio de 2009

Vacaciones

Me voy de vacaciones. La perspectiva, el destino y la compañía prometen.

Hasta finales de junio no volveré, supongo que con bastante que contar. Necesito descansar un poco de la rutina diaria. Hay que poner cosas en orden y aclarar algunas ideas de futuro. El verano será largo y caluroso. Ya vendrá.

Tened pacienca. Os mantendré informados a la vuelta.

domingo, 14 de junio de 2009

Fracaso en la XII Marcha BTT Higueruelas

Esta marcha será para olvidar. Fuí sabiendo que había algo de trialeras, pero no esperaba ni tantas ni tan odiosas. Me pusieron de los nervios. No me gustan, voy nervioso todo el rato y eso al final consume. Además, el recorrido no dejaba un momento de descanso ni de relax. Había que estar pendiente todo el rato de por dónde pasabas con la bici para no caer. A eso le dicen "prueba muy técnica" (grrr).

A las 6:15 o así desayuno en casa. A las 7:40 estábamos ya en Higueruelas, preparados para apuntarnos a la marcha. Ilusión no falta. La salida programada a las 9:00 sale creo que en hora. Tampoco estoy muy pendiente. Son unos 40 km.

La primera subida es la del Cerro Simón por la pista de la solana. Somos casi 350 corredores. Demasiada gente. Dejo que se vayan los más rápidos. Al final del grupo estoy más cómodo. A mi ritmo. La consigna es acabar y punto. No aspiro a más.
La subida es cómoda y no tiene demasiada pendiente. Tras llegar cerca del pico, hay que coger la senda que baja de Andilla a Higueruelas. En este punto, como hay ya alguna cuesta abajo, noto que no controlo bien la dirección de la bici. Síííí ... ¡¡premio!!. He pinchado. Me pasan los últimos corredores intentando volver a inflar la rueda. No entra ni el aire. Se para conmigo Tobías, que es la escoba de la prueba y me ayuda a montar la nueva cámara. Paciencia.

Tras más de 10 minutos a pleno solano consigo ponerme en marcha. Ahora toca bajar por una senda lo que hemos subido. Son unos 5 km de trialera (creo), entre pinos y restos de bancales. A mí estas sendas estrechas, flanqueadas de plantas, con árboles y piedras me estresan. Reconozco que son bonitas, pero ... NO. Poco a poco me voy poniendo de los nervios y acabo en muchos tramos por poner el pie en el suelo y caminar. Empujo la bici del morro. Me resulta más cómodo y rápido. Quizá debería trotar.

Cuando ya estamos abajo, damos una vuelta cerca del pueblo y pasamos por el primer avituallamiento de líquido. ¿No hay nada para comer? ¿Nada?. Pues vaya ... Son casi las 10:30. Llevo más de 90 minutos dándole a la bici y estoy muerto. Tengo una fuerte acidez en el estómago. Son casi 4 horas desde el desayuno y el sol es implacable. Tengo dudas, pero he venido a terminar, ¿no?.

Entrada al pueblo. Están entrando los primeros corredores. Puf ... qué máquinas. Hay que ir por la pista de la Umbría hacia la izquierda, por una mina restaurada y asomarse a una solana, desde la que se ve el Villar. Más trialeras. Casi más que pista. Me tengo que desmontar varias veces. ¿Es que aquí no hay pistas? Y calor. Muuucho calor. Cada vez me bajo más y creo que llevo más de 4 km a pie. Estoy asqueado. Tobías me sigue diligente. Conversamos animadamente, pero me sabe fatal que tenga que estar pendiente de mí. Dice que es su obligación. Buen chaval.

Nuevamente aparecemos en una pista. Tengo que esconderme un rato bajo un pino para recuperar el pulso. Tengo mucha acidez, empiezo a estar mareado y me cuesta respirar. La pista tiene algo de pendiente, pero dentro de lo normal. Al final de la subida, aparece en un cruce de caminos el avituallamiento sólido y líquido. Es el km 18,5 o así. Sólo he hecho la mitad. Soy el último y parece que me esperaban hace rato. Me bajo de la bici y me bebo una coca-cola de un trago. Me escuece la tripa al tragar. Estoy mareado y no me encuentro bien. Pregunto si queda mucho y me dicen que hay que bajar otra trialera, esta más difícil que las anteriores. Suspiro. Tengo que dejarlo. No tiene sentido continuar. Se supone que he venido a disfrutar. Decido abandonar, así Tobías puede también continuar acompañando a otro que vaya el último. No va a esperarme toda la organización hasta que acabe. Me encuentro mal. El mareo aumenta.
Cuando parece que me recupero, me subo a la bici y bajo por el camino de Los Pinares, en la Umbría, hacia el pueblo. Llego desmoralizado. Ya ha llegado mucha gente. Menudo fracaso.

Anna llega en 4:12:53. Está hecha una maquinita. Llega rendida y me confiesa que estuvo a punto de abandonar. Supongo que eso se nos pasa a todos por la cabeza en algún momento, aunque yo sabía que acabaría. Va sobrada. Yo he aguantado poco más de 3 horas encima de la bici. Encima, me ha entrado seguramente una fuerte hipoglucemia por no tomar nada durante todo este rato. Si hubiera llevado una barrita, seguro que habría sido distinto. Confiaba encontrar el avituallamiento sólido antes. Pero NO. A la próxima, me traeré la mochilita y las barritas. Agua sin tener que poner pie en tierra para coger el bidón y algo de alimento. No volveré a abandonar por bajada de azúcar (grrr).

No he disfrutado de la prueba. Tiene demasiadas trialeras y está claro que no me gustan. Ahora ya seguro. No lo he disfrutado y no hago más que repetirme aquello de "si lo sé, no vengo".
Para colmo, no aparezco en la lista de "abandonos". ¡¡¡Pues vaya!!!. Se ve que no se enteraron los que apuntaban, porque el dorsal sí que me lo quitaron en meta.



sábado, 13 de junio de 2009

Pozos de la Mena y Salto de la Novia

Hace un par de días que comentamos de volver a hacer una salida tranquila a algún sitio con agua para poder bañarse, que empieza a hacer calor y apetece. Yo creo que en realidad es una excusa para salir, aunque realmente no la necesitemos.

Pues bien, el año pasado, en julio, tuve una pequeña caída en la moto (en parada) entre el pueblo de Altura (Castellón) y la zona que llaman "Pozos de la Mena". Yo venía de Alcublas, de dar un pequeño paseo dominical. Cuando llegué al camino de acceso, salí de la carretera, tomando un camino agrícola que da acceso a la zona. Quería recordar por dónde se iba. Este camino estaba en obras por alguna conducción y había gravilla suelta y asfalto a medio poner, al frenar se me fue de lado la moto y cayó al suelo, provocándome una quemadura en el gemelo y rompiendo un intermitente. Poca cosa, pero el susto fue lo peor.
La zona la conocí en la aventura famosa en bicicleta de montaña, intentando preparar la carrera que celebra Altura todos los años. Sergio, Julito, Cristina y yo fuimos a dar una vuelta de reconocimiento y gracias al GPS de Sergiete, y al track de la ruta, acabamos en mitad de la carretera que da acceso a esta zona sin saber bien por dónde volver al pueblo. Cosas de la tecnología y del usuario (grrrr). Finalmente, un amable ciudadano nos indicó por dónde bajar a Altura y de camino encontramos estos Pozos de la Mena. Al verlos dijimos de volver para probarlos. Y es lo que he hecho esta vez, aunque no con ellos, que no podían.

El sitio está bien para bañarse, aunque las pozas pueden resultar pequeñas si sube mucha gente. Afortunadamente son poco conocidas y las frecuentan sobre todo la población local. El acceso al agua en algunas de ellas no es sencillo y hay dos que cubren bastante. Me han comentado que en una de ellas hay una especie de cueva, bajo una cascada. Es la última, pero la entrada al agua aquí es muy complicada por la vegetación.
Carretera arriba hay otra poza, tras pasar unos 3 badenes, a la que se accede desde un apartadero de la carretera, junto a una olivera, y se baja una senda. Esta poza está mejor que las otras, aunque tiene el agua algo estancada y hay que saber el punto justo de la carretera por donde se coge la senda, por lo que está poco frecuentada.

Hemos ido al primer grupo de pozas y había unas 5 personas. A la hora de comer (14:00) ya no quedaba nadie y hemos podido elegir sitio donde sentarnos y bañarnos. Comida de pic-nic y a hacer el lagarto. Día de calor, pasando de los 30ºC. Por la tarde, nos hemos subido a la que queda más arriba y no nos ha acabado de gustar. El sitio es para repetir.
Os pongo dos fotos. La segunda es de la poza que queda más apartada, pista arriba. Las dos cubren.



Después nos hemos acercado al Salto de la Novia, en Navajas (Castellón), para que lo viera Anna. Es un sitio muy bonito, con una piscina fluvial de poca profundidad en el mismo cauce del río Palancia y una cascada de agua, todo sobre un escenario de toba calcárea, con más de 50 metros de altura.
Para mi gusto demasiado artificial. Zonas de césped para acoger a los bañistas, que pasaban del centenar. Cierta masificación. El río acumula mucho barrillo, cierto tufillo a pescadilla y tarquín y le vendría bien algo más de corriente, un drenaje para eliminar lodos (inyección de oxígeno, por ejemplo) y que la gente no fuera tan guarra y se llevara su mierda a casa, que bien que se la traen. ¿Tanto cuesta llevarse lo que uno trae?.
Volveremos este verano a escuchar algún concierto, que me han dicho que los organizan al lado de la cascada, los sábados por la noche.

viernes, 12 de junio de 2009

Campeonato marchas de resistencia en la CV ¿Para cuándo?

Este año ya van tres marchas de resistencia completadas:

Como es un tipo de prueba que últimamente estoy practicando un poco más de lo habitual, superando las distancias para las que no veía capaz de llegar nunca, yo me pregunto ... ¿y por qué no hay en Valencia un campeonato oficial de marchas de resistencia por montaña?.
La federación española de deportes de montaña y escalada (FEDME) no las contempla como una modalidad deportiva, al menos yo no las he visto, pero como definición serían un tipo de pruebas que tienen una longitud de más de 50 km a realizar en un sólo día.
El campeonato autonómico consistiría, simplemente, en ir haciendo pruebas y finalizarlas, sin contar tiempos ni velocidades. Al final, se entregan premios al que pruebas ha conseguido completar y al club que más participantes ha aportado.
En Andalucía, por ejemplo, les llaman "travesías de resistencia" y no admiten que se corra, sino que van todos a un ritmo semejante, con cabeza y cola de la marcha controladas por la organización, para que nadie se pierda, se retrase o se lesione.
Los vascos las llaman "marchas de largo recorrido".
Los catalanes "caminades de resistència".
Es una pena que este tipo de prueba no competitiva, aunque duras físicamente, no las tengamos en la Comunitat Valenciana. Xe ... quina llàstima!!.

Pero podemos encontrar campeonatos en Catalunya, Andalucía y País Vasco:
http://www.feec.org/Activitats/competicions_09.html#marx
http://www.fedamon.com/actividades/travesia/travesias.htm
http://www.emf-fvm.com/DetalleActividad.aspx?id=18
http://www.zirkuitua.com/

En fin, que me veo yendo a Catalunya el año que viene a hacer el campeonato.

Nutrición para marchas de resistencia y competición

He encontrado un interesante artículo sobre alimentación para marchas de mucha demanda física en esta página.
http://www.92km.com/cat/nutricio.htm

Es la página de la Travessa Núria - Queralt, en el pirineo catalán, este año con 100 km y unos +8.600 m de desnivel positivo. Qué pasada. Me encantaría participar, pero ... imposible para mi nivel y sin correr. En otra vida, tal vez.

jueves, 11 de junio de 2009

Niveau Elémentaire de français A2

Enfin, j'ai reussi bien l'examen de français. J'ai le niveau A2 de compétences communicatives en français. Je suis heureux comme un roi!!

lunes, 8 de junio de 2009

Restaurantes recomendables

Las pantagruélicas comidas, en las que uno no puede ni levantarse, no son cosa del pasado. Este sábado 6 de junio localicé, perdido en medio de la geografía turolense, un pueblecito de apenas 85 habitantes en el que hay, junto al ayuntamiento, un restaurante, que no pone ni cartel. Se llama Jabaloyas.
Por 30 €, parte de mis compañeros de excursión (4) decidieron parar a comer. Hay que llamar con antelación para que te preparen la degustación, que consiste en 14 platos de comida y 3 postres. Todo comida casera y tradicional. Algunos de esos platos (a compartir entre los 4 campeones): sartén de migas, medio cochinillo, medio cabrito al horno, rabo de toro, judía con chorizo, perdiz en escabeche con ensalada, etc. En cualquier otro sitio, dos de estos platos ya costarían los 30 euros (por cantidad y calidad). FLIPANTE.
Yo no quise participar, porque todavía me quedaban bastantes kilómetros para completar la ruta hasta Albarracín, dentro de la VIII marcha de resistencia Ademuz - Albarracín, de 65 km, pero de buena gana lo hubiera hecho. Eso sí, me tomé un carajillo de ron Pujol que me costó 1 euro. No está nada mal, sabiendo a cómo está el café por ahí.
Para completar ... tienen habitaciones por si luego no puedes moverte (o andar) o al soplar quemas el alcoholímetro (jajaja).
Los datos (apuntad, por si os pilla de paso o podéis ir adrede)

Los Diezmos - cocina tradicional (previo encargo)
C/ La Fuente s/n
44122 Jabaloyas (Teruel)
978 78 82 00 / 655 843 205
www.losdiezmos.net
lacasade@losdiezmos.net

Yo volveré en julio casi seguro. Ah! ... esto no es publicidad interesada, sino una recomendación formal, derivada de una buena experiencia, en mi caso visual.
Hay algún comentario más sobre esto aquí.

domingo, 7 de junio de 2009

VIII Marcha de resistencia Ademuz - Albarracín

Pues bien, aquí estamos de nuevo con ganas de escribir, después de algunos días sin actividad, para contaros cómo ha ido esta marcha de resistencia de Ademuz a Albarracín.
Todo empieza cuando conseguí completar la MiM2009, de la cual todavía no tengo ánimos suficientes para hacer la crónica (y ya ha pasado un mes). El cachondo de Paco Pérez (Paco Zen para los amigos) me felicitó por completarla y me envió una escueta nota con unas indicaciones básicas sobre la marcha que ahora os comento desde Ademuz, deseándome que no me hubiera lesionado por demasiado tiempo. Me pareció como una nota de examen, en la que te dan el apto para "otras cosas", en "otro nivel". Cachondo del todo el tío, ¿eh?.

La marcha sugerida prometía: 65 km y +2000 m, siguiendo parcialmente el curso del río Ebrón hasta Albarracín, con parte del recorrido en seco y parte dentro del río, y sin más avituallamiento que el que fuéramos capaces de depositar en un coche que nos asistiría cada 5-10 km. Unas 15 horas en total. Una aventura.

Todo ilusionado me apunté y ha resultado impresionante. Quizá la mejor excursión en tiempo y, desde luego, la mejor de este año.

El viaje y estancia en Ademuz.
El viernes 5 fuimos Anna, Paco y yo desde Valencia a Ademuz, a casa de un amigo de Paco. Llegamos a eso de las 23:15. Allí coincidimos con el grupo de senderistas amigos del hermano de Paco, la mayoría de Sax, Onil, Elda y alrededores, conocidos como "el grupo de Sax". Buena gente, agradable y extravertida. En total 8 personas y nosotros 3, 11. Julio al final no pudo venir por problemas de espalda. Otra vez será.
Dormimos en Ademuz en una casa estrecha y alta, cerca de la plaza de la iglesia. Las escaleras debían tener su altura máxima en 1,65 metros o así, lo que me obligaba a subirlas y bajarlas con la cabeza muy baja y la espalda doblada, para no dejarme los cuernos en el techo. La puerta del cuarto de baño me llegaba, y no es broma, a la altura de los hombros, con lo que ya os podéis hacer una ligera idea. Por lo demás todo bien e incluso conseguí dormir de un tirón, gracias a unos tapones de silicona que amortiguaron el concierto de ronquidos que hacían temblar la casa.

El inicio.
El sábado 6 empezó la odisea. La hora de diana estaba fijada a las 4:00, para poder salir a las 5:00 de la mañana y aprovechar bien el día. A mí me dejaron dormir hasta las 5:45, ya que le pedí a Paco que, si no le importaba, me dejara empezar en la central eléctrica de Castielfabib, junto a la aldea de Los Santos. De esta forma, acercaba el coche y me ahorraba los primeros 12 kilómetros, que son por pista. Siempre pensando en que podría fallarme, en el total de 65 km, la rodilla o la cintilla, como las otras dos veces. En el fondo quería llegar a Albarracín y este primer trozo me lo conocía, así que prefería saltármelo y asegurarme que completaría el resto. Había que arriesgarse.
Así pues, los valientes empezaron en Ademuz por el camino al lado del río Turia hasta cerca de Torrebaja, continuando frente a Los Santos por la margen derecha del Ebrón y pasando un poco más arriba hasta la central eléctrica. Con 15 minutos de retraso sobre horario previsto, llegaron a eso de las 7:15 a la central eléctrica de Castielfabib, donde les esperaba para incorporarme a la marcha. Aparecieron 4 de los de Sax, Anna y Paco. Paco cogió entonces el coche para dejarlo cerca de Castielfabib, donde volveríamos a encontrarnos, y el resto continuamos entre huertas, pasando cerca del convento en ruinas hasta un bonito estrecho, debajo del pueblo de Castielfabib, conocido como "La Hoz". Aquí empezaba en serio la "aventura".

La Hoz del Ebrón (Castielfabib).
La Hoz es una profunda excavación que el río Ebrón ha hecho con los años sobre la toba calcárea acumulada, produciendo un profundo cañón, de poco más de 5 metros de anchura en los tramos más anchos y más de 100 m de profundidad. En su interior el agua corre con violencia y el ruido es ensordecedor. Para colmo, parte del caudal del río aguas arriba de este paso se deriva al canal de la central eléctrica, pero como éste está dañado, el caudal era máximo y la corriente mayor de la habitual. Impresionaba.
Yo ya había entrado en La Hoz de Castielfabib en 1995, creo que en julio o agosto, con Arturo García, cuando estaba de forestal por allí. No sé si se acordará. Yo perfectamente. Y había expresado al grupo en un par de ocasiones mis dudas sobre el sitio. Recordaba difusamente que era difícil pasar por allí, pero ya no estaba seguro por qué. Yo creo que todos pensaron que dudaría en una zona que hay que saltar o que pondría algún problema, pero conseguí superarlo. Todavía no me lo explico, pero así fue. Ahora veréis cómo.

La bajada a La Hoz se realiza por una ladera casi vertical, teniendo que destrepar un par de tramos de más de dos metros, agarrándose como buenamente se puede a los almeces de las orillas. No es demasiado complicado, pero es conveniente no resbalar, ya que puedes parar un poco más abajo, o precipitarte por una ladera de grava y tierra resbaladiza hasta el fondo del barranco. Una vez en el fondo, hay que caminar pegado a la pared, entre piedras que permiten un cierto apoyo plano. El primer problema aparece a 20 metros del azud de una acequia que coge sus aguas en el fondo de la Hoz, en el que debe cruzarse saltando el cauce, de algo más de un metro de anchura, pero tomando impulso sobre una roca, en posición ligeramente agachada, para caer debajo de una piedra, a menos de 1,70 m. del suelo. Como la llegada no es sencilla por la posición y es fácil resbalar al agua, que lleva mucha velocidad, la cosa pintaba mal. Aquí conseguimos saltar todos sin más novedad que algunas risas por los nervios.

El problema de verdad vino a continuación, cuando había que superar el azud de la acequia, atravesando un aliviadero que hay al lado. Como el barranco es estrecho, en este punto se construyó hace años un azud de piedra, ya colmatado, que capta agua para una acequia, que circula por un túnel excavado en la roca paralela la río y que dispone de aliviadero a 10 metros del azud. Tanto del aliviadero como del azud salía gran cantidad de agua que se precipitaban desde unos 5 metros de altura, por lo que el ruido era ensordecedor y casi no nos entendíamos al hablar. Para superar el azud y poder así continuar, había que subir desde el nivel del río hasta la acequia a través de la cortina de agua que caía del aliviadero. Cuando Paco me mostró la pared y ví a la gente de Sax subir como lagartijas por apoyos impensables bajo la cortina de agua, me entró el agobio. No me gusta la escalada, porque soy grande, pesado y no tengo demasiada potencia en los brazos. Así que la idea de hacer escalada en una pared de toba mojada y bajo un chorro de agua, sin saber dónde apoyarme, sin cuerdas y pudiendo caer sobre el río, de espaldas y entre las piedras, me pusieron la carne de gallina. De pronto, me empezó a temblar todo el cuerpo y me puse como un flan. En un momento de pánico, dije que volvía atrás. Paco intentó convencerme poniéndome debajo de la pared, junto a la caída de agua, para que pudiera ver con más detalle la subida. Casi fue peor. De pronto descubrí unas varillas de acero que parecían firmemente empotradas en la toba, pero que no dejaban de ser simples asideros donde apoyarme. No lo tenía claro. Paco pasó delante. Un pie aquí ... otro allí ... pero claro, este hombre parece otra lagartija, con tanta flexibilidad sobre la pared. Más miedo.

A continuación, una serie de fotos de la edición del año pasado, en la que se ve perfectamente la zona de aproximación y el aliviadero. Están sacadas de aquí.



Al final tuve que armarme de valor y temblando intenté cogerme a la pared y levantarme del suelo. Nada. Una segunda. Nada. Creo que a la tercera intentona me ví bajo la lluvia de agua, casi ciego, como en un diluvio, escuchando entre el ruido del río las indicaciones de Paco y a Anna dándome ánimos. Una mano aquí, un pie allá, ... Finalmente pude apoyar una rodilla al borde del aliviadero y respirar. Me acordé de la familia de todos ellos, de los presentes y los difuntos. A buena hora habría subido yo por allí si hubiera tenído una mínima posibilidad de escapar. Pero no tenía vuelta atrás (grrr).
Con el tembleque todavía en el cuerpo y sin ganas de articular palabra, empecé a desplazarme hacia arriba por aquel caos de repisas, rocas y varillas de acero empotradas. ¡¡Parecía imposible que hubiera un camino por allí!!. El aliviadero, como podíais imaginar, sólo era el principio. Más arriba me esperaban dos o tres trepadas más, ya sin agua, sin demasiada dificultad, pero con la insana imagen mental que, en caso de un fallo, un resbalón o un pequeño desliz, me hubiera precipitado al fondo del río desde más de 25 metros. ¡¡¡Mecagontodoloquesemenea!!!. ¡¡¡Qué malas jugadas nos hace la mente cuando tiende a la auto-protección!!.

No hace falta resaltar que el único que parecía realmente impresionado con la subidita era yo, porque el resto (los del Sax, Paco o Anna), subían sin más problema, volviéndose de cuando en cuando a ver si continuaba detrás de ellos o no.

El paso del barranco tengo claro que no voy a repetirlo, por más que me digan que "otro año, será más sencillo, ya veras". Ja, ja ja. Daré la vuelta por el sendero que salva este barranco, por arriba, entre campos, que es seco y seguro.

Cuesta del Rato, El Cuervo y Los Estrechos.
Todo lo malo se acaba y por fin conseguimos salir de aquel rincón insano y volvimos a la calma del camino al borde del río para continuar entre huertas y campos abandonados. Pronto vimos la aldea de la Cuesta del Rato, que dejamos a la derecha y continuamos hasta el municipio de El Cuervo (900 m), ya en la provincia de Teruel.
Pasado el pueblo, hacia la parte norte y junto al río, hay un área de descanso y una bonita fuente. Este era el lugar en el que Paco tenía programado almorzar. Allí llegamos los 7 para descansar y, sobretodo, cambiarnos la ropa por otra seca. Almuerzo frugal y otra vez en pie. Los de Sax cuentan con 2 vehículos y nosotros con 1. Finalmente lo pasamos todo a uno de los 2 coches, para que el nuestro (un Opel Kadett con 20 años) no haga tantos kilómetros. Nos esperará directamente en Albarracín conducido por Gerardo, un amigo de Paco.

Paco empieza a ponerse nervioso y nos incita a acabar pronto. Con lo calentito que se estaba aquí almorzando al sol. Ahora hay que seguir la pista que discurre alternando a ambos lados del río Ebrón hacia Tormón, pasando a través del hermoso paraje de Los Estrechos. Pronto la pista se convierte en una senda cómoda de caminar, que nos permite tener una vista completa del valle y las riberas. Los campos y huertas están abandonadas y aquí y allá aparecen corrales, aprovechando los abrigos naturales, sin ningún signo de vida humana. Todo está quedo, como congelado en una fotografía. Varias veces sentí escalofríos al ver estos parajes pobres y desolados, antes cultivados por bravas gentes que arañaban al monte dos terrones de suelo en un bancal de miseria. ¡¡Qué tiempos!!.
A cada revuelta de la senda parece que se aprestan a emboscarnos una partida de barbudos maquis, pidiendo una colaboración para la revolución. Soñadores de tiempos demasiado próximos. La belleza de este tramo es escalofriante.

De pronto el valle empieza a estrecharse. Efectivamente, pronto nos aparece un hermoso rincón en el que el río se encajona en un estrecho, por el que nos toca pasar utilizando varios tramos acondicionados con pasarelas metálicas y escaleras de madera para facilitar la visita. A pesar de ello, finalmente hay que mojarse. No hay más remedio. El río viene más crecido de lo normal. Los veteranos dicen que unos 30 cm por encima de lo "normal". Es un paso con piedras en el que tampoco quiero arriesgarme a mojar las zapatillas.
Todavía con las chanclas, continuamos por la senda un par de kilómetros más hasta el estrecho definitivo, el que le ha dado fama al paraje. Frente a nosotros aparece majestuoso un profundo cañón, con su fondo ocupado en su totalidad por el río y unos 50 metros más arriba de las paredes verticales de roca, un puente natural de toba calcárea. La vista es espectacular. Paco insiste en enseñarnos a los novatos la senda que cruza por encima del puente y permite llegar a Tormón sin mojarse. Pero ese no es nuestro camino. Tenemos que entrar en el río.
Bajamos a la orilla y nos metemos en el agua helada. Allí coincidimos con otras dos personas. Uno lleva un perro y parece ir haciendo fotos. El otro manifiesta interés en acompañarnos y se mete en el río con nosotros. No sabía de este camino.
El primer punto de entrada al río es el más complicado. Bajo el puente natural hay un par de grandes bloques de piedra que hay que superar como se pueda. Bajo ellos, una poza de agua cristalina y gélida, que cubre por encima de la cintura. Hay que hacerse el ánimo. Las lagartijas, de comportamiento ya descrito, trepan con facilidad, ayudádose animadamente a escalar. Paco opta por otro camino alternativo, pero siempre entre las piedras. Pero ... ¿y servidor?. Me he quedado el último y nuevamente con el dilema de la escalada. No encuentro apoyo para poder iniciar la subida que me inspire confianza. Vuelvo a dudar y a ponerme nervioso. Pero esto no es La Hoz. Esto es superable. Finalmente, opto por el lado "cobarde" de la subida: en un lateral, y tras superar una poza de mayor profundidad si cabe, aparece un hueco entre las piedras sobre el que puedo trepar con facilidad e introducirme entre ellas para acceder a la parte superior. Prueba superada. Creo que soy el único al que nadie ha ayudado a subir, aunque sí que lo han intentado para hacerme subir la piedra grande. Les entraba risa cada vez que lo intentaban, primero porque no acababa de arrancarme a subir y segundo sabiendo que si yo caía, me hubiera llevado a la poza a dos o tres de mis ayudantes (jajajaja).
El resto de los Estrechos es difícil de describir. Un profundo valle, a veces de más de 200 metros de paredes verticales, con un fondo de cielo azul, y poco más de 5 metros de anchura. A veces menos. En algunos tramos el agua no llega más que a los tobillos, pero lleva mucha velocidad. En otros me pasaba más allá del pecho y teníamos que estar atentos para no mojar la mochilita con los pocos objetos que interesaba llevar secos.
Gracias al bastón que llevo, pasar el río fue sencillo, ya que se podía tantear dónde pisar, que la corriente no permitía ver el fondo.

Simplemente ... ESPECTACULAR. A continuación, unas fotos de la zona, para que os hagáis una idea (desmerecen un poco). Las he vuelto a sacar de aquí.



Al llegar a Tormón nos acercamos a la denominada "Cascada del Molino". Un lugar muy bonito, que se corresponde con un impresionante azud de piedra, totalmente colmatado por la vegetación, que alimentaba un molino (a mí me pareció un batán u otro ingenio hidráulico, más que molino), desde el cual se precipita el río Ebrón. Son unos 15 metros de altura o así. Muy bonito.
Subimos a Tormón (1.050 m) y en la misma plaza hacemos una pequeña parada, picamos alguna cosa y volvemos a cambiarnos de ropa por algo que esté seco. Aquí viene el primer problema serio con el avituallamiento: no tenemos más que dos mudas y ya están completamente mojadas. Como tampoco hace calor, no se acaban de secar en el coche.

Tormón a Albarracín.
De Tormón se continúa por un sendero que llaman "Camino de las Pisadas", ruta tradicional entre esta población y Jabaloyas. Hay marcas de PR. Empieza suave hasta que baja a la Rambla de las Manaderas o de la Ose Seca, donde empieza una subida constante y que me resulta un poco fuerte, dado el ritmo que llevan algunos de los chicos de Sax.
Al llegar a Jabaloyas (1.407 m), se descubre el por qué de esta prisa. 2 de nuestros acompañantes acaban en este punto, ya que van a dedicar las fuerzas que les restan en dar cuenta de un pequeño homenaje en una casa de comidas local. La vista del banquete es tentadora, pero debo limitarme a la comida que traía preparada y que encontramos en el coche, ya que si no, no podré continuar con la marcha.
Tras un merecido descanso, continuamos hacia Valdecuenca. Pasamos por inmensos sabinares que todavía guardan los colores verdes de la primavera. Paco había insistido mucho que esta parte de la marcha no me gustaría tanto, ya que no es tan espectacular. Es cierto que falta agua y otros elementos de aventura y que vuelve a ser una marcha "normal", pero un sabinar siempre es un paisaje bonito de ver y más si se trata de uno de los más grandes en extensión de España. Nos acompaña desde Jabaloyas un perro, mitad de caza, mitad de hambre, que trota alegremente a nuestro lado. Parece nuestro guía. Nos sigue porque Paco le dió un par de trozos de pan. Pobre bicho. Alguno comenta que se quedará en Albarracín. Husmea y retoza incansable entre las matas, señalando rastros, aunque no le hacemos demasiado caso.
Valdecuenca (1.335 m) me decepciona un poco. Esperaba, con un nombre tan insigne, un pueblo algo más grande y habitado, pero no es así. Aquí nos abandona definitivamente el perrillo, que parece dudar nada más ver el pueblo en el horizonte. Adiós, compañero. En la fuente cogemos un poco de agua, ante la mirada atónita de sus vecinos que deben preguntarse "¿estos de dónde han salido?". Alguno se ríe cuando nos preguntan que a dónde vamos. Pero la risa es mayor cuando les decimos de dónde venimos. Deben pensar que estamos locos.
Cruzamos rápidamente el pueblo y salimos por la carretera dirección a Toril y pronto nos aparece otra carretera a la derecha, dirección a Saldón. Asfalto por algo más de 5 kms. Este trozo es el más feo. Nos acompaña un horizonte de lomas cubiertas de sabinar y llanos de cereal verde, lamido por la brisa.
Si Valdecuenca no me acabó de gustar, Saldón (1.400 m) es todavía peor. Situada al pie de una destacada muela, es pequeño y no se ve gente dentro. Apenas 50 casas. Sólo descubrimos un par de personas que nos miran con curiosidad. Aprovechamos para merendar un poco y rápidamente nos dirigimos hacia Albarracín.
Para llegar a Albarracín hay que superar una serie de lomas que llaman el Puntal del Quemado y el Cerro de la Nava, que rozan los 1.600 m. Aquí el paisaje ha vuelto a cambiar y domina primero el sabinar, que da paso al pinar abierto de pino albar y sabina rastrera, si bien lo más abundante son los pastizales típicos de estas zonas frías. Casi no hay árboles.
En estas alturas, nos alcanza una tormenta de las gordas. Es la segunda vez que llueve, pero ahora el frente abarca todo el horizonte a nuestra izquierda (NW) y trae un fuerte viento, que hace que llueva casi horizontal y finalmente, como colofón, el suave golpeteo del granizo. ¡¡Vaya forma de correr!!. Primero nos escondimos como pudimos bajo una sabina hasta que escampó, pero cuando ya empezábamos a bajar de nuevo la loma, frente a la Masía de La Venta, nos cayó todo un diluvio, ahora sin árboles, y los de Sax junto con Paco salieron corriendo monte traviesa y hacia abajo. Anna medio me esperó, mientras yo intentaba no acelerar, por no estropear la rodilla demasiado. Esta parte fue divertida, aunque muy pasada por agua. Tuvimos suerte que al menos la tormenta no llevaba aparato eléctrico.
En este punto empalmamos con la carretera de Albarracín a Bezas, cerca de las casetas de La Losilla Baja. En este punto nos están esperando otra vez los coches. Nos quieren convencer que abandonemos y que nos dejemos llevar hasta Albarracín. Pero no. No vamos a abandonar ahora, menos cuando ha dejado de llover.
En este punto, cogemos el GR-10, que baja por un sendero bien acondicionado, con escaleras y todo, hacia el barranco del Cabrerizo. Estamos en pleno rodeno de Albarracín y las formaciones de roca, los caos de bloques y los pinos lo cubren todo. La vista es impresionante. Es otra de las mejores partes del recorrido. Paco y un compañero han desaparecido al trote. Anna, otro compañero y yo vamos andando. A veces incluso trotamos.
A las 21:15 llegamos a Albarracín, al parking junto al puente sobre el río Turia (aquí Guadalaviar). Encima nuestro el castillo y la catedral. Perfecto colofón. Estamos cansados pero felices. Estoy calado hasta los huesos. No me duele la rodilla, aunque la noto cargada. Si no hubiera tenido que bajar las escaleras de la zona del Rodeno, siguiendo la senda, podría haber hecho otros 50 km. Pero ya hemos tenido bastante. Toca volver con una sonrisa de oreja a oreja, cansados y satisfechos. Ha sido un día grande.

Vuelta a Valencia.
Pero claro, el precio de contar con vehículo de apoyo no sale gratis. Tenemos que volver a la Cuesta del Rato, de noche, para devolver a nuestro sacrificado conductor, Gerardo, el amigo de Paco. Gracias por acompañarnos. La ruta es entre caminos que quieren ser asfaltados, aunque de asfalto sólo quedan los baches, dentro de alguno de los cuales es posible desaparecer con coche y todo. Albarracín, Bezas, Rubiales y por Tormón a Cuesta del Rato. Este trozo de carretera se hace eterno. Debe ser bonito, pero de noche no se ve nada más que baches y asfalto. Anna duerme rendida en mi hombro y yo no sé tranquilizarme y dejar de mirar la carreretera y avisar a Paco de los baches y las curvas. Me vuelvo a poner nervioso.
Luego las despedidas, la vuelta a Ademuz a devolver la llaves del piso que nos prestaron para dormir. Otros 20 minutos de eterna espera, mientras Paco hace los honores con sus amigos locales. Vuelta a Valencia por Landete, Talayuelas, Sinarcas, Requena y por la A-7 a Paterna. Llegamos a las 1:45. Realmente no sé la hora exacta, porque me dormía sin querer, por lapsos de 5 minutos, a la vez que intentaba conversar con Paco, que conducía, mientras Anna dormía en el asiento de atrás. Yo no consigo todavía explicarme cómo este hombre puede concentrarse en la carretera, cuando yo me hubiera dormido con los ojos abiertos.
El domingo 7 lo paso dormitando, ya que el cansancio no me permite que sea profundo el sueño.

Una marcha para repetir en todos los sentidos. Espero que el tiempo y la salud me permitan volver.

Lo mejor: el paisaje, la experiencia, la compañía, la temperatura, que creo que no debió pasar de los 20ºC (a veces menos de 8ºC) y los Estrechos en Tormón. Y no me ha dolido la rodilla. Se ve que el cambio de calzado se ha notado.
Lo peor: claramente, La Hoz de Castielfabib y su zona de "escalada". Riesgo innecesario. Tampoco hay fotos, pero eso ya es cosa de los participantes, especialmente de un servidor, que con las prisas y el riesgo del agua, no quise cargar con la cámara (craso error).

Paco Zen ha hecho su crónica, en su típico estilo, directo y conciso, no como yo (jejeje) (aquí).
El año pasado también hubo crónica, con algunas fotos, de donde he sacado las que he insertado aquí. Las fotos son de los álbumes de Picasa de Juan Carlos. Este y este. Supongo que no le importará.
Otras ediciones anteriores las tenéis en la crónica de Paco de este año.